miércoles, 16 de julio de 2014

La dualidad de Amparo

El jueves pasado María Fuentes se encaminaba a China tras los nueve episodios que conforman la primera temporada de Sin identidad, cerrando así un arco en la ficción. O, al menos, eso creo tras ese epílogo tan brusco y un tanto chapucero donde la voz en off de la protagonista resumía lo que pasaba desde que la embarcaban a China hasta que iba a parar a la cárcel, de donde se escapó en el primer episodio.

No sé qué deparará la segunda temporada, pero espero que esté ambientada en el presente y más orientada al thriller, a esa venganza que la protagonista nos prometía en cada episodio, con esas palabras en voz en off. Sí, ya sé que ya lo había dicho antes, pero es que tengo muchas ganas de ver la trama desarrollada en el 2013, sobre todo tras ver cómo han quedado las piezas en el tablero.

Porque a lo largo de estos nueve episodios hemos tenido pequeñas escenas del presente, casi siempre dedicadas a un personaje del entorno de María: su padre con una niña pequeña, su tío metido en la política, su madre llevando una fundación, Pablo siendo un aliado y Juan trabajando para Enrique.

María Mercedes: ¡Será vendido!
La cara de flipe de María Mercedes al ver a Juan. Sí, todos nos quedamos igual.

Lo que más me ha gustado de esta primera temporada es como han ido girando algunos personajes, como han mostrado que todos eran complejos y tenían distintos veres y como no todo era lo que parecía. En el primer episodio el personaje de Jordi Rebellón, Francisco, parecía el malo de la función, mientras que el de Tito Valverde, Enrique, se presentaba como el tío bonachón. Sin embargo, con el avance de la historia se fue demostrando que Francisco es un buen hombre, un hombre justo que cometió un error conducido por la desesperación y que Enrique era tan sumamente malvado que haría temblar al mismísimo Voldemort.

En serio, había escenas donde Enrique daba un miedo del copón. Qué sangre fría, qué par de narices y qué maldad sin fin. Es que le daba igual ordenar la muerte de un cualquiera que la de su propia sobrina, a la que se supone que quería, que el tío ni se inmutaba.

La verdad es que ambos hermanos son un par de desalmados, a los que me imagino pateando gatitos a su paso, pues Luisa es otra que tal baila. No sólo podía ser increíblemente cruel con sus supuestos seres queridos, sino que llegó hasta sentirse aliviada ante la desaparición de María, a la cual crió como su propia hija. Lo dicho, los hermanitos son el mal encarnado y tanto Tito Valverde como Lydia Bosch han estado estupendos; además, a mí nunca me había tocado verlos en ese registro y ha sido toda una sorpresa.


Otro que también ha mostrado ser algo más de lo que parecía fue Juan. Poco a poco fueron mostrando que, aunque era un personaje que ayudaba a la protagonista y, de hecho, era su pareja, también era un personaje oscuro. En su relación con María a veces pesaba ese egoísmo de querer usarla, por tanto exponerla, para salirse con la suya y tener un caso importante y famoso. Curioso, ya que él también era un niño robado y podía haber empleado su propio caso.

Sin embargo, no fue hasta el final de temporada cuando vimos que no era otro todo lo que reluce y que Juan tenía un secreto deleznable. Al menos, en apariencia. Porque es cierto que han dejado la cuestión de Juan un tanto ambigua. ¿Era verdad lo de la violación o no? ¿Trabaja codo a codo con Enrique porque se ha vendido o lo hace porque no tiene más remedio? La verdad es que tengo curiosidad por conocer la situación de Juan en el presente, conocerla de verdad y no esa breve aparición del último episodio.

Yo lo auguraba muerto, no traidor... No sé qué es peor.

Ha sido el desarrollo de los personajes lo que más ha merecido la pena de Sin identidad, sobre todo por como iban cambiando las tornas y la opinión del personaje cambiaba. Juan es un buen ejemplo, pues ha pasado de ser un poco el galán a ser una posible rata traidora, aunque el mejor caso es Amparo.

Porque Verónica Sánchez se ha adueñado de la función con su Amparo, el personaje más magnético, complejo y humano de todos los que aparecen en Sin identidad. Era muy sencillo comprender sus motivos, entender por qué tenía ese debate interno entre odiar y querer a María. María lo tenía todo (un padre que la quería, dinero, muchas opciones para su futuro, una carrera prestigiosa, ropa bonita, un apartamento maravilloso...), mientras que ella no tenía nada únicamente porque nació después. Encima, María acudía quejándose de sus circunstancias, buscando justicia por algo que Amparo no entendía, envidiándola por algo que para ella no tenía sentido.

Así, a lo largo de los nueve episodios Amparo se ha visto dividida entre el hecho de querer a su hermana y el hecho de envidiarla y de desear algo mejor para ella, salir de esa vida que odiaba. Y esa batalla interna, ese torbellino imposible de predecir ha sido muy interesante de ver. Nunca sabías por dónde iba a salir Amparo, lo que resultaba estimulante y encima Verónica Sánchez se comía la pantalla.


Porque su Amparo es envidiosa, es una buscavidas, pero también es alguien frágil que ha sufrido mucho y que está cansada de pasarlo mal. Esa mezcla de hermana y enemiga dio mucha vida a la serie y la fuerza de Verónica Sánchez eclipsó a los demás.

Megan Montaner es una actriz estupenda y lo está en el papel, sobre todo al comparar a María con Mercedes, pero su personaje no era tan atractivo como el de su hermana. María no es una mala heroína, sobre todo porque es el típico personaje que intenta hacer lo correcto y se lleva palos por todos los lados. No obstante, no hemos visto una evolución en María, no ha ofrecido distintas facetas, limitándose a ser un elefante en una cacharrería muy poco avispado. Sí, sabemos que María tiene carácter, eso está bien, pero era desesperante ver como caía en el mismo error estúpido una y otra vez.


Porque, vamos a ver, si tu tío es el jodido Voldemort y ha matado a Fernanda sólo para silenciarla, ¿de verdad es buena idea bramarle a la cara que le vas a hundir y que sabes cosas? ¿De verdad?

Al igual que en el último episodio Juan, al intentar buscar a María, iba anunciando a voz en grito todo lo que tenía, lo que es también muy idiota. Si les avisas, si les enseñas tus cartas, van a saber qué hacer y, dado que ellos no tienen alma, te van a dar por culo y no lo vas a ver. Es que es de cajón. Jolín, no es necesario leerse El arte de la guerra, sino pensar un poco.

En ese sentido, Amparo también era digna de admiración, porque es un personaje que sabe qué decir y en qué momento y a qué persona. En cuanto vio que Enrique quería solucionar todo por las buenas, se atrevió a pedirle pasta y, en cuanto comprobó que la situación se le escapaba de las manos, soltó el bombazo de su embarazo. Que, por cierto, han dado por hecho que es del primo, pero visto lo visto podría ser del jeque o incluso de Curro.

Tengo mucha curiosidad por saber qué ha sido de Amparo en el futuro, ya que ha sido el único personaje al que no hemos visto. ¿Estará casada con el primo? ¿Será su hija la niña que aparecía con Francisco? Por edad no creo, pues debería ser mayor, pero, oye, cualquier cosa.

El otro personaje que también ha mostrado ser más sensato y que se ha ganado un hueco en mi corazoncito ha sido Pablo. Pablo ha sido otro personaje que no ha mostrado dobleces, pese a que siempre estaba dispuesto a saltarse la ley para conseguir pruebas e incluso cruzó el límite de espiar a María, aunque fuera para protegerla. Sin embargo, se ha mostrado como su más fiel apoyo, no poniendo reparos en hacer lo que fuera: vigilar una taquilla, colarse en la clínica de Enrique...


Incluso fue Pablo quien, en cierta manera, salvó a María al impedir que asesinara a su tío a sangre fría y la condujera hacia una venganza, que puede dar mucho de sí. La voz en off con la que se despidieron anticipaba que María iba a volver a la familia con la intención de desestabilizar a todos y arrebatarles lo que más querían. Puede dar mucho de sí la incursión de Mercedes en la vida de su antigua familia, por lo que se le perdona a la serie el hecho de que la muerte de María esté tan mal orquestada. ¿Juan dice que una mujer cubierta de pies a cabeza es María y eso sirve para identificarla? Pues, bueno, aceptamos pulpo como animal de compañía.

La verdad es que, en mi opinión, el final fue un poco chapucero. No sé, me dio la sensación de que decidieron cambiar de rumbo y cerraron el pasado un tanto precipitadamente. Imagino que el pasado seguiría teniendo importancia en la segunda temporada, pero que van a apostar por la trama de venganza y el thriller que, en general, era lo que casi todo el mundo echaba en falta.

Yo, aunque me repita, estoy deseando ver como María y Pablo hacen justicia con esa panda de desalmados que son los Vergel, ya que tanto los hermanos como el primo han sido los auténticos villanos de la función, mientras que otros personajes como Amparo y Francisco se encontraban en una zona gris, donde no eran ni una cosa ni otra.

Bueno, y que de paso se líen, Pablo se merece a la chica, por favor.

Sólo espero que sigan con ese rumbo ascendente que llevó la ficción desde su segundo episodio, donde la intensidad y el ritmo han ido creciendo, hasta culminar en ese final donde todo se aceleró en la desesperada búsqueda de María, que dejó entrever el buen thriller que puede ser.

2 comentarios:

  1. Yo después de ver el final sólo digo que la venganza de Revenge es de barrio sésamo comparado con lo que tiene que vengar esta mujer xD
    Yo también eché en falta más partes de 2013 en la temporada, pero la serie iba cogiendo más y más ritmo en cada capítulo, hasta los dos últimos, que han sido lo más y super interesantes.
    Y me parece fatal que matasen Fernanda tan pronto con lo que podía dar de si

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    1. Jajaja, ya te digo, porque lo que le hacen a María es muuucho peor. Pero mucho.

      Los últimos han estado muy bien. Desde la muerte de Fernanda todo se aceleró y, jo, fue una pena que se la cargaran, aunque también era necesario para la historia.

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