miércoles, 30 de septiembre de 2015

El crimen de Campoamargo

Ayer se emitió el segundo episodio de Mar de plástico, el nuevo thriller de Antena 3, que se estrenó la semana pasada con un muy buen capítulo, aunque creo que este segundo lo ha mejorado, sobre todo porque, ya entrados en faena, no ha tenido que dedicar minutos a presentar a nadie.

Eso sí, decepción máxima con que el personaje de Rodolfo Sancho sólo se quitara las gafas de sol una vez en todo el episodio. Tsk.


Pero esa es otra cuestión y una menos seria, porque lo que me ocupa es comentar lo genial que me está pareciendo Mar de plástico. Su punto de partida, en realidad, es algo típico del género: una chica especial, muy conocida en el lugar donde está ambientada la acción, aparece asesinada y se debe resolver el caso, mientras se muestran las consecuencias de ese crimen. Laura Palmer en Twin Peaks, Danny Latimer en la más actual Broadchurch e incluso Alicia Vega en Bajo sospecha, estrenada la temporada anterior en Antena 3.

En este caso, nos encontramos en Campoamargo, una localidad almeriense donde la economía se basa principalmente en los cultivos dentro de invernaderos. Ainhoa (Mara López), la hija mayor de la alcaldesa, aparece asesinada de una forma de lo más escabrosa: la desangraron para, después, decapitarla y arrojarla al depósito de agua de uno de los invernaderos.

El día en que aparece el cadáver de Ainhoa, es el día en que llega a Campoamargo el nuevo sargento de la Guardia Civil, Héctor Aguirre (Rodolfo Sancho), que se encargará del caso con la ayuda de Lola (Nya de la Rubia), una gitana con problemas con su familia precisamente por ser guardia civil, y Salva (Luis Fernández). Héctor, además, intentará cuidar de la mujer de su difunto mejor amigo, Marta (Belén López), aunque eso le suponga enfrentarse al cacique local, Juan Rueda (Pedro Casablanc).


Básicamente ese es el punto de partida, aunque si algo hay que agradecer a Mar de plástico es que la trama es mucho más compleja que en otros thrillers. No sólo hablan del crimen, sino que se molestan en desarrollar a todos los personajes, relaciones entre ellos y tocar temas de actualidad como el racismo o la corrupción, por lo que explicar al detalle el entramado de historias de Mar de plástico sería complicado.

Es precisamente esa complejidad lo que hace de Mar de plástico sea una serie distinta, con su propia personalidad, ya que afronta los conflictos culturales sin miramientos, dando distintas ópticas del mismo. En Campoamargo, como le explica Lola a Héctor cuando éste llega, tienen de todo y esos distintos grupos no dejan de chocar entre sí, aunque cada personaje tenga su propia personalidad y sea único. Por ejemplo, el grupo de jóvenes blancos no puede ser más diverso: desde el gilipollas sin dos dedos de frente y al que le traiciona su volátil carácter, hasta la radical manipuladora que, de momento, parece una psicópata de manual, pasando por el buen chico que alucina con el comportamiento de sus amigos.

De hecho, es hasta curiosa la repartición de papeles. Por el momento, el personaje más violento y desagradable de Mar de plástico es una mujer, Pilar, interpretada por una soberbia Andrea del Río alejada de todos los papeles que le había visto hasta ahora. El buen chico, Fernando, es el heredero del cacique, algo bastante original, ya que en las series normalmente ese sería el personaje desagradable hasta decir basta.


La verdad es que Mar de plástico es una serie de conflictos. No sólo tenemos los raciales, esa bomba de relojería que sabes que puede estallar en cualquier momento y que dota al relato de una tensión muy conseguida, sobre todo con la ayuda de esa magnífica fotografía que refleja tanto la cálida temperatura almeriense como el que todos tienen los nervios a flor de piel y podrían saltar en el momento más insospechado.

También tenemos los conflictos de los personajes, sobre todo del trío de investigadores, que se encuentran los tres a dos aguas. Héctor sigue traumatizado por su pasado en Afganistán y, por lo que parece, va a estar dividido entre Marta y Ainhoa, es decir, entre dejar que los sentimientos por Marta le nublen el juicio o mantenerse frío para resolver el caso. Algo parecido le ocurre a Salva, que es parte del grupo de jóvenes, les aprecia, pero debe cumplir con su trabajo y eso le deja en una posición complicada.

Y luego tenemos a Lola, que ha sido uno de los personajes más interesantes que se han mostrado hasta ahora. Lola no sólo es fuerte, sino que tiene instinto (personalmente estoy de acuerdo con todo lo que opina del caso en el segundo episodio) y su conflicto es muy humano. Familia contra vocación. Ella es gitana, está orgullosa de ello y quiere mantener sus raíces, aunque también sea guardia civil. Pero, claro, su familia no se lo está poniendo sencillo, sino todo lo contrario, lo que la humaniza aún más.


Es de agradecer el mimo que están mostrando los guionistas por los investigadores, también por el resto de personajes, ya que son algo más que unas piezas para resolver el caso. Es lo que ocurría en Bajo sospecha que la pareja de policías no era más que un instrumento, sin ahondar en sus problemas y personalidades.

Otro aspecto que están llevando muy bien es el de mostrar a los sospechosos. Aquí no van las veinticuatro horas del día con cara de chungos, ni van actuando de forma exageradamente sospechosa, pero aún así no puedes descartar a ninguno. Juan Rueda, el mafias de Campoamargo, es amable y encantador, mientras que la alcaldesa es una madre que sufre y los jóvenes tienen sus conflictos: el ex novio de Ainhoa ahora es un paria, Fernando está más preocupado de cuidar de su hermano que otra cosa... No puedes confiar en nadie, no lo haces, pero actúan como personas normales y corrientes.

De hecho, el caso lo están llevando muy bien. No sólo es curioso (la forma de asesinar a Ainhoa es original cuando menos), sino que de momento no se sabe muy bien por dónde van a ir los tiros. ¿Era algo contra Ainhoa o sólo era un medio para un fin, es decir, una forma de esconder o iniciar algo? Personalmente, por cierto, me inclino por la segunda opción.

De momento, en estos dos episodios, están dando giros con mucha elegancia y de forma muy inteligente. Como, por ejemplo, la historia del actual novio de Ainhoa, Kaled. Al principio lo presentan como una víctima, una especie de Romeo interracial, pero después lo muestran como sospechoso y ahora nos ha contado una historia que cuadra y que no sabes si creer o no, ya que ambas opciones son posibles y lógicas.


Habrá que ver cómo se resuelve el caso, pero por el momento no puedo estar más encantada con el guión y lo bien que, poco a poco, van mezclando géneros. Ayer, de hecho, vislumbramos lo que va a ser la historia de amor de la serie y, si lo hacen bien, puede ayudar aún más a que Mar de plástico sea una serie muy memorable.

Sobre todo porque se nota el cuidado que le ponen. Antes he dicho que la increíble fotografía ayuda a reflejar el ambiente caldeado, pero además es que se nota que está muy bien pensada y trabajada. Da la sensación de estar viendo una película más que una serie y tiene unos planos que, de verdad, te entran por los ojos y te dejan maravillado.

También ayuda que la mayoría del reparto esté haciendo un muy buen trabajo. Ya he comentado que Andrea del Río está increíble con un personaje tan extremo, pero no es la única: Patrick Criado y Fede Aguado están estupendos también, el primero tan alejado de ese Nuño de Santillana que estamos acostumbrados a ver (y que demuestra lo bueno que es este chico) y el segundo interpretando a un personaje tan complicado como Sergio. Podrían haber caído en el ridículo con facilidad, pero Fede Aguado no sólo es creíble, tierno y complejo, sino que lo borda.


Nya de la Rubia con su Lola es el gran descubrimiento, Eva Martín es una gran madre sufridora y Luis Fernández me sorprendió bastante ayer. Bueno, y Pedro Casablanca y Belén López siempre están increíbles, así que no es ninguna novedad. Luego tenemos a Rodolfo Sancho que es otro de los que siempre cumple, aunque a mí personalmente me gusta verlo más relajado, como en El ministerio del tiempo. Eso sí, el muchacho se debe pensar que está en un anuncio de Ray Ban porque siempre que está en exteriores está quitándose y poniéndose las gafas con su propia mirada acero azul.

Las dos únicas pegas que le pongo a Mar de plástico es que Fernando Cayo no sale lo suficiente, lo cual considero un delito porque ese hombre es genial no, lo siguiente, y que Jesús Castro, por muy guapo que sea, es muy limitado como actor. Cada vez que se pone intenso no me lo creo y me parece bastante artificial. Esperemos que vaya mejorando a medida que avanza la serie y siga los pasos del otro guapo al que se enfrenta, Rubén Cortada, que en cada episodio de Olmos y Robles está más suelto.

lunes, 28 de septiembre de 2015

El secreto del trapecista

Por estos lares se es bastante fan de Javier Ruescas. Le he leído prácticamente todo lo que ha publicado (encima el muchacho es bastante prolífico, yo empiezo a pensar que tiene un plan de dominación mundial y lo quiere financiar con nuestra ruina, xD) y, encima, me ha gustado todo lo que he leído de él: desde su trilogía de fantasía Cuentos de Bereth, hasta esa trilogía que habla sobre el éxito y la música, Play; pasando por esa novela corta escrita a dos manos que es Pulsaciones.

Vamos, que en cuanto sé que tiene un proyecto nuevo, lo apunto en mi lista (interminable) de Libros que quiero y, en cuanto puedo, le echo el guante. Pues bien, al fin he podido leer El secreto del trapecista, la primera parte de su nueva trilogía Las crónicas de Fortuna, donde vuelve al género de la fantasía, pero con una vuelta de tuerca que hace que todo sea bastante original: lo mezcla con el mundo de los circos ambulantes.

Kyle vive junto a sus amigos Lavelle y Gunnir en un orfanato y se pasan los días actuando en la calle para intentar conseguir algo de dinero con el que poder huir. Como no es legal, ya que el reino de Fortuna tiene ciertos problemas con los circenses y sus poderes, un día los tres amigos tienen que huir. Es en plena huida cuando Kyle, de pronto, descubre que es un circense: es un trapecista, lo que quiere decir que puede saltar alturas increíbles, entre otras cosas.

Esa misma noche Kyle es secuestrado, pero sus dos amigos acuden a su rescate, aunque no sale cómo planean y los tres acaban siendo llevados a un extraño circo donde se ven obligados a trabajar, lo que supone una tortura para Lavelle, que es una payasa que odia hacer reír. Pero los chicos no piensan quedarse quietos y, mientras aprenden más sobre los circenses y su historia, buscan una forma de huir.

Aunque le tenía muchas ganas a El secreto del trapecista, también me asustaba un poco, ya que estaba orientado a un público más infantil. Y, claro, a medida que creces y vas leyendo, las historias enfocadas a un lector más joven, pueden parecer demasiado simples. Sin embargo, aunque si bien es cierto que no me ha parecido la novela más redonda del autor, sí que me gustó y, de hecho, me la leí en un par de días.

Y es que su mayor defecto también es una de sus virtudes: el ritmo. El secreto del trapecista tiene un ritmo endiablado, que a veces peca de precipitado. Eso, por un lado, es bueno, ya que no dejan de suceder cosas y resulta muy entretenido, pero creo que es un poco excesivo y que le resta el asentar un poco la relación entre los personajes y el desarrollar a éstos últimos como algo más que el motor de esa acción.

Eso, no obstante, no quiere decir que los personajes sean planos porque no es así. En este caso tenemos a un trío muy bien definido, con sus distintas personalidades y sus motivaciones y todos ellos cumplen a la perfección. Mientras que Kyle es el líder natural, también el mediador, Gunnir es el que está obsesionado con la magia hasta un punto que resulta desesperante. Se comprende que quiera ser mago, también es bastante humano el que tanto su sueño mezclado con inocencia y lealtad le cieguen, pero no por eso no tienes ganas de arrearle a ver si espabila.

Cerrando el trío protagonista, tenemos a una chica como bien manda la tradición y, en este caso, resulta que Lavelle es mi personaje favorito. Creo que es el personaje más trabajado y complejo y la que de verdad tiene un dilema muy bien construido. Ella es una payasa, como bien la señala la marca de su cara, algo que detesta y que tampoco se le da bien y algo de lo que no puede desprenderse. También creo que Lavelle es el personaje mejor llevado, con una gran evolución, seguramente porque no es ni la fuente de los misterios como Kyle, ni el detonante de la trama del próximo libro como Gunnir.

Pero, bueno, la verdad es que ningún personaje chirría, ni siquiera los secundarios que van apareciendo en las aventuras del trío y que hacen del reino de Fortuna algo más poblado y florido.

Precisamente es ese detalle, esa mitología tan desarrollada y original uno de los puntos más fuertes de la novela. Javier Ruescas nos presenta un mundo completamente nuevo, con una cantidad de detalles estupenda que deja claro lo mucho que ha trabajado en él. Fortuna, además, es interesante tanto como escenario como por el conflicto que presenta entre circenses y humanos. Quiero decir, el enfrentamiento entre gente con poderes y gente corriente no es nuevo, pero toda la historia de los circenses resulta muy interesante, sobre todo por las incógnitas que deja de cara a las próximas partes.

De hecho, me sorprendió que, aunque fuera bastante predecible, sí que tuviera una trama un tanto oscura y compleja. Toda aparición del viejo mago que se cruza con los protagonistas es de lo más inquietante y es el que hace que la historia se quede en el punto más interesante de cara a la segunda novela, El recuerdo del mago.

Vamos, que para ser una historia un tanto infantil, un lector adulto la puede leer perfectamente y también disfrutar. Fue una grata sorpresa que la historia se fuera complicando a medida que avanza, aunque acuse ese ritmo demasiado frenético que no le permite profundizar demasiado en ciertos aspectos. Sin embargo, como ya he dicho, resulta muy entretenida y la pluma de Javier Ruescas sigue siendo de lo más efectivo, aunque sí que pareció más sencillo que en sus otras obras, lo que demuestra que este hombre sabe adaptarse a cualquier género.

Además, en este caso también tengo que comentar la edición. Es de tapa dura y muy, muy bonita, sobre todo porque Javier Ruescas trabajó con la ilustradora Lola Rodríguez y a lo largo de la novela descubrimos unas ilustraciones muy chulas. Algo que ayuda todavía más a que esta saga se diferencia de otras, junto con la gran idea de desarrollar un mundo basado en el circo, para mí el gran acierto de la novela junto con Lavelle.

La verdad es que tal y como se queda El secreto del trapecista, tengo muchas ganas de leer la segunda parte, El recuerdo del mago, porque puede molar aún más.

El próximo lunes literario estará dedicado a... El misterioso Sr. Brown de Agatha Christie.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Corrientes del tiempo: Capítulo 6

Como ayer improvisé la entrada del premio Liebster, el capítulo nuevo de Corrientes del tiempo ha pasado a hoy, pero aquí lo tenéis y, por eso, dejo de daros la murga y os dejo ya con el sexto capítulo, Lazos que atan.

En el presente, Felipe debe seguir lidiando con la situación de Tim y la desconfianza de Hanna, mientras Tania ha quedado presa en casa de los Cremonte gracias al último acto de Erika. En 1952, Ariadne y Deker parten en un viaje rápido en busca de ayuda.


Una vez más, espero que os haya gustado y que se entiendan todas las paranoias espacio-temporales a lo wibbly wobbly timey... stuff. Y, ya sabéis, cualquier cosa que queráis comentar es más que bienvenida y me hacéis muy feliz con esas cosas.

En dos semanas, más.

Próximamente: Tania frente al espejo.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Premio Liebster IV: Cuartas partes a veces fueron buenas

Bueno, hacía mucho tiempo que esto no ocurría, pero me han vuelto a nominar al Liebster Award y como me gusta responder a cuestionarios (ay, cuántos cuestionarios chorras de la Superpop hice en la piscina en mi tierna infancia), pues entrada al canto. En este caso me ha nominado Artemisa, que tiene un blog muy friki y muy molón que deberíais visitar a la de YA.

Este premio, por cierto, es una iniciativa para promulgar los blogs chiquititos, pero a mí lo de nominar no me gusta. Así que yo responde a las preguntas de Artemisa y, si os gustan y las queréis responder, pues me pasáis el link por tuiter o por los comentarios y yo lo publicito felizmente.

1. Los/las libros/series/películas que más te han hecho reír.

Yo es que soy muy pava. Mucho. A mí me han llegado a echar de clase por reírme, palabrita de honor. Así que hay muchas, muchas cosas que me han hecho reír. Pero, bueno, como esto no va de daros el coñazo, voy a tomar una decisión más dura que la de Sophie y quedarme con algo de cada, así que:

Libros: Además de Maldito Karma, que es súper genial y Kim es una protagonista ídola donde las haya, me voy a quedar con el grandísimo Bartimeo de Uruk y sus más que épicas notas al pie de páginas en su tetralogía escrita por Jonathan Stroud. Muy grande es ese demonio que debe trabajar, muy a su pesar, con humanos y que tiene un sentido del humor muy particular.

Así estás cada vez que lees a Bartimeo. Palabra.

Series: Friends. Friends. Friends. Friends es la comedia definitiva porque no tiene desperdicio, todos sus episodios son la perfección (seh, como el chicle según mi más que idolatrado Chaendler Bing) y es la comedia más equilibrada que se puede ver porque todos los personajes son aprovechados en todos los episodios y tienen unas evoluciones genialosas.

Y como no sólo de Friends vive una, también se ha reído un montón con How I met your mother, Parks and recreation, Community y Fraiser. Dios, en serio, creo que nunca jamás me he reído tanto como el episodio de la radionovela donde Frasier se los va cargando a todos a lo loco. Ay, en serio, que me meo sólo de recordarlo.


Películas: Casi me muero siempre, pero siempre, que veo Un funeral de muerte. Es que es muy genial. Y ahora que recuerde, en el cine casi me muero con La cosa más dulce (no, no puede caber aquí, no puede caber aquí), la escena de la rosquilla de Amor con preaviso, Mi gran boda griega, Promoción fantasma, El día de la bestia y, sobre todo, la grandísima escena de Hugh Grant bailando en Love actually que es lo puto mejor:



2. Los/las libros/series/películas que más te hayan echo llorar.

Vale, en este punto quiero dejar claro que, si has visto y/o leído algo de esto y no has llorado, no tienes alma, no eres humano y, si nos encontramos, te miraré recelosa. Y, sí, a mí con la banda sonora adecuada es muy sencillo arrancarme la lagrimita, pero creo que todo coincidiremos en que mis elecciones son muy de llorar.

Libros: No soy muy de llorar con libros, la verdad, de hecho en toda mi vida sólo he llorado con tres: Princesa mecánica (ese puto epílogo es tortura, ¡tortura! Si Cassandra Clare se presenta en mi casa y me mete un dedo en el ojo, no lloro tanto), Harry Potter y las reliquias de la muerte (yo creo que empecé a llorar con la muerte de Snape y yo ya no paré, a lo loco) y, sobre todo, mi libro llorón número uno... La ladrona de libros. En serio, si llegas al final de La ladrona de libros y no te deshidratas, no eres humano. Serás un replicante o algo, pero humano no.

Si es que lloro tanto que no puedo seguir leyendo, ¿por qué?

Series: Aquí me voy a quedar únicamente con una serie. He llorado en bastantes más, pero nunca, jamás, he llorado ni lloraré como lo hice con Doomsday de Doctor Who. Yo ya, cuando está Rose dando ese magnífico discurso de "me quedo con el Doctor", empecé a llorar, pero en la escena de la pared pensé que me moría y la de la playa no ayudó a mejorar. Jolín, qué pena más grande. ¡Ay, Rose, Ten, como os echo de menos!


¡Veinti y tantos minutos de episodio me tiré así!

Películas: Vale, tengo que admitir una cosa. Tengo una debilidad y es que en las películas protagonizadas por animales, cuando el animal muere o está a punto, me da mucha pena. En serio, por patético que suene, lloré un montón con Una pareja de tres o Hachiko. Pero nunca, nada, equivaldrá al inicio de Up y, sobre todo, a Toy Story 3. Dios, lo que lloré con la escena en la que Andy le da sus juguetes a esa niña tan mona. Ay.

3. Los/las libros/series/películas que más te hayan hecho flipar.

Libros: Harry Potter principalmente. A ver, luego he leído un montón de sagas que te dejan en plan “WTF?! ¡¡Como mola!!” véase Vampire Academy o las novelas de Trono de cristal, pero nunca nada me dejará tan flipada como cuando era pequeña y leía Harry Potter: la parte final de El prisionero de Azkaban, la muerte de Cedric y resurgimiento de Voldemort, etc.

Series: Probablemente Doctor Who, que es muy wibbly wobbly timey wimey... stuff y te suele dejar toda loca. Ah, y también Teen Wolf porque, mira, los episodios de Doctor Who suelen tener su explicación, pero en Teen Wolf nunca entiendes nada y sencillamente te dedicas a flipar. Vamos, que cuando ves el episodio de turno te pasas los cuarenta y tantos minutos así:


Películas: Hotel Danubio en su día me dejó bastante loca, sobre todo porque el final es tan ambiguo que es genialidad. Aunque las que siempre me dejan flipada y súper emocionada, sin contar a Star Wars y las de superhéroes, son las de búsquedas de tesoros. Indiana Jones, las películas de La búsqueda, Los Goonies... pero si hasta me vi ese horror titulado Sahara, que no recomiendo para nada. En serio, no la veáis, que no merece la pena, a pesar de Matthew McConaughey.

4. Los/las libros/series/películas que más te hayan indignado.

Libros: Cincuenta sombras de Grey. Puta mierda de libro. Si es que es malo a rabiar. Con una prosa digna de colegial, una protagonista que no puede ser más anormal y un protagonista que demuestra que, mientras se sea guapo, se puede ser un psicópata acosador y no pasa nada. Si a Anastasia la hubiera seguido Lily Aldrin con sus pintas de vagabundo jorobado, seguro que llamaría a la poli en cero coma. Ah, y también me indignó cantidad El club Dumas porque tiene el final más mierder de la historia, como si Arturo Pérez-Reverte se hubiera cansado de escribir, lo que me indigna cantidad.

¡Para ti, Arturo Pérez-Reverte!

Series: Por lo general me indigna más el típico personaje odioso al que le deseo la muerte, pero, así, una serie que me indigne pues... Velvet. No entiendo que la alaben tanto, ni su pedazo de audiencia, cuando es bastante mala. Encima me revienta cantidad que los guionistas impongan continuamente su manera de pensar,  a través de la boca de los secundarios. Si vuestros protas son lo peor, asumidlo y ya está, no intentéis dejarlos de santos según las opiniones de los demás.

Ahora, además, tengo otra serie que, más que indignarme, me desespera: Young and hungry. En serio, es divertidísima, muy mona, pero hace que quiera darme de cabezazos contra la pared porque Gabi y Josh no se lían ni para atrás y, joder, son tan monos y tan shippeables. ¡Me desespero! ¡Arg! ¡Dejar de torturarme, guionistas cabrones!

Esto es Young and hungry en cada puñetero episodio. Y entonces yo me quedó así:



Películas: La historia interminable, Insurgente, Cazadores de sombras una vez la volví a ver sin el hype inicial... Vamos, básicamente las adaptaciones cutres de libros que me gustaron. Ah, y Blancanieves y la leyenda del cazador. Nunca me perdonaré haber pagado por ver semejante truño de película, claro que lo hice por acompañar a mi prima, pero aún así... qué desperdicio de dinero.

5. Una canción que no puedas dejar de escuchar.

Yo es que con la música voy por rachas. Ahora mismo me ha dado por intercalar Midnight train to Georgia de Gladys Knight con Héroe del universo de Guevara y No me preocupo de la película Oliver y su pandilla. Pero, vamos, como que me podría haber dado por las canciones Disney o cualquier otra cosa... Estoy como que fatal, ¿no?

6. ¿Por qué tienes un blog?

Porque es más barato que ir al psicólogo. Ah, bueno, y porque me gusta escribir y opinar y es divertido... pero principalmente porque es bueno para desahogarse y recomendar cosas.

7. ¿De dónde viene el nombre de tu blog?

De nuestro (digo “nuestro” porque al principio de los tiempos escribíamos dos por aquí y, de hecho, creo que el nombre se le ocurrió a Miki)... Bueno, a lo que iba, Epic Us es en honor a nuestro muso particular Logan Echolls, el chico de la grandísima serie Veronica Mars y un personaje genial. En concreto viene por esa pedazo de escena de morir de amor en el que Logan le dice a Veronica que él siempre creyó que volverían juntos porque su amor es épico. Jolín, en serio, cómo mola esa escena.


8. Si tienes uno, ¿cuál es tu sueño?

Hombre, sueños tengo todas las noches. Encima suelen ser bastante raros y los suelo recordar... pero creo que Artemisa no se refiere a eso, sino un sueño de los de A dream is a wish your heart makes when yoy fall asleep... Mierda, ahora se me va a quedar la canción en la cabeza todo el día, a lo Tripledental.

Bueno, pues evidentemente sería publicar alguno de mis libros. Creo que en ese sentido no sorprendo a nadie. ¿Algún editor en la sala? ¿Rumpelstiltskin aunque sea? Mira, que lo de hacer tratos no es que me importe precisamente ;P

Ah, claro, tampoco me importaría dominar el mundo. Yo creo que, visto lo visto, nos iría mejor. Devolvería a la vida a Seriesly y demás, me cargaría a unos cuantos políticos y no necesitaría dragones ni nada. Además, lo de publicar lo tendría sencillo si dominara el mundo, so...


O casarme con Tom Hiddleston. O todo en uno.

... ¿De verdad creíais que os íbais a librar de Tom en una entrada de este tipo? ¡Ay, qué cosicas más ilusas!

9. Tu anécdota más épica.

Eh, eh, esta pregunta es un poco engañosa, ya que ni he salvado al mundo, ni me vecino es un vampiro de Swarovski y, si me meto en el armario, sólo podría protagonizar la canción de Raffaela Carrá y no Las crónicas de Narnia.

Pero, bueno, voy a resumiros la historia de desamor y desencuentros más grande jamás contada... La de Berto Romero y yo. Porque, sí, amigos, Berto Romero y yo estamos destinados a no encontrarnos jamás y tengo pruebas que lo demuestran.

Todo comienza cuando, hace unos cuantos años, Miki y yo fuimos al salón del manga en Barcelona por primera vez. Éramos jóvenes, inocentes y lo estábamos flipando mucho haciéndonos fotos con gente haciendo cosplay. Total, que, de pronto, vi a alguien disfrazado de Gazpacho, la piña de Los Fruitis, y como fan acérrima que soy de Los Fruitis yo intenté hacerme una foto con Gazpacho. Al acercarnos, vimos que había cámaras de televisión y huimos... y esa misma noche vimos en la tele que Gazpacho era Berto Romero, así que fue decepción máxima.

¡Mi infancia!

Años después, vino a actuar a La Rioja, me pillé una entrada y me puse súper mala y no pude ir. Tiempo después, Miki y yo fuimos de público a Buenafuente y justo el día anterior al que íbamos a ir, cuando estaba haciendo tiempo para coger el bus a Barcelona, va y anuncian que Berto ha sido padre... y que faltará durante dos semanas. Así que, de nuevo, no volví a verle. Ya me he resignado, si nos acercamos el mundo implosionará o algo, xDD.

10. Tu anécdota más hilarante.

Siempre creo que la más divertida es cuando, en lugar de preguntarle a un profesor si venía un sustituto, le pregunté si venía un prostituto. Pero ya la había contado en estos lares y, tras mis prácticas de conducir, estoy llenita de anécdotas. A ver, es que a mí suelen pasarme cosas raras y entre eso, la mala suerte y que se me daba como que bastante mal conducir, pues tengo anécdotas para dar y tomar.

Total, yo aprobé a la tercera y, aunque mis dos primeros intentos son dignos de contar, me voy a quedar con el tercero. Vale, situaros: como íbamos impares y me quedé la última, iba sola. Me siento en el asiento del conductor y a mi derecha iba mi profesor. Mi profesor era muy, pero que muy, alto y, por eso, solía llevar el asiento súper hacia atrás. Pero el examinador de aquel día (que, por cierto, se parecía un montón a Alex de la Iglesia) era muy tremendo, así que, para ir cómodo, le pidió a mi profesor que se echara todo lo posible hacia delante. Claro, el pobre profesor llevaba las rodillas casi a la altura de los hombros y muy cómodo no iba.

Lo malo fue cuando, tras firmar los papeles y tal, el examinador me suelta muy serio él: bueno, señorita, búsqueme los papeles de la ITV, por favor. Ahí yo prácticamente entré en pánico porque nunca jamás me habían pedido algo así y ni siquiera sabía dónde coño estaban.

Imagen mental de mi cabeza en ese preciso momento.

Pero como tan tonta no soy, me dije: bueno, a ver, Andrea, sé lógica, tienen que estar en la guantera, es de cajón. El problema es que mi profesor estaba muy, muy para adelante, ¿lo recordáis? Bueno, pues me fijo en la guantera, intentando no mirar bajo ningún concepto algo que me comprometa y descubro que la dichosa guantera está partida en dos.


¿Y estaban en la parte superior? ¡No! ¿Cómo iba a estar en la parte superior? Estaban en la inferior, así que tuve que acercarme, inclinarme y... pues desde fuera parecía que estaba haciendo cualquier cosa y, claro, la gente que estaba fuera alucinó un poco. Yo me puse cual tomate, me dediqué a rebuscar en los papeles y no puedo dejar de imaginarme al examinar, que lo estaba viendo todo, así:


Súper normal y cómodo todo y no sé cómo seguí tranquila después de semejante momento raruno de narices para los dos. Por suerte, ni la cagué, ni atropellé a nadie, ni me ocurrió nada raro y la anécdota triunfa allá donde la cuento.


O sea, en serio, ¿a alguien la sala le han pedido que le den los papeles del coche como parte del examen? Porque yo no conozco a nadie. En serio, a nadie. Eh, en serio, es un tema que me interesa.

11. ¿Hay algo sin lo que no podrías vivir? Aparte del oxígeno, el agua, el Wi-Fi, la comida y demás obviedades.

Sin vosotros.

Vale, es que acabo de ver el piloto de The Muppets y me ha salido la diva Piggy que llevo dentro. Pues, no sé, sin contar las obviedades, no podría vivir sin música (si es que yo vivo en un musical) y sin escribir. Bueno, y sin el blog os echaría mucho de menos, sobre todo a los que comentáis a menudo, porque sois amor del bueno ;)

Y ya dejo de daros la tabarra, que esto me ha quedado larguísimo.

martes, 22 de septiembre de 2015

Siete consejos para el regreso de Once upon a time

Este domingo vuelven ya varias series y una de ellas es Once upon a time que lo hace con su quinta temporada, Emma siendo The dark one, Camelot y otras sorpresas que han ido anunciando como el regreso de Mulan y la aparición de Merida de Brave. La cuestión es que, pese al truño que se cascaron con la 4b, pues tengo ganas del regreso. En parte porque el arco de Camelot puede molar mucho, en parte porque es una serie a la que le tengo cariño y de ahí que le pase ciertas cosas.

¡GANAZAS!

Y para que Once upon a time vuelva a ser lo que era y nos den algo de la calidad del arco de Frozen o de Zelena y no como el último, les doy siete consejillos que deberían cumplir.

1. Una sola historia es bien, pasarse mal. ¡A centrarse, coño!

El arco de Frozen tenía una trama muy clara, con un objetivo muy claro y varias preguntas que necesitaban respuesta y todas tenían que ver con esa trama. De hecho, ese arco estuvo perfectamente hilado y todo encajó a la perfección. El de Queens of darkness fue un despropósito donde se dispersaron y daba la sensación de que iban dando bandazos o improvisando: las malas son el trío de villanas; espera que Maléfica es más víctima que mala; oh, que ahora Úrsula se va... sin hacer nada; ay, que Emma se vuelve mala, no, no lo hace, pero sí...; un momento, un momento, el malo es El autor... WTF?!


Es decir, centrarse en una sola historia que contar, en vez de quemar posibilidades a lo loco. Con una historia clara, y teniendo en cuenta que son sólo once episodios por arco, siempre dan en la diana: Neverland, Zelena, Frozen, incluso la primera temporada. Había un objetivo claro, con un villano claro y los protagonistas tenían una misión a la que hacer frente. Mejor que verles dar bandazos de un lado a otro, en plan intenso, lo que me lleva a...

2. ¡Cuidadito con los Charming!

Es curioso como los Charming pasaron de ser adorables a odiosos a morir en una sola temporada. A ver, siendo tan perfectos como son, desde el final de la primera temporada siempre han sido un poco petardos, sobre todo Snow (personalmente Charming me mola cuando se relaciona con otros personajes, su forma de enfrentarse a la paternidad y, al menos, tiene arrestos), pero al comenzar la cuarta temporada tuvieron tramas amables y divertidas que hicieron que me reconciliara con ellos: Snow ejerciendo de alcaldesa, la actitud de ambos con la cita de Emma, cuando salen por primera vez después del nacimiento de Neal...


Luego vinieron los delirios de grandeza, los juicios de valor y el secretito que lograba que quedaran como dos hipócritas de mucho cuidado. Personalmente todo el rollo de héroe contra villano que se traen a veces me aburre un poco, pero es que en la 4b fue excesivo y el comportamiento intenso de los Charming hizo que los odiara un montón. Tampoco ayudaba que, en general, fueran unos padres horribles para Emma, sobre todo ella. Así que, por favor, que los tengan relajados y con sentido del humor porque funcionan mucho mejor.

3. Una vuelta de tuerca para Rumpelstiltskin

Yo me imagino, más que nada porque escribo, que Rumpel no es un personaje fácil de llevar. Es lo que tiene estar súper petado de poder, que si se pone a ayudar, las amenazas no duran nada. También me imagino que los guionistas querían llegar al punto del final de la cuarta y, por eso, nos hicieron tragar esa trama de Rumpel que mucho sentido no tenía. A ver, Rumpel es un cabrón egoísta, eso lo sabemos todos, pero lo de dominar el mundo pues como que no pega mucho con él.

De hecho, podrían haber relacionado la trama del sombrero con el hecho de que la oscuridad lo estaba matando y, de paso, que Rumpel hiciera cómplice a Belle. Hubiera sido interesante verlos trabajar juntos para salvarlo y que Belle se planteara si salvar a su marido con métodos no muy de héroe o dejarlo morir.


Pero, bueno, que me estoy yendo por las ramas. La cuestión es que Rumpel, tal y como lo tienen de malo pero no, está muy, muy quemado. Algo así como Regina durante la segunda temporada. Por eso, deberían hacer lo mismo que hicieron con Regina y, aunque mantenga la mala baba y la inteligencia, que sea del equipo de los buenos constantemente. Ya es hora de darle un giro al personaje y esperemos que ahora que se ha quedado sin poderes, lo hagan porque, si no, van a cargarse a uno de los personajes más interesantes e impredecibles que tienen.

4. ¡Dejad de hacer caso a los fans!

Los guionistas de Once upon a time tienen una afición malsana por cumplir todas las peticiones de los fans y, a ver, creo que está bien escucharles y corregir algunas cosas e incluso intentar agradarlos, pero lo de conceder todo lo que piden es un error muy grande. Pensemos, por ejemplo, en el personaje de Roja/Ruby, que tuvo uno de los mejores episodios de la primera temporada y que el público se empeñó en que debían darle más papel, hacerla fija y demás.

¿Y qué ocurrió cuando lo hicieron? Que Ruby era un auténtico coñazo. Me remitiré a su episodio de la segunda temporada Child of the moon, que es uno de los episodios más aburridos de la serie. De hecho, Ruby desapareció y, en realidad, no se la echaba de menos. El problema es que, ante la insistencia de los fans, la han traído de vuelta de nuevo. Yo no sé cómo va a salir esto, que luego no saben qué hacer con los personajes.


De hecho, es que no es la primera vez que les pasa porque, la verdad, salvo en casos puntuales, los regresos importantes no les funcionan. No les funcionó Neal (sigo pensando que fue un error de casting tremendo), no les funcionó Will (¡qué desperdicio, qué desperdicio!), tampoco Ruby y para lo que salió Aurora con Maléfica se lo podían haber ahorrado. El único que tuvo un propósito cuando volvió fue August y me refiero a un propósito más allá de alegrarnos la vista.

5. Perritos falderos no, gracias

Creo que he comentado varias veces que, por lo general, en Once upon a time los personajes van emparejados y, mientras que uno es el fuerte y complicado, el otro se limita a ser su pareja. Charming, por lo general, es el apéndice de Snow, al igual que Hook es el de Emma y Belle está completamente supeditada a su relación de amor con Rumpel. Por favor, si a la pobre Belle, para llenar minutos, o la ponen de bibliotecaria o le dan tramas absurdas que ellos mismos saben que no van a ningún lado: véase Will o la aún más sangrante trama donde Rumpel recuperaba su daga disfrazándose como Hook. Joder, que Belle es lista, tenedlo en consideración.


Dadles más personalidad, dadles conflicto y que hagan algo más que ser pareja de. Porque, de hecho, los episodios centrados en Belle suelen funcionar muy bien y Charming mola muchísimo más cuando no está a la sombra de su mujer. De hecho, en la 4a como Snow apenas salía, lo teníamos de sheriff de Storybrooke y molaba mucho.

Bueno, yo tengo esperanzas de que con Gold en coma y el extraño flashback de su madre, que tiene que ocultar algo (la historia de la madre en Family business es muy rara), le den algo que hacer a Belle de una vez.

6. Los actos tienen consecuencias y cambiar el status quo viene bien

El máximo problema que yo le encuentro a Once upon a time en estos momentos es que nada, absolutamente nada, cambia. Los Charming sacrificaron a Lily para asegurarse una hija heroína, Emma mató a Cruella de Vil, Regina en sus buenos tiempos hizo cosas horribles y Rumpel tiene una lista a sus espaldas que tela... Pero da igual cuán lejos lleguen las acciones de los personajes, que crucen la línea o no, porque en Storybrooke nada cambia, todo sigue igual: las relaciones son las mismas, la situación es la misma y nada tiene consecuencias reales.


Ha habido pocos golpes de efecto en Once upon a time y ninguno de ellos, en realidad, ha tenido que ver con los personajes principales. De hecho, el único que recuerdo (sin contar el de Emma al final de Operation Mangoose) fue cuando Belle expulsó a Rumpel de la ciudad tras todo el tema del sombrero, pero en realidad ahora estamos de vuelta al principio. Y lo mismo puede decirse con otras tramas, así que deberían plantearse el cambiar el chip en ese sentido y dar otro golpe de efecto como la muerte del Cazador en la primera temporada. En serio, en ese sentido deberían aprender de Grimm.

7. Un poquito de sentido, por favor

A ver, es un hecho que cuando ves Once upon a time tienes que perdonarles ciertas licencias que se toman (por ejemplo, ¿cómo encontró Anna la guarida de su tía si nunca antes había estado en Storybrooke?), pero una cosa es eso y otra cosa que el arco central no tenga ningún sentido. Porque, no, todo el tema del Autor, los finales felices y toda esa paranoia sentido no tenía en absoluto: Emma no tiene ni pizca de maldad, pero se puede volver mala; Lilly no tiene bondad, pero sólo es una desgraciada; el Autor es capaz de obligar al Aprendiz a hacer cosas, pero luego no puede impedir que lo encierre en el libro...


Así que, espero, que la trama de Camelot tenga sentido. Al menos, sí que parece que van a tener un objetivo claro, lo que me da bastante buena espina: encontrar a Merlín para salvar a Emma de la oscuridad que ha absorbido por salvar a Regina. Por cierto, para que luego digan, el SwanQueen está on fire, pese a churris y de todo.

De momento, lo que sabemos de la temporada, además de confundirme (las fotos de Emma con Rumpel en plan antes son muy WTF?!), pinta bien. Sólo espero que no se líen la manta a la cabeza y superen el arco horribilis que tuvieron en la segunda mitad de la cuarta temporada. Ah, y ya puestos: sigo esperando que haya un maldito musical.

Pero, vamos, que tengo ganas de que llegue el domingo, a ver qué nos tienen preparado.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Un canalla siempre es un canalla

Hace un tiempo descubrí a Sarah MacLean y su trilogía El amor por números, que desde aquí os digo que si os gusta el género romántico (y un poco erótico-festivo), debéis leerla a la de YA porque no tiene desperdicio. Bien, cada novela de esa trilogía está protagonizada por una pareja distinta, pero que tienen relación entre sí. En ese caso era el hecho de que los chicos de las dos primeras entregas y la chica de la tercera eran hermanos.

Pues Sarah MacLean repite la fórmula en su nueva saga, Las reglas de los canallas, que está formada por cuatro novelas y, de momento, os reseño la primera, Un canalla siempre es un canalla. Sí, acaban de publicar la cuarta y última, pero yo voy a mi ritmo. Bueno, total, que la nueva saga está ambientada en el mismo Londres que la trilogía anterior e incluso la protagonista de Un canalla siempre es un canalla es una vieja conocida para los lectores de sus obras anteriores.

¿Significa eso que no se puede leer Un canalla siempre es un canalla sin haber leído las novelas anteriores? No, desde luego que no. De hecho, esta novela supone el inicio de la saga y presenta al amplio abanico de personajes que irán apareciendo a lo largo de las siguientes entregas. Además, Sarah MacLean explica muy bien lo que es necesario saber, por lo que no, no es necesario leer El amor por números... aunque, insisto (a lo Matías Prats), es una trilogía que mola mucho y que debería leerse por eso.

Pero, bueno, ahora sí que sí, vayamos con Un canalla siempre es un canalla, empezando por su sinopsis:

Diez años atrás, cuando prácticamente acaba de quedarse huérfano, el marqués de Bourne pierde absolutamente todo en una partida de cartas a manos del hombre que debía cuidar de sus intereses y padre de su mejor amigo. Despojado de todo salvo de su título nobiliario, a Bourne sólo le mueve una única cosa: recuperar las tierras de su familia. Por eso, es uno de los cuatro propietarios del club de juegos más exclusivo de Londres, una especie de rey en los bajos fondos londinenses. Eso le da dinero, poder, pero no la oportunidad de recuperar lo que es suyo... hasta que se entera de la gran noticia: sus tierras han sido añadidas a la dote de Lady Penelope Marbury.

Por su parte, años atrás, el compromiso de lady Penelope con uno de los hombres más poderosos y respetables de Londres, el duque de Leighton, se rompió cuando él eligió casarse con la mujer a la que amaba. Desde entonces, lady Penelope se ha visto no sólo rodeada de escándalo, sino que ha ido recibiendo propuestas de matrimonio cada vez peores y, además, ella no desea un mero matrimonio habitual, sino que desea la pasión y el amor.

Cuando, tras rechazar a su mejor amigo, su padre le comunica que ha obtenido las tierras de su amigo de la infancia, Bourne, a Penelope no le parece bien. Sin embargo, antes de que pueda hacer algo al respecto, Bourne reaparece en su vida y prácticamente la obliga a casarse con él, aunque le promete que la mantendrá al margen de la parte perversa y oscura de su vida, pero, claro, Penelope no está muy por la labor, ya que lo que ella quiere es vivir aventuras y nuevas experiencias.

En cuanto leí de qué iba Un canalla es siempre un canalla, me sorprendió muchísimo que Sarah MacLean recuperara a Penelope que, en Once escándalos para enamorar a un duque, había ejercido de obstáculo. Sin embargo, aún fue todavía más sorprendente el conocer a Penelope, ya que ella es muy genial y, por otro lado, ofrecía la otra cara de la moneda.

De hecho, me gustó particularmente que, cuando se refería a todo aquel asunto de su pasado, se alegrara de veras por Leighton y Juliana y anhelara que algo así le pasara a ella. Me pareció muy original y ayuda a querer más a lady Penelope, que no puede ser más encantadora. Lista, con carácter, buena y preocupada por los demás, hasta por ese Bourne que no le pone las cosas nada fáciles.

El trabajo que Sarah MacLean realiza con Bourne también es digno de admirar. El juego de puntos de vista que se trae está muy bien escrito. Así, podemos ver a Bourne actuando como un auténtico capullo delante de lady Penelope, pero luego, al leer su punto de vista, le comprendes mejor y es imposible no odiarlo a muerte. Todo un acierto, si tenemos en cuenta que es el galán de la función y es una novela romántica, así que la función de todo es que quieras que los protagonistas acaben juntos.

Y, la verdad, la relación entre ambos está muy conseguida. Es divertida, sexy y complicada, más que nada porque Bourne tiene muchos problemas, está amargado, le cuesta espabilar y no habrá hombre más cabezota en la faz de la tierra. Sin embargo, resulta muy creíble que lady Penelope le dé una oportunidad. A fin de cuentas, se han criado juntos y Penelope le aprecia de verdad y conoce su problemático pasado, así que es fácil comprender el que esté buscando al chico del que estaba enamorada. Además, la evolución de Bourne está muy bien llevada, junto con la de la relación, de ahí que el final de Un canalla siempre es un canalla sea de mis favoritos.

Pero como no voy a entrar en spoilers, os vais a tener que contentar con eso. O leerlo y así sabréis cuál es.

Por suerte, Penelope y Bourne no están solos, sino que están acompañados de una serie de secundarios que no sólo están perfectamente definidos y dibujados, sino que se antojan de lo más interesantes. Las hermanas de Penelope son muy distintas entre ellas y respecto a Penelope, pero sus apariciones son grandiosas, al igual que los amigos y socios de Bourne en El ángel caído. De hecho, las interacciones entre ellos y lady Penelope, para desesperación de Bourne, son muy, muy divertidas.

Ya en el epílogo Sarah MacLean te deja claro cuál va a ser la pareja de la segunda novela, Amor con amor se paga, que evidentemente estoy deseando leer.

Por lo demás, es que sólo me queda repetirme porque, la verdad, Sarah MacLean nunca falla: no sólo tiene una pluma exquisita y un don para los diálogos ingeniosos, sino que todas sus novelas son divertidas, románticas y de lo más entretenidas. Y con Un canalla siempre es un canalla cumple con todo eso, de hecho se lee prácticamente de un tirón y, mientras lo lees, no dejas de disfrutar como una enana. Vamos, que es una lectura de lo más recomendable.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Las crónicas de Fortuna I. El secreto del trapecista de Javier Ruescas.

viernes, 18 de septiembre de 2015

La nueva Cristina Otegui

La semana pasada un nuevo personaje llegó a Velvet. Bueno, mejor dicho, uno de los antiguos regresó junto a los demás, pero en estos dos episodios su viaje ha sido mucho más estimulante que el del resto: Cristina.

Como yo tengo una relación de amor-odio con Velvet, ya que hay partes que me encantan, pero también le veo muchos fallos, en los que insisten continuamente, siempre les critico la falta de arrojo. En Velvet nunca pasa nada. Las tramas, por lo general, son como un perro que intenta morderse la cola: van en círculos, sin llegar a ninguna parte, ya que se repiten a lo largo de los episodios una vez y otra y otra.

Sin embargo, desde que se inició esta tercera temporada de Velvet, el personaje de Cristina ha cambiado, aunque se mantiene fiel a sí misma. La vimos regresar derrotada, sufriendo porque intenta recurrir a su marido por una cuestión importante como puede ser un posible embarazo y, para variar, lo único que encuentra es desprecio. Fue interesante verla pasar de esa chica destrozada que lloraba frente a Bárbara a la que se presenta con el icónico vestido rojo en la gala donde le concedían el premio a su marido.


Por cierto, no sé qué se han fumado los guionistas para que pretendan que nos creamos que el inútil de Alberto ha ganado el premio al hombre del año, pero aceptemos pulpo, sobre todo por el advenimiento de la nueva Cristina, que no pudo molar más.

Desde ese look a lo Veronica Lake, que convierte a Manuela Velasco en la protagonista más guapa y elegante de todas (en el episodio de ayer estaba absolutamente preciosa y fabulosa), hasta su actitud de guerrera, de no querer ser machada más, sino ser ella la que machaca. Una auténtica delicia para ver porque, admitámoslo, ella tiene todo el derecho a comportarse así y a joder vivos a esa pareja que van de santos, dignos y víctimas, cuando fueron los únicos verdugos del asunto. Alberto y Ana no sólo provocaron todas sus cuitas, sino que destrozaron a Cristina y han creado a su nuevo enemigo. Los dos se aliaron para, primero estafarla, y luego cuando ellos se pelearon, Alberto no sólo la usó miserablemente, sino que la estuvo maltratando psicológicamente desde que se dan el “sí, quiero”.

Ellos, y sólo ellos, han logrado que ese amor de chica que era Cristina se haya vuelto fría, calculadora y esté dispuesta a hacer de todo, incluso fingir un embarazo. Y yo no puedo más que estar a su favor y apoyar esa vendetta llevada a cabo junto a Bárbara.


De hecho, me hizo gracia y me irritó a partes iguales lo A) poco sutiles que son los guionistas; B) que a estas alturas pretendan que compremos la situación como ellos quieren. Durante todo el segundo episodio los personajes hablaban de Cristina como una villana, como si fuera la mala de la película, mientras que te dejaban claro que Ana y Alberto eran las víctimas. Ana hasta se justificó diciendo que la culpa era de Cristina por marcar las distancias, cuando ésta última le echa en cara el que la tuviera tan engañada. ¡Venga ya!

Si Alberto y Ana quieren estar juntos contra viento y marea, de acuerdo, que lo sean y luchen por su felicidad, pero lo menos que deberían ser es honestos. Cristina no ha hecho nada para merecer su drama continuo, mientras que ellos sí, así que ya pueden poner a todos los secundarios quitándole hierro al engaño perpetrado por estos dos y dejándote claro que Cristina es la mala porque no, no se compra y punto.

De hecho, Cristina ayer demostró que seguía siendo la misma chica leal y buena... con quien lo merece, claro. No sólo estuvo ahí para Raúl, sino que se encargó de que Enrique, supuesto autor del plagio, pagara. Es interesante ver como es precisamente el ataque a Raúl el que hace que no sólo se conforme con su estupendo plan de la línea de joyería, sino que le quita las acciones a su hermano. Lo que, de paso, nos deja una situación de lo más interesante, ya que Alberto tiene un 40%, Cristina otro y el 20% restante lo tiene Patricia. Tres personajes que se odian entre sí, por lo que el resultado de las decisiones es absolutamente impredecible, dejando a Patricia con la sartén por el mango.


Que, por cierto, ¿se puede caer más bajo que Alberto intentando hacerse con el porcentaje de los Otegui usando su matrimonio? Porque yo creo que no, qué asco de hombre, en serio. Pero volvamos a otras cosas interesantes como, por ejemplo, Patricia.

Porque Patricia, en estos momentos, tiene el poder y Patricia, al menos hasta el momento, nunca se ha movido por lealtades nada más que hacia la empresa. De hecho, es curioso que tanto Alberto como Enrique la subestimen tanto cuando ha demostrado que es mucho más inteligente y capaz que ellos dos juntos.

De hecho, junto a esa fantástica nueva Cristina, el otro personaje que brilló en el episodio de ayer fue Patricia, que volvió a dejar claro que le da mil vueltas a su hermano. Ella tiene claro que Enrique no es el responsable del plagio, que ni siquiera conoce a doña Pilar, algo que soltó como si fuera lo más evidente del mundo, dejando como tonto a su hermano. Sin embargo, aprovechó las circunstancias para quitarse a Enrique del medio.


Ahora habrá que ver cómo funciona la junta, ya que a Patricia el plan de Cristina le pareció brillante, pero ésta la desprecia por acostarse con Enrique. Y no nos olvidemos de que Bárbara y Patricia se odian a muerte y de que Patricia también odia a su hermano, que no sólo lleva toda una vida despreciándola, sino que ahora le ha quitado todo. Personalmente me gustaría que Cristina y ella se aliaran, que hicieran eso de enemigo de mi enemigo es mi amigo, pero a saber lo que nos tienen preparado.

También tengo ganas de ver cómo afecta a ambas las llegadas de Gorka Otxoa y de Raúl Arévalo, que, al menos se supone, vienen para ser el chico de cada una. La verdad es que ya era hora de que tanto Patricia como Cristina tengan a alguien que las quiera y puede ser muy interesante ver a Cristina dividirse entre su venganza y el amor.

Vamos, que la señorita Otegui ha conseguido que Velvet me interese de verdad y deje de ser algo más que un pasatiempo de lo más ligero.

jueves, 17 de septiembre de 2015

El irregular regreso de Byb

Ayer regresó a la tele, por fin, Byb con esa segunda temporada que Telecinco iba retrasando sin pudor (lo malo es que no es la única, pero, bueno ese es otro tema). La cuestión es que Byb regresó con un lavado de cara que, al menos de momento, ha mostrado tanto luces como sombras y no sé hasta qué punto será beneficioso para la serie.

Durante su primera temporada Byb era una serie, ante todo, agradable de ver. Era una mezcla bastante bien hecha de periodismo, drama y comedia con unos personajes que, en su mayoría, eran adorables. Además, se palpaba la química y el buen rollo entre los actores cada vez que estaban juntos: funcionaban tanto por parejas de todo tipo, como en escenas grupales como esas reuniones para preparar el número que tocaba.

Esta temporada prometieron que iban a centrarse más en el drama y en las tramas profesionales, lo que a priori pintaba bien, sobre todo lo último... que fue precisamente lo que menos se vio ayer. Por supuesto, era el primer episodio de temporada y tenían que asentar a todos los personajes tras el movidito final de la primera temporada y, también, dar el giro dramático que va a marcar el desarrollo de Candela. Vale, en ese sentido digamos que comprendo fuera un episodio más centrado en el drama y la vida de todos, que en las tramas profesionales.


Sin embargo, hay algo que no comprendo de las novedades de esta segunda temporada: la eliminación fulminante de la familia formada por César, Susana y sus hijos. Era cierto que una parte de sus tramas era familiar (entre ellos y con Candela, Sonia y Pablo), pero precisamente era César quien llevaba casi siempre el peso de las tramas periodistas. Sí, los demás personajes también trabajaban en reportajes, pero César casi siempre tenía el caso más importante del episodio.

Además, es que ayer se le echó mucho de menos. Bueno, al menos yo sí que le eché en falta junto a Susana, ya que daban muy buenos momentos no sólo entre ellos, sino con los demás.

Es curioso, de hecho, que decidieran deshacerse de dos personajes que estaban bien integrados, que funcionaban en todos los géneros que tocaban y que, sin embargo, dejen a ese trío de personajes que no puede dar más sopor, que es la familia de Carmen. Yo lo siento, pero no puedo con ninguno de los tres. Los tres siempre con cara de pena, los tres siempre con el mismo discurso pesado (y generalmente victimista) y también tres de los que menos pintan y menos relación tienen con el resto de personajes. Carmen se dedica a estar penando en casa de los Bornay con una lealtad injustificada, mientras que el único propósito de Hugo y Martina es marear con sus respectivos; uno con Cayetana y la pobre Sonia, la otra con sus dramas entre Bornay y Mario.


No, en serio, que alguien me explique por qué siguen ellos en la serie.

Porque, de hecho, fueron lo menos interesante del episodio de ayer. Martina no pasó de hacerle ojitos a Mario de nuevo y, de nuevo, ahora que Bornay está fuera de juego, mientras que Hugo siguió con su triángulo amoroso, que tiene toda la pinta de acabar costándole el corazón a la pobre Sonia, víctima inocente en el juego que se traen los niñatos.

Que mira que podían haber aprovechado el hecho de que los Bornay económicamente están de capa caída para largarnos a ellos al pueblo, pero, nada, que ahí siguen.

Los Bornay, en cambio, sí que dieron bastante juego ayer, sobre todo en lo que respectaba al patriarca, Óscar Bornay, sobre todo porque fue él quien supuso la mejor trama del episodio, la que tenía que ver con Clara. Durante la primera temporada Clara me conquistó, no era el personaje que podía parecer en un principio y, aunque era una niña bien, también era buena persona y se veía que estaba enamorada de Pablo. Desde el final de temporada, Clara ha estado entre la espada y la pared por lo sumamente distintos que son su padre y su marido y en este primer episodio volvió a ganar la lealtad a su padre.

De nuevo, no le importó pedirle a Pablo que renunciara precisamente a lo que, según ella, más le gustaba de él: sus principios. No sólo eso, sino que prácticamente le pidió que se arriesgara, lo que, imagino a juzgar por la actitud de Pablo, ha marcado el principio del fin entre ellos. Sin embargo, la actitud de Clara se podía entender y todas las escenas del aeropuerto estuvieron muy, muy conseguidas, logrando tensión, a pesar de que era de cajón que a Pablo no le iban a pillar.


Eso sí, la relación entre ellos va a ser interesante ahora, sobre todo de cara a que aparezca Cristóbal Suárez la semana que viene y también al giro que le tenían reservado a Candela, un giro cruel sobre todo porque su parte empezó siendo la más amable con Sonia y Lucas reaccionando al hecho de que estuviera con el actor.

Aunque, bueno, tengo ganas de ver como Candela, Sonia y Pablo actúan como una familia, algo que prometen los avances y que ya había dado buenos momentos en la temporada anterior. Así que espero que al menos semejante drama acabe teniendo algo bueno y es que Candela y Pablo se acerquen, que a mí me parecen muy monos juntos.

La otra parte que también me convenció fue la más orientada al periodismo o, lo que es lo mismo, las aventuras de Mario y Juan que, sin querer, han dado con una trama de tráfico de blancas. No sólo tuvo un giro perturbador, con los dos y la chica secuestrados por el agregado de la embajada que estaba en el ajo, sino que ponía de manifiesto un conflicto que, imagino, durará: mientras que Mario sigue queriendo llegar al fondo de cualquier asunto, Juan prefiere ceñirse a hacer su trabajo y no ponerse en riesgo de nuevo.

De momento, el episodio terminó con Mario siendo secuestrado a las puertas de la embajada, además de siendo llevado a donde tenían a Juan y la chica rusa, así que desde el principio nos han regalado un bonito cliffhanger que promete para la semana que viene.


Eso sí, deberían tener cuidado con el tipo de tramas periodísticas que eligen: que de vez en cuando den con algo muy gordo que pone a los personajes en riesgo está bien, pero si ocurre siempre acabará cansando. Además, particularmente eché de menos ese tono de crítica social que les caracterizó la temporada pasada. No sólo la situación inicial de César, sino que muchos de los reportajes exponían injusticias que se dan en el día a día: el desempleo, la corrupción, lo difícil de adaptarse a ciertas circunstancias...

Es decir, como ya he dicho, fue un episodio lleno de luces y sombras. Hubo partes que estuvieron muy bien, que prometen mucho, pero también creo que se ha perdido ese encanto, ese no sé qué que la hacía muy disfrutable. No hay crítica social, no hay un sentido del humor tierno (salvo las ligeras pinceladas que dieron Lucas y Sonia, dos de los personajes más luminosos que tienen ahora mismo) y sigo sin entender que conserven a ese trío de personajes que no pueden ser ni más planos (Cayetana, al menos, es compleja y siempre está dividida), ni más pesados.

A ver qué depara el resto de temporada y qué supone el personaje de Cristóbal Suárez, pero, por el momento, sí que creo que se han equivocado a la hora de orientar la temporada y hubiera preferido que hubieran seguido como en la primera temporada.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Agencia Lockwood. El espejo perdido

Uno de mis autores actuales favoritos es Jonathan Stroud y, si no lo conoces, busca ahora mismo El amuleto de Samarkanda y léelo. En serio, no te vas a arrepentir. La cuestión es que tras los cuatro libros de la saga de Bartimeo (El amuleto de Samarkanda, El ojo del Golem, La puerta de Ptolomeo y El anillo de Salomón) y una novela auto-conclusiva (Los doce clanes), el señor Stroud desarrolló otra saga, Agencia Lockwood, cuya segunda parte os traigo reseñada hoy.

La primera entrega, Los visitantes, la reseñé hace un tiempo en el blog, así que, si no sabes qué saga es esta, pues echadle un vistazo al link. Ahora voy a hablaros de la segunda novela de Lockwood y cia porque no tiene desperdicio y su molonidad debe de ser conocida.

Han pasado varios meses desde que la Agencia Lockwood sobreviviera a la casa más encantada de Inglaterra y resolvieran el misterio que entrañaba, lo que ha hecho que sea más conocida y tengan más trabajo. A fin de cuentas, la plaga de fantasmas sigue asolando Londres. En esta ocasión, los encargados de hacer excavaciones en los cementerios (para erradicar fantasmas) les encargan que investiguen una tumba que, según los registros oficiales, no debería estar ahí. Además, el nombre que aparece en la lápida es el de Edmund Bickerstaff, un personaje conocido pues fue un siniestro doctor que intentó comunicarse con el Más Allá.

Sin embargo, una vez que la Agencia Lockwood acude al cementerio, la situación se descontrola: la tumba resulta de ser de hierro, el fantasma se les escapa, están a punto de morir y, encima, la misteriosa reliquia que aparece dentro del ataúd desaparece. Por eso, la Agencia Lockwood tiene que buscarla por todo Londres e intentar desentrañar la verdad sobre el doctor Bickerstaff y lo que hace su espejo, mientras hacen frente a la apuesta con una agencia rival y a la calavera parlante que tienen en casa y que, de pronto, se ha vuelto de lo más habladora.

Si Los visitantes era una presentación de este Londres asolado de fantasmas y de los personajes, en El espejo perdido Jonathan Stroud se sumerge directamente en el caso. Ya conocemos cómo funciona este mundo, la mitología y cómo son los personajes, así que no hay necesidad de establecer nada. Por eso, desde el principio nos sumergimos en las distintas tramas que conforman esta novela.

Porque, sí, la principal es la aparición de esa extraña tumba de hierro que contiene un fantasma y un espejo encantado, pero no es la única. Y es que en esta segunda parte los elementos encajan aún mejor y, además de la investigación, tenemos otras historias como la rivalidad de la Agencia Lockwood con los agentes de Fittes, la calavera que habla con Lucy y que parece saber muchas cosas y, de paso, algo que ya teníamos claro: que Lockwood oculta algo. Todo eso, mientras se va añadiendo información sobre el Problema y nuevos aspectos de este Londres encantado.

De ahí que El espejo encantado sea una novela de lo más entretenida, donde no dejan de pasar cosas. Es curioso porque relata el día a día de la Agencia Lockwood, con sus momentos más relajados, pero incluso entonces es interesante porque una de las partes importantes es la relación entre el trío de amigos que forman la Agencia Lockwood.

Personalmente me pareció muy interesante que en esta novela los tres protagonistas tuvieran no sólo sus momentos de gloria, sino sus encrucijadas y problemas. En Los visitantes Lucy era la que protagonista indiscutible (se explicaba su pasado, su posición en la agencia y su don prácticamente único), pero en El espejo perdido Lockwood y George también son desarrollados y cada uno debe hacer frente a una serie de problemas: Lucy con la calavera que la tienda a desconfiar de Lockwood, éste haciendo frente no sólo al liderazgo sino a que desconfíen de él y George siendo tentado por sus ansias de descubrir la verdad sobre el origen del Problema.

De hecho, me encantó el desarrollo de George en esta aventura. En la primera ya me gustó y era un buen contrapunto a Lucy, pero en esta Jonathan Stroud le ha dado más cancha y ha sido de agradecer.

También se explora más a los agentes de Fittes, ya que la Agencia Lockwood acaba haciendo una apuesta con Kipps y compañía, lo que da muy buenos momentos. La verdad es que me parece todo un acierto el que los protagonistas se comporten como lo que son, jóvenes, y que eso se traduzca en algunas meteduras de patas y ciertos comportamientos infantiles. Les hace más humanos, más reales, y Jonathan Stroud sabe combinar muy bien esos dos veres que tienen sus personajes: por un lado son investigadores, con un trabajo que les importa, pero también sin preadolescentes y se portan como tal.

Eso también se refleja en la historia propiamente dicha, ya que, de nuevo, Jonathan Stroud mezcla extraordinariamente géneros: hay partes muy, muy divertidas, pero también las hay tétricas y llenas de acción. Todo ello, con su narrativa de la cual nunca dejo de hablar maravillas porque este hombre escribe muy, muy bien.

Y, bueno, no hablaré de la resolución del caso o de lo que va pasando porque no me gusta destripar la historia, sólo diré que el caso está muy bien: es interesante, inquietante y tanto la resolución como lo que implica con esa trama general que es el Problema mola mucho. Eso sí, el señor Stroud se casca un cliffhanger final que te deja con la boca abierta y con unas ganas tremendas de leer la tercera entrega, que en inglés tiene el título de The hollow boy.

No, en serio, tenéis que leer a Jonathan Stroud. Mola mucho. Palabra.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Un canalla siempre es un canalla de Sarah MacLean.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Corrientes del tiempo: Capítulo 5

Tranquilos que no se me pasaba que tenía que publicar esta entrada, lo que pasa es que, dependiendo de mi semana, irá o los jueves o los viernes. Pero prometo no fallar con los nuevos capítulo ;P Bueno, aquí os traigo el quinto de Corrientes del tiempo, Fría como el oro:

En la actualidad, mientras intentan salvar a Tim, Tania descubre sin querer algo que podría darles información que necesitan. Al mismo tiempo, Rubén sigue con Mikage, aguardando el momento en que pueda convertirse en asesino. En 1952, Ariadne mantiene un extraño encuentro.



Como siempre, espero que os haya gustado y, bueno, espero que os haya gustado cierta escena parejil y que estéis alucinando con el final. Ya sabéis, para cualquier cosa que queráis decir, pues me dejáis un comentario y yo tan contenta.

En dos semanas, más.

Próximamente: Lazos que atan.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Cuando Olmos conoció a Robles

Ayer por la noche se inició la vuelta de las series en mi casa. Ya, ya sé que el lunes TVE estrenó Carlos, rey emperador, pero yo dejé Isabel allá por el quinto episodio de la primera temporada y, a pesar del súper reparto que tienen, pues no me llama la atención. Sin embargo, Olmos y Robles sí, que para eso es de polis, se graba en La Rioja (de donde yo soy) y... vale, los ojazos del Cortada son un gran motivo para ver algo, no os voy a engañar.

Total, que yo iba con un poco de miedo porque, a priori, Olmos y Robles era una mezcla muy loca de géneros (La extraña pareja + Doctor Mateo + serie policiaca) y eso te puede salir muy bien o ser un completo desastre. Pues bien, por suerte, fue lo primero y acabé con un buen sabor de boca.


Pero antes de ponerme a hablar de Olmos y Robles, me gustaría comentar algo sobre algunas críticas que leí. Al menos, en mi timeline de tuiter la mayoría de la gente criticaba Olmos y Robles en base a la ¿cancelación? de Los misterios de Laura. Lo pongo entre interrogantes porque en ningún momento se ha hecho oficial. La cuestión es que parece que Olmos y Robles han asesinado a Laura Lebrel, según algunos, lo que me parece bastante injusto.

Yo soy la primera que está deseando que hagan de una vez la cuarta temporada de Los misterios de Laura, que me parece una de las mejores series españolas, pero la ausencia de la misma se debe a la más que cuestionable dirección de TVE. ¿O es que existe una ley que dictamina que ambas series no pueden coexistir? De hecho, admitámoslo, sería un gran puntazo tener a Laura investigando con Olmos.

Así que, bueno, por mucho que quiera la vuelta de Laura no me parece justo criticar a la nueva serie, sobre todo cuando lo único que tienen en común es esa idea inicial de mezclar una serie de policías con algo más (en el caso de Laura con su familia, en el caso de Olmos y Robles con el típico pueblo encantador de zumbados). Y cuando TVE lleva maltratando Los misterios de Laura desde esa primera temporada que recortó; recordemos la de años que pasó hasta la segunda y luego hasta la tercera.

Y, ahora sí, paso a hablar única y exclusivamente de Olmos y Robles.


Agustín Robles (Rubén Cortada) es el niño bonito de la academia, un teniente del GAR (el grupo de acción rápida de la Guardia Civil) que acaba en Ezcaray siguiendo a un asesino en serie, que está matando a rusos y deja los cuerpos de una forma particular. En Ezcaray vive Sebastián Olmos (Pepe Viyuela), un cabo de la Guardia Civil que vive tranquilamente en su pueblo natal y al que le van a cerrar el cuartel y trasladar.

Olmos descubre el cuerpo del último asesinado y acaba envuelto en la investigación de la Interpol, donde, contra todo lo que podía parecer por la naturaleza torpe de Olmos, sí que les ayuda. Así comienza la colaboración entre estos dos hombres, que no pueden ser más dispares, además de la llegada del serio Robles a Ezcaray, donde sus habitantes son un poco... peculiares.

Se supone que la serie va a combinar casos semanales con esa trama horizontal que es la de La venganza de los siete infantes de Lara, que aparentemente se resuelve ayer, aunque quedan cabos sueltos y una misteriosa escena final que augura que el caso continuará. Y estoy deseando ver cómo se desenvuelven con los casos auto-conclusivos porque lo que vi ayer me dejó muy buen sabor de boca.


Olmos y Robles no tiene pretensiones, lo que es de agradecer. Se dedica a ser un producto de entretenimiento (que para mí no tiene nada de malo, ya que la ficción está principalmente para eso) y cumple con creces. El episodio piloto se me pasó en un verbo y eso que los pilotos son complicados: hay que presentar personajes, tono, etc. En este caso, además, debía ligar dos géneros tan dispares como el thriller y el costumbrismo de un pueblo peculiar. Y para mí cumplieron de sobra. En mi opinión, la parte del pueblo fluye con más naturalidad que la policíaca, ya que esa parte del reparto está mucho más conseguida.

Eso sí, me parece todo un acierto que, a pesar de ser una comedia, se tomen en serio la parte policial y que incluso nos intenten ofrecer escenas diferentes, más serias o de película de acción, como la de presentación de Robles.

Otro punto que me pareció interesante fue que, además de usar los escenarios de La Rioja, también se basaran en la leyenda de Los siete infantes de Lara. ¿Qué tiene pinta que ese caso va a ser algo más bien anecdótico y una mera excusa para darle más continuidad a la serie? Pues también, pero tampoco molesta y, si algo han enseñado las series americanas, es que esa clase de tramas pueden mejorar al avanzar la serie.

Que, por cierto, qué bonita sale La Rioja por la tele, ¿eh? Fue todo un puntazo reconocer escenarios (como curiosidad, el cuartel de Ezcaray es en realidad un bar muy, muy chulo) y ver escenas que, personalmente, me resultaron surrealistas como la tanqueta en portales en Logroño. Desde aquí les pido que algún día se pasen por Calahorra, ya que estamos, que no es tan bonita como Ezcaray ni de coña, pero, oye, tiene sus cosas.

¡El puente de piedra de Logroño! Y Luis Miguel Seguí, of course.

Y, como ya he dicho antes, es esa parte más amable y ligera la que mejor funciona. Hubo escenas descacharrantes como ese interrogatorio de Robles y Alcides a los del pueblo (con confusiones varias) o esa otra en la que ambos alucinan a ver a todo el pueblo, guantes de látex en mano, peinando Ezcaray. En serio, yo me moría con esa última, sobre todo con la cara de “¡que alguien me saque de este pueblo de locos!” de Robles.

Los vecinos han quedado ya muy bien dibujados, pero en este primer episodio han sido más bien presentados, ya que lo importante era establecer tanto la relación como los caracteres de los protagonistas. Y es ahí donde queda claro que Pepe Viyuela y su Olmos son los reyes de la función. Viyuela se apropia de la serie desde el primer momento, está tan natural que parece que lleva años siendo Olmos y, además, le han dado un personaje muy agradecido porque Olmos es un amor. Amable, entregado, apasionado y es listo. Jo, cuánto me alegré al ver que, por mucho que fuera torpe, es inteligente y habilidoso a la hora de investigar.


Por otro lado, Rubén Cortada fue el rival más débil interpretativamente. El muchacho tiene presencia (como para no, con esa altura y esos ojos), pero lo noté muy acartonado. Yo no he visto El príncipe, así que no puedo comparar, pero me pareció un tanto forzado. Quizás es por el esfuerzo de intentar controlar su acento, que le hacía hablar de forma un poco rara, pero creo que el resto del reparto le comió terreno. Habrá que ver en los episodios que quedan y, sobre todo, si se suelta al relacionarse con el resto del pueblo.

La verdad es que tengo muchas ganas de ver a Robles integrándose en Ezcaray y también las tengo de ver a Andrea Duro, una actriz que siempre cumple, que me encanta y cuyo personaje (la hija del genial e irónico Atiza) aparecerá en el próximo episodio.

Vamos, que el episodio piloto de Olmos y Robles fue bastante efectivo, ya que presentó a los personajes sin que fuera aburrido o lioso, asentó el tono que mezcla comedia y misterio y, por encima de todas las cosas, fue muy, muy entretenido. Personalmente disfruté mucho del primer episodio, creo que tiene margen para mejorar y que se pulan ciertos detalles (la mezcla de géneros en general funciona, pero sí que creo aún tienen que pillarle un poco el punto; la trama policíaca es un poco floja, al menos de momento; Rubén Cortada tiene que soltarse), así que a mí me tendrán los martes frente al televisor, esperando una nueva entrega.