martes, 29 de noviembre de 2011

Encantamiento de luna

Pues al fin pude leerme la primera parte de la trilogía Cuentos de Bereth, la primera novela del escritor Javier Ruescas, cosa que me costó bastante porque, por un lado, no había manera de encontrarlo (siempre que iba a comprarlo estaba agotado) y, por otro, cuando empecé a leerlo me fui a Barcelona y cuando regresé le dediqué todo mi tiempo a terminar Angel sanctuary, así que le perdí el hilo.

Pero, bueno, después lo retomé, me enganché y puedo decir que me ha sorprendido mucho para bien ;)

Encantamiento de luna, que es como se titula esta primera entrega, narra la historia de Duna, una joven inconformista que, por una serie de motivos, acaba trabajando en palacio, al mismo tiempo que descubrimos que hay un misterioso traidor en la corte de Bereth y que un dragón está rondando el bosque.

Una vez, le leí al propio Javier Ruescas que había decidido titular a la saga como Cuentos de Bereth porque le habían influido mucho los cuentos a la hora de escribirla. A decir verdad, se nota mucho que es una especie de homenaje a los cuentos de toda la vida, y no sólo por guiños como, por ejemplo, que el baile del príncipe y la protagonista se interrumpa a medianoche.

La historia al completo recuerda muchísimos a los cuentos de toda la vida, de príncipes y dragones, aunque también tiene su propia personalidad, dándole un toque muy original. Pero, al fin y al cabo, Cuentos de Bereth es un cuento.

Siempre he creído que para ver una película o una serie o leer un libro debes aceptar las normas de lo que sea. Quiero decir, no es lo mismo una comedia romántica que un thriller, tienen distintas formas, distintos recursos a los que echar mano, incluso distintas finalidades y, si los comparas, no vas a disfrutar la historia como es debido. Por eso, digo que Cuentos de Bereth es un cuento y hay que leerlo como tal.

Y es que en esta saga los buenos son muy buenos, sin dobleces, y los malos son villanos de opereta, de esos que se retuercen el bigote dando discursos malignos, pero al final son más bien idiotas. Como en un cuento.

De hecho, es casi el único “pero” que tendría la novela. Sí, los personajes están basados en tópicos y no son ni el colmo de la originalidad, ni son complicados, pero son muy cercanos y agradables de leer. Javier Ruescas consigue que se les coja afecto y, algo que para mí es muy importante, logra emocionar, llegar al lector. De hecho, creo que jamás he odiado tanto a un malo como al traidor de la novela, cada vez que leía pasajes sobre él, no quería más que gritarle y darle un par de tortas.

Además, Javier Ruescas compensa los tópicos que utiliza (y que, en mi opinión, son necesarios pues es un cuento) con un escenario muy original. Sí, hay príncipes súper buenos, dragones y malvados de opereta, pero también mezcla el escenario medieval con electricidad y los sentomentalistas, que cada uno tiene un poder distinto. También me parece muy conseguido, además de trabajado y novedoso, la mitología del mundo: que el futuro rey escriba una poesía real donde están cifrados sus puntos flacos, la maldición de las musas...

En cuanto a otros aspectos de la novela, destacar la prosa de Javier Ruescas que, sencillamente, me parece perfecta para la aventura que nos ofrece. Bonita en su justa medida, cuidada y trabajada al mismo tiempo que accesible, alcanzando un punto medio muy sugerente entre la fantasía heroica de toda la vida y algo más actual.

Lo que sí que no me ha convencido del todo ha sido el ritmo. Los primeros capítulos son, incluso, un poco lentos, aunque al ser la presentación del escenario y de los personajes, es bastante normal. Después empieza a acelerar y durante casi toda la novela sabe mantenerlo muy bien, manteniendo al lector enganchado con una equilibrada mezcla entre escenas cotidianas y los tejemanejes de la corte que acaban desembocando en una serie de aventuras. Sin embargo, cuando llega al final, se acelera tanto que acaba escribiendo un final bastante precipitado que cierra, de mejor y peor manera, casi todas las líneas argumentales.

No sólo de aventuras se nutre Encantamiento de luna, también nos presenta dos historias de amor un tanto desiguales. Y es que, mientras que la de Cinthia y Sírgeric me parece que está simplemente perfecta (al ser mis favoritos he echado de menos más escenas de ellos, pero bueno, es lo que tiene que sean secundarios :P), la de Duna y el príncipe Adhárel me parece un poco precipitada. Vamos, que se ven un par de veces, sin hablar ni nada, y ya están viviendo un amor épico.

Pero, bueno, salvo ese principio tan precipitado, la historia entre los protagonistas es mona sin llegar a ser cursi o empalagosa.

En conclusión, en Encantamiento de luna se nos presenta un mundo que mezcla los tópicos de los cuentos con conceptos mucho más originales, todo ello condimentado con unos personajes simpáticos, que cumplen perfectamente con su labor, y muchas aventuras magníficamente escritas. Un libro muy entretenido, que te encantará si te gustan los cuentos, las aventuras y la fantasía.

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