lunes, 11 de agosto de 2014

El primer viaje de Sócrates

Una compañera de clase me recomendó encarecidamente El primer viaje de Sócrates, la primera novela de Emil Ostroski: que si era divertidísima, que era preciosa, una de esas que llegaban al corazón... Insistió tanto que, al final, decidí darle una oportunidad, sin saber demasiado de ella y me encontré con la siguiente historia:

Jack es un universitario normal y corriente, que adora la filosofía y que no está en su mejor momento, sino que se encuentra bastante deprimido. En medio de una crisis existencial recibe la llamada de su ex-novia, que acaba de ponerse de parto. Jack acaba en el hospital y, al tener al bebé en brazos para llevárselo a los padres adoptivos, se da cuenta de que no puede dejarlo marchar sin más: antes debe llevarlo a la otra punta del país para que lo conozca su abuela.

La premisa es, cuando menos, interesante. A mí las películas sobre viajes de carretera siempre me han molado, así que encontrarme a un grupo de personajes recorriendo Estados Unidos en un coche con semejante misión era algo que me interesaba. Sin embargo, en cuanto comencé a leer, me di cuenta de que El primer viaje de Sócrates y yo no estábamos hechos el uno para el otro y, una vez terminado, no puedo más que decir que fue un libro más, sin nada especial. Una decepción, incluso.

Creo que la novela no es para mí principalmente porque es muy filosófica. Mucho. Y a mí la filosofía es algo que nunca, jamás, me ha interesado. Quizás a alguien que le guste, pueda disfrutar de El primer viaje de Sócrates, pero a mí las conversaciones que Jack imaginaba tener con Sócrates me aburrían lo indecible.

De hecho, me había esperado una novela con mucha acción, una especie de Pequeña Miss Sunshine (peliculón, por cierto) en libro: aventuras, locuras, personajes estrambóticos por doquier... y lo único que encontré eran conversaciones y dudas y paranoias, con un viaje, en mi opinión muy desaprovechado, de fondo. En realidad, la novela es muy cortita, así que no es que pasen demasiadas cosas, sino que el viaje de Jack junto a su mejor amigo y su ex no deja de ser una excusa para exponer sus dudas filosóficas y su amor por la filosofía.

Por eso, me pareció que es la típica novela que, aunque está muy bien escrita y cada palabra parece elegida con mimo y dedicación, no es más que eso, una narrativa bonita. Me resultó una historia hueca, incluso pretenciosa al intentar ser tan filosófica, que no logró ni interesarme, ni emocionarme, ni divertirme como se suponía que debía hacer. No conseguí meterme en la historia y, cada vez que me ponía a leer, no podía evitar pensar que el punto de partida estaba muy, pero que muy, desaprovechado.

Tampoco consiguieron interesarme demasiado los personajes. No sé, aunque pretendían ser reflejo de cualquier veinteañero, como que cualquiera pudiera sentirse identificado, me resultaron de lo más artificiales. Y eso que las dudas que se plantean sí que me parecieron muy naturales y creo que todo el mundo, en una ocasión u otra, también se las ha cuestionado.

No recuerdo a ningún personaje con especial cariño, ni ninguno logró llamarme la atención especialmente, pero lo mejor del libro eran las conversaciones entre los tres cuando eran más distendidas. A decir verdad, lo que más me gustó era cuando hablaban como jóvenes normales, con sus bromas, sus pullas, sus referencias a la cultura pop (al prota le regalan la primer película de Pokemon, por poner un ejemplo) y no cuando se andaban con esas cuestiones filosóficas, algo que Jack siempre encabezada.

Como ya he dicho, demasiada filosofía para mí.

Sinceramente, creo que si te gusta la filosofía, seguramente disfrutarás de El primer viaje de Sócrates, una novela más orientada a disertar sobre cuestiones vitales. Sin embargo, si prefieres algo con ritmo, con una historia donde pasan cosas, pues El primer viaje de Sócrates no es tu novela.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Beautiful bastard. Un tipo odioso de Christina Lauren.

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