lunes, 29 de febrero de 2016

La elegancia del erizo

Esta es la historia de odio-amor que mantuve con La elegancia del erizo, novela de Muriel Barbery. Mi hermana se compró el libro hace tiempo, leyó dos capítulos y lo dejó olvidado, que es lo que suele hacer prácticamente siempre. La cosa es que el libro me producía curiosidad, así que me dio la ventolera y me lo leí y así empezó la historia de odio-amor-odio.

Pero, primero, os contaré de qué trata La elegancia del erizo:

Renée es la portera de un lujoso edificio parisino donde vive lo más granado y poderoso de la sociedad francesa. Aparentemente Renée es una portera normal y corriente, de las que se pasan la vida viendo la televisión y apenas tiene preocupaciones. Sin embargo, Renée oculta un secreto: es terriblemente inteligente, pero prefiere disimular ante los vecinos para no tener problemas.

En ese mismo edificio, vive Paloma, una solitaria niña de doce años, que también es muy, pero que muy inteligente. Paloma ha decidido suicidarse antes de cumplir los trece, ya que considera que a esa edad se convertiría en una adulta y no piensa hacerlo. Sin embargo, Paloma también quiere aprovechar la vida, así que decide escribir diarios sobre sus pensamientos y buscar la belleza en el mundo.

Todo esto, sin embargo, cambiará cuando un nuevo vecino llegue al edificio, Kakuro, un hombre japonés diferente y también muy inteligente. Un hombre que no tarda en darse cuenta de que tanto Renée como Paloma son mucho más de lo que aparentan.

Como os he dicho, con esta novela tuve una relación de odio-amor. Y es que la primera parte me resultó bastante pesada, por no decir directamente un tostón de padre y muy señor mío. Es que, hasta la aparición de Kakuro, La elegancia del erizo consiste en las reflexiones filosóficas de sus dos protagonistas y yo siempre he detestado la filosofía. Tenía a su favor, que se leía con rapidez, pero también me resultaba bastante pedante, al igual que sus dos protagonistas. Yo es que seré muy básica y muy superficial, pero paso bastante de lo que pensaban Kant y demás.

No obstante, cuando Kakuro aparece, la acción arranca y fue entonces cuando me enamoré del libro. Sí, el tono filosófico y pedante sigue ahí, pero también se vuelve un relato mucho más tierno, que ahonda en las relaciones humanas, sobre todo en la que se establece entre Renée y Kakuro. De hecho, la llegada de éste último al edificio acaba propiciando que Paloma y Renée se conozcan y que desarrollen una amistad bastante mona.

Esa segunda parte me la leí en un suspiro y la disfruté un montón y sólo por eso ya merece la pena el haber leído La elegancia del erizo.

Eso sí, sin entrar en spoilers, os aviso de que tiene un final bastante brusco, que me dejó tan flipada que tuve que releerme los últimos capítulos para comprobar que no me había imaginado nada. La verdad es que aún pienso en el final y sigo sorprendida. Si habéis leído el libro, me entenderéis, sino siempre podéis echarle un vistazo, pues se lee bastante rápido, a pesar del exceso de filosofía.

Además, Muriel Barbery tiene un estilo muy bonito, bastante poético, con unos diálogos geniales. Su estilo me pareció muy tierno, pero al mismo tiempo también era muy irónico, lo que propiciaba algunos golpes muy divertidos.

Curiosamente, aunque sus dos protagonistas son personajes un tanto pedantes, sobre todo Paloma, también son muy humanos y les acabas cogiendo cariño. De hecho, todos los personajes están muy bien dibujados, aunque aparezcan muy poco, lo que permite hacerte fácilmente una composición de lugar y saber cómo son.

Es decir, La elegancia del erizo es un libro distinto, incluso curioso, que cuesta leer al principio, pero que acaba resultando muy tierno y sensible. Si a alguien que odia la filosofía como yo, le acabó conquistando, puede hacerlo con cualquiera... ¡y yo necesito comentar ESE final! No, en serio, que sigo flipando pepinillos, pegatinas y todo lo que podáis imaginar. La leche.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Víctor Ros y el gran robo del oro español de Jerónimo Tristante.

jueves, 25 de febrero de 2016

La caída de Bellamy Blake

The 100 es esa serie que tengo tantas ganas de ver como miedo me da verla, ya que no sabes con qué te pueden sorprender y a quién se pueden cargar. Y es que The 100 nunca se corta un pelo a la hora de avanzar con la historia, ni con mostrar que toda acción genera una reacción y que todos los actos tienen consecuencias. Así que, tras el bestial final de la segunda temporada, estamos con una tercera que ha comenzado fuerte y que no puede ser más tensa. La tierra se ha convertido en una bomba de relojería y ni siquiera sabes qué frente va a explotar antes o va a ser peor.

Si no estáis al día con The 100 os recomiendo que huyáis como de la peste de esta entrada porque va a haber spoilers sobre lo que llevamos de temporada- Avisados quedáis.


Hablaba de que los guionistas tienen muy claro que las acciones traen consecuencias de todo tipo y eso está muy bien, sobre todo porque permite explorar a los personajes y llevarlos a lugares que no habrías pensado. Lo curioso del caso es que la gran mayoría de personajes no parecen darse cuenta de que lo que hacen tienen sus efectos tanto personales como políticos y me sorprende que nadie, pero absolutamente nadie, haya reparado en que Clarke, Bellamy y Monty se vieron obligados a exterminar a la gente de Mount Weather y que lo más probable es que les queden secuelas, que es lo que ha pasado.

Por eso Clarke se exilió, porque necesitaba tiempo y distancia, lo que parece haberle venido bien, porque sigue siendo la misma persona fuerte y con el claro objetivo de que haya paz entre su gente y los grounders. De hecho, en estos cinco episodios hemos visto a Clarke luchando por mantener la estabilidad, por seguir el plan de Lexa para evitar una guerra y haciendo las paces con ella.

Y, aunque la relación entre Clarke y Lexa es muy interesante, parece que han dejado a Clarke más o menos estable, por lo menos hasta ahora. Habrá que ver si se ve obligada a tomar más decisiones imposibles y examinar el tipo de líder que debe ser, tras todo lo que descubre en el quinto episodio, Hakeldama.


Eso sí, es curioso que, en lo que llevamos de temporada, Clarke haya sido más un motor que un personaje en el que ahondar. Ojo, no me quejo, ni mucho menos. A lo que voy es que en la segunda temporada Bellamy no sufrió una gran evolución, siendo más un personaje que llevaba a cabo la acción, mientras que Clarke era la que debía hacer examen de conciencia y descubrir qué clase de persona era y hasta qué punto estaba dispuesta a cruzar ciertos límites. Ahora, en la tercera temporada, les han intercambiado los roles, siendo Clarke la estabilidad y Bellamy el que se está enfrentando a sí mismo.

¿Qué esa evolución es negativa y todos queremos espabilar a Bellamy a base de hostias? Pues sí, para qué mentir, pero eso no quita que su descenso a los Infiernos no sea lógico, ni esté bien escrito, porque lo es.

The 100 es una serie complicada sobre situaciones complicadas, lo que hace que, en general, todos tengan sus motivos y cierta razón a la hora de tomar decisiones. Siempre hay excepciones, por supuesto, pero aunque no estés de acuerdo y veas que el personaje la está cagando, es comprensible que tome esa decisión.

Por ejemplo, pensamos en Abby, en parte responsable de todo lo que está pasando. Abby sigue sin ser santo de mi devoción, que conste, pero también entiendo el conflicto entre su faceta de líder y la de médico. Abby es, quizás, el personaje más ingenuo de todos los que hay en la serie y sigue sin comprender cómo funciona el mundo en el que vive y, además, le puede su naturaleza de sanadora. Quiere salvar vidas a cualquier precio, lo entiendo, de veras, pero eso, a su vez, la hace una líder terrible, como señala Raven al principio de temporada. Por eso, aunque sea humano y comprensible el que decida usar Mount Weather como hospital, también es un error enorme que, en parte, provocó el lío que hay ahora mismo.


Como ya he dicho, las situaciones en The 100 son complejas y se acaban formando por las consecuencias de los actos de todos los personajes, lo que hace de The 100 una serie maravillosa y un poco estresante, porque nunca sabes qué decisión acabará liándola. Porque, sí, Abby al usar Mount Weather cabrea a los grounders y La nación del hielo decide tomarse la justicia por su mano para quedar por encima de Lexa, pero tampoco ayuda ese maldito Pike, personaje odioso donde lo haya.

Odioso y bastante estúpido. Sabrá él si tiene más motivaciones además del odio y una irracionalidad rayando en la idiotez suprema, pero su política sólo es oportunista. Por mucho que vaya de digno y de héroe no deja de ser alguien que le está dando a la gente lo que quiere sin pensar a largo plazo, tan sólo en conseguir poder y generar destrucción. Sí, de acuerdo, puede exterminar a un pequeño ejército con sus armas por la noche, pero ya no es sólo que haya provocado una guerra donde morirán personas de todo tipo, sino que su lógica tiene una gran laguna: la munición se acaba y ellos son muy pocos, la mayoría sin entrenamiento, mientras que los grounders son doce enormes tribus de guerreros fieros. Vamos, que Pike está provocando una masacre en su propia gente, por lo que yo abandonaría el barco si estuviera en Arcadia.

Pero yo quería hablar de Bellamy y de su descenso a los Infiernos.

Porque ahora mismo veo The 100 y me cabreo un montón con él, porque veo cómo la está cagando al coger un camino equivocado que ya acabó con Finn la temporada pasada. Sin embargo, también me parece una evolución interesante y que precisamente es complicada porque Bellamy tiene razón en ciertos aspectos.


Empecemos por el hecho de que Bellamy está traumatizado, algo normal tras masacrar a las personas de Mount Weather, sin poder hacer distinción entre enemigos o amigos. Sí, era algo que debían hacer, pero eso no quita que junto a Clarke y Monty se convirtieran en asesinos en masa. ¿Y le importa a alguien? Para nada. Todos están súper pendientes de Jasper, porque no deja de armar numeritos, ignorando a Bellamy y Monty, pero el funeral va por dentro y estamos empezando a ver que ambos están hechos mierda.

Que conste que me parece súper fuerte que nadie haya mostrado ni un mínimo de interés en ver si ambos estaban bien. Joder, que Octavia es la hermana de Bellamy y estaba más ocupada rebelándose que preocupándose por él. Al revés eso no habría pasado.

Bueno, a lo que iba, que Bellamy estaba traumatizado, se consideraba un monstruo (él mismo le dice a Clarke que lo es) y creo que por eso intentaba compensarlo siendo más blando o más suave, por decirlo así. Además, tenía la misión de encontrar a Clarke para traerla a casa, por lo que tenía su mente ocupada en una tarea. Sin embargo, llegó el tercer episodio de la temporada, Ye who enter here, y de repente todo se le viene abajo: confía en una grounder que le traiciona y provoca muchísimas muertes de su gente, incluida su novia, pero además al fin encuentra a Clarke y ella decide quedarse con Lexa.


Así que, de primeras, Bellamy se encuentra solo, sin una misión en la que concentrarse y sin una novia que le distraiga y con todavía más culpa y desprecio por sí mismo de los que ya sentía. Recordemos que, a diferencia de Clarke, Bellamy sí hizo amigos en Mount Weather y fue ayudado por ellos. Vamos, que termina por venirse abajo y empieza a recorrer el sendero de la auto-destrucción, aunque de forma diferente a la de Jasper. Él no se emborracha, sino que se abandona a esa condición de monstruo que considera que es y Pike lo aprovecha. Básicamente le ofrece la posibilidad de salvar a su gente si libera al kraken que él mismo cree que es.

Por otro lado, creo que a Bellamy también le afecta muchísimo lo que haga Clarke. A lo largo de dos temporadas hemos visto cómo se volvían un equipo y cómo él era el apoyo de ella (es Bellamy quien se ofrece a bajar la palanca en el final de temporada), pero luego Clarke desaparece y lo deja solo. No está ahí para él, algo que se repite cuando por fin llega a ella y Clarke decide quedarse con Lexa. ¿Qué Clarke tiene sus razones? Por supuesto, la decisión de Clarke es comprensible y sensata, más provocada por la necesidad y el deber que otra cosa, pero también se puede entender que Bellamy sienta que la relación entre los dos no es recíproca: él siempre ha estado a su lado y, cuando más la necesita, Clarke está con Lexa, responsable en parte de la masacre de Mount Weather, es decir, de convertirlos en monstruos.

¿Qué Lexa tenía sus razones para actuar así? Desde luego, ella hizo lo que creía mejor para su pueblo. Es decir, que no actuó guiada por la maldad y, de nuevo, su decisión es fácilmente comprensible, pero también es un hecho que Lexa les traiciona y que el resultado de esa traición acaba desembocando en la masacre.


Por eso, los reproches de Bellamy hacia Clarke en Hakeldama tienen su parte de razón, por eso su caída a los Infiernos, aunque desesperante, está bien escrita. Y espero que eso también signifique que acabe recapacitando.

Creo que el hecho de haber salvado a Indra y de sentirse visiblemente incómodo y avergonzado de lo que ha pasado da cierta esperanza de que recapacite. Ahora mismo, por triste que sea escribirlo, Bellamy se está comportando como un niñato que la ha cagado, en el fondo lo sabe, pero es incapaz de admitirlo delante de los demás. Vamos, que yo espero que Kane le arree un par de bofetadas y le haga reaccionar de una puñetera vez. De hecho, me gustaría que Clarke consiga llegar a Bellamy y éste acabe volviéndose contra Pike, que la cercanía entre ambos les ayude a deshacerse de él. Pero, bueno, eso ya son cábalas y no me fío de esta serie, que me da más miedo que un nublado.

De momento, como ya he dicho, Arcadia es un polvorín entre Pike y sus ganas de guerra contra los grounders y el iluminado de Jaha en plan sectario. Habrá que ver qué amenaza es peor (yo voto por Jaha y su más que inquietante amiga holográfica ALIE) y cuando estalla todo, pero yo espero que Bellamy acabe recapacitando, que era uno de mis personajes favoritos. También espero que el pobre Kane salga con vida, que es el más razonable y el que debería ser el líder, pero lo tenemos en una situación muy mala.

Ay, si es que The 100 nos da la vida y nos la quita todo el rato.

martes, 23 de febrero de 2016

El ministerio del Tiempo 2x02 - El tiempo en sus manos

Vamos con una nueva crónica dedicada a El ministerio del tiempo, en este caso dedicada a su segundo episodio en el que, por un lado, hemos conocido a Pacino, el reemplazo de Julián, y, por otro, ha sido un episodio totalmente distinto a lo que nos tienen acostumbrados y eso ha molado muchísimo. Por cierto, así, antes de entrar en faena, quiero dar las gracias a los responsables de la llega de Hugo Silva y su Pacino porque el personaje no ha podido molar más y él ha estado fantástico (y guapo a rabiar, as usual... ainss).

El episodio comienza en Madrid en 1981 donde vemos a un par de policías perseguir a un par de chavales (información friki: uno es el difunto hijo de los Montilla y el otro el hijo de Juanjo y Trini) al ritmo de Los Chichos (más información útil, para que veáis) para echarles la bronca por tomar drogas, a pesar de trabajar para ellos. Están a puntos de detenerlos, cuando Hugo Silva, es decir, Pacino escucha un aviso en la radio y sale escopetado.

Hugo Silva: Pues, ea, ya estoy otra vez de poli y dispuesto a coronarme en el Ministerio del tiempo.
Yo al verle:


Al llegar a la dirección indicada, Pacino deja a su compañero esperando a que lleguen los refuerzos (dado que tenemos a Pacino y a un chavalín que le sirve de acompañante, ¿lo aceptamos como referencia a Esencia de mujer? Uh, ahora imagino un crossover entre El ministerio del tiempo y NCIS: LA y flipo mucho) y sube al apartamento donde se han escuchado gritos y descubre que un desalmado tiene a una mujer y su hijo.

A pesar de la aparición de Pacino, El desalmado mata a la mujer y se mete en un armario. Pacino manda al niño a buscar a su compañero, dice "otra vez no, joder" y ni corto ni perezoso se mete en el armario para seguirlo. Es una pena que en esta serie no tenga pairings slash, que me estaría dando un perrenque sólo con escribir eso de la emoción. Bueno, a ver, Pacino no sale en Narnia, sino en un bar donde un par de policías le detienen y no le toman en serio porque, claro su placa es del 81 y está en el 2016.

A todo esto, en el Ministerio vemos a Ernesto e Irene esperar para poder entrar en el despacho de Salvador y la tensión se puede cortar con un cuchillo. Los dos están buscando a Julián, pero lo único que tienen es el ordenador de Julián, que ha sido borrado. Ernesto señala que siempre se puede recuperar información del disco duro, lo que hace que Irene proteste y que se ponga de manifiesto lo raruna que está la situación con ella, además del hecho de que Ernesto no se fía de ella ni un pelo, a pesar de que Salvador sigue en sus trece de darle una segunda oportunidad.

 Salvador: A ver, niños, ¿qué os pasa ahora? Y a ver si vais solucionando vuestros problemas, que esto va a empezar a parecer Casados a primera vista y no tenemos psicólogos suficientes como para superar eso.

Irene: Jefe, este mamón me ha spoilerado el final de Vis a vis y me ha dicho que Maca no se va a liar con Rizos nunca.
Ernesto: Bah, no es culpa mía que no pudieras verlo en directo. Y Team Fabio forever and ever.

En esas, llega Angustias para hablarle a Salvador del caso de Pacino, al que acaban de detener y está igual que en la portada de El caso donde lo acusaban de haber asesinado a la mujer que quería salvar. Y, claro, como no es Jordi Hurtado, pues es un poco mosqueante. Que, por cierto, Angustias demuestra ser la persona más sabia del Ministerio al comentar lo guapo que es Pacino y que es una pena que sea un asesino. Ídola magna.

Angustia: Los tíos tan buenos no deberían ser asesinos... Ey, ¿y si le cotilleamos el facebook? ¡Quizás tenga todos en bañador!


Salvador: Angustias, ¿le acabas de seguir en twitter? Por favor, que este tío ha matado a gente. ¿Pero qué pasa en la crónica de hoy que todos parecéis adolescentes?

Mientras, en la cantina, Alonso y Amelia están hablando de la desaparición de Julián y él cree que Julián ha vuelto a por Maite y lo compara con la versión española de Hachiko, Jarrete, que perteneció al padre de Alonso. Amelia comenta que quiere volver a ver a Julián y le acaba enseñando la otra foto que tiene con Julián y Alonso alucina porque, claro, no sabe qué sería peor: que se lo ocultaran o que no se diera cuenta. Está claro que Alonso quiere y debe ser el padrino del futuro enlace, sobre todo porque es un amor con Amelia al decirle que sus problemas son los de él.

Como Salvador los llama a su despacho para contarles el caso de Pacino, la conversación queda pospuesta. La cuestión es que han llevado a Pacino al despacho de Salvador y el primero demuestra ser muy listo al deducir que ha viajado al futuro, aunque no termina de creérselo. Lógico, por otro lado. Entonces, los del Ministerio le hacen un perfil que ni los chicos de Mentes criminales y explican que a Pacino le llaman así por su parecido con Al Pacino en Serpico. Como a nadie le suena demasiado la película, Pacino se pone en plan Al Paciner, quejándose de que el futuro es una mierda porque no conocen a Al Pacino, pero lo mejor de todo es que Alonso lo ha bautizado como Chapino y yo no soy de las que se resisten a los motes. Y, oye, que si Alonso de Entrerríos lo llama así, para mí va a misa.

Alonso sin entender lo de Chapino.
A mí me recuerda a mi abuelo, que le encanta Friends, pero a Phoebe la llama Piwi y a Joey Kiwi. #InfoAndreaVidaReal #HonorandoAYosParanoias

Total, que Chapino les cuenta su historia y deben verificarla. Como el espejo se puede mover, deciden que lo mejor es investigar la puerta del bar, que estará fija. Así, Ernesto se va con la patrulla al bar, mientras que Chapino se queda con Irene y el jefe para que vea unas cosas. Los primeros se hacen pasar por los de Sanidad y como el camarero protesta, Ernesto se pone en plan "para chulo, mi pirulo" porque debe defender el honor de los funcionarios.

Irene: Por favor, por favor, que el señor Tumnus no se haya vuelto un psicópata

Mientras, en el Ministerio, a Chapino le hacen ver grabaciones de seguridad y así reconoce al asesino. De hecho, ven cómo éste tira el arma de Chapino en una papelera, por lo que Salvador manda a Ernesto a por ella, mientras Amelia y Alonso investigan una puerta clausurada que había en el bar. Por cierto, qué poco curioso el dueño. O qué cotilla yo, no sé, pero desde aquí os digo que no pararía hasta abrirla y ver qué hay dentro.

Así que, como Chapino ha demostrado que decía la verdad, Salvador le da el tour y de paso los guionistas responden a los pesados que le buscan tres pies al gato y se preguntan ciertas cosas sobre el funcionamiento del viaje en el tiempo. También, de paso, Angustias aprovecha para radiografiarle el culo a Chapino. En serio, qué lista es esta mujer.

Angustias dando el visto bueno al culo de Pacino (y siendo feliz en el proceso).

De vuelta al despacho de Salvador, Chapino ha deducido que el precio por saber del Ministerio es que debe quedarse ahí. El jefe se lo confirma, explicándole que no pueden decirle a los jefes de Chapino que el asesino en realidad es un viaje del tiempo. A Chapino le preocupa el que el honor de su padre no quede restituido. Y es que el padre de Chapino investigó un asesinato anterior que ocurrió exactamente igual, con la diferencia de que el pobre hombre se quedó impresionado por el tema del armario y lo tomaron por loco, lo que provocó que se acabara suicidando. Eso, a su vez, hizo que su esposa no se recuperara nunca y muriera poco después, por lo que el pobre Chapino se quedó solo y... Ay, qué pena que me da su historia. Voy a devolverle su mote molón, anda.

En 1981, Alonso encuentra un montón de almanaques deportivos (si hay que hacer referencias a Regreso al futuro, se hacen en condiciones y yo tan contenta) y Amelia el registro de unas enormes donaciones a un orfanato con el mismo nombre, que es el dueño de la inmobiliaria que posee el bar y el edificio donde está el piso. Al deducir que el asesino usa los almanaques para hacerse rico, Irene saca a colación Regreso al futuro, pero a nadie le suena, así que comenta que debería haber una filmoteca en el Ministerio y yo ya me veo a unos exigiendo que esté Terminator y otro pidiendo la filmografía completa de Al Pacino.

Salvador, de paso, comenta el caso de un tesorero que les robaba y se iba a esquiar a Suiza... Ay, que me da, me da del todo. Mira al amigo Bárceras, qué listo.

A todo esto, Ernesto repara en que debe haber más vistas, así que Salvador les habla del caso del padre de Pacino. Como están seguros que debe haber más mujeres asesinadas, Salvador le pide a Irene que investigue asesinatos en esa casa. Además, deciden que deben atrapar al asesino, así que Irene se presenta vestida de policía en su casa para ponerle nervioso y lo consigue, por lo que el asesino recoge sus cosas de viajero en el tiempo y se va al bar, dispuesto a desaparecer en 1981, pero aparece en el Ministerio. En serio, Salvador es un mastermind que ríete tú de Meñique, Varys y cía.

Salvador: ¡Madre de Dios! Ernesto, ¿te has hecho la manicura?
Ernesto: Velázquez insistió, quiera probar con eso del nail art... Jefe, creo que no deberíamos tener esta conversación delante de un asesino psicópata... y con esas pedazo de cutículas. ¡Uh!

Ernesto y Salvador interrogan al Hideputa (como Alonso lo ha bautizado) y le echan en cara que ha dejado huérfanos a muchos niños, pero encima El Hideputa presume de haberse encargo de ellos. Éste, por cierto, deduce que Salvador es huérfano, pero él sigue con su cara de póquer. Por mucho que Ernesto dé miedito y esté a punto de zurrarle al Hideputa, el tío no contesta, así que Salvador le comunica su futuro destino: una mazmorra en un castillo del medievo. Creo que a todos nos suena el sitio. Como está claro que el tío no va a hablar, Salvador le desea una larga vida de sufrimiento y, entonces, El Hideputa dice que hablará y todo sabemos con quién va a hacerlo, que no es nuestro primer rodeo.

Bueno, a todo esto, Pacino está pasando tiempo con Amelia y Alonso y solucionando las típicas dudas, cuando Alonso decide que ha llegado el momento de resolver algo que debe preguntarle mucho: ¿por qué le llaman Chapino? ¿Por qué era zapatero? Pacino, por su parte, no entiende nada, así que Ameliapedia debe explicarle que un chapín es un zapato de mujer. Hijo, Pacino, ¿no has visto El mago de Oz con sus chapines de rubí?

Este no ha visto El mago de Oz, nadie hace referencias a Narnia a pesar del armario, ni siquiera a Harry Potter. Estas cosas con Julián no pasaban, que os quede claro.

Alonso alucinando con Pacino, Serpico y demás.

Amelia (pensando): Hombres, unos se emocionan por el fútbol, otros por películas... ¿Dónde están los que se emocionan por la literatura? Ay, Lope, cómo me acuerdo de ti...

Ay, que se me va. Pacino les habla sobre Al Pacino y de la película de Serpico y Alonso lo traduce a su propio idioma. Sin embargo, no tiene tiempo de interrogarle sobre lo buen alguacil que era Al Pacino en la película, ya que Ernesto va a buscar a Pacino (al nuestro, no a Al) para que hable con El Hideputa. Le hace jurar que no le pegará, pero Pacino le zurra, mientras se ponen al día con sus historias: lo del padre de Pacino, el modus operandi del Hideputa...

Al final, El Hideputa le propone un trato a Pacino: le ayudará a resolver el caso por completo, le dará la lista de todas las víctimas e incluso los contratos de alquiler, si Pacino viaja al 8 de mayo de 1886 para matar a su padre.

Luego, en una reunión del Consejo de sabios, exponen el caso y Alonso pide cinco minutos con él a solas, pero Ernesto señala que Pacino ya le ha pegado suficiente. Alonso parece aprobar eso. Salvador decide dar el caso por cerrado, pero Pacino cree que deberían salvar a las víctimas viajando en el tiempo; entiende que la historia debe preservarse, pero no cree que esas mujeres vayan a cambiar nada, así que deberían salvarlas. El jefe le dice que, a pesar de todo, no pueden arriesgarse y que debe cumplir las normas, algo que Pacino acepta porque está acostumbrado al haber sido policía en una dictadura.

Después, Salvador les da su nueva misión: deben convencer a Pau Gasol de que juegue al baloncesto en lugar de estudiar medicina, porque debe ser una gloria sí o sí. Entonces los despide, así que los tres se marchan: Amelia y Alonso vuelven a casa, pero Pacino va a vivir en la actualidad, ya que en su época es un hombre buscado y tampoco es que tenga a nadie que le espere.

En el despacho, Ernesto le pregunta a Salvador si se fía de Pacino y Salvador dice que sólo se fía de él, pero que comprende a Pacino. Éste se va a poner a fumar y Ernesto se china en plan Mercedes Milá, aunque Salvador le quita importancia y le pregunta si se ha saltado alguna regla, pero Ernesto dice no tener debilidades, ni amantes, ni nada. Yo quiero un episodio en el que Ernesto pierda la cabeza, algo tipo Resacón en el Ministerio. No me digáis que no molaría, ni nada.

Ernesto preservando los claustros del siglo XV.

Amelia y Alonso, por su parte, van hacia sus respectivas puertas, cuando Alonso comenta lo increíble que es ella. Amelia está al borde del infarto, pero Alonso le deja claro que no la corteja, que sencillamente encuentra admirable que siga trabajando pese a todo. Amelia, entonces, le dice que alguien le enseñó que, cuando había que resolver problemas de otros, jamás debe pensar en los propios. Ese alguien era Alonso, a quien Amelia le da un beso en la mejilla, antes de irse. Jo, qué monos están siendo estos dos esta temporada, sobre todo desde que Alonso se ha quedado de segundo al mando.

Más tarde, vemos a Pacino colarse en el despacho de Salvador, consultar el libro con el índice de puertas y arrancar una página. Así que, cuando al día siguiente no se presenta para la misión de Gasol, no nos sorprendemos, ni tampoco Salvador, que está convencido de que ha ido a impedir el asesinato que volvió loco a su padre, algo que se ve reforzado cuando ve que ha arrancado esa página.

Irene se ofrece a ir ella porque dice tener más experiencia, pero Amelia la castiga con el látigo de su indiferencia y a Alonso prácticamente le falta escupirle a la cara. Así que ambos viajan para detener a Pacino, que está fumando en una calle oscura... en 1886, no en 1946, que es a donde se han ido Amelia y Alonso.

El club de 'Odio a Irene Larra' al completo.

A partir de aquí, espero no liaros contando lo que pasa, ya que empezamos con wibbly wobbly timey stuff. Pero, vamos, en 1946 Amelia y Alonso ven como El Hideputa tiene a una chica de rehén, cuchillo en mano, aunque no hay ni rastro de Pacino. Alonso le apunta con un arma, mientras que Amelia le dice que la policía está al llegar.

En 1886, Pacino llega al mismo apartamento, donde un niño está escondido en el armario espacio-temporal, viendo una bronca inmensa entre un matrimonio. Ante la llegada de Pacino, pipa en mano, el hombre coloca a la mujer ante él, poniéndole un cuchillo en el cuello... justo como está ocurriendo en el mismo apartamento, en 1946. Ahí, Amelia le dice al Hideputa que lo saben todo de él, que parece cada vez más desesperado.

En 1886, Pacino intenta que el hombre suelte a su mujer, pero éste le pide que suelte el arma y se la pase con una patada... que es lo mismo que el Hideputa le pide a Alonso en 1946. Ambos lo hacen, al igual que ambos chungos cogen la pistola para amenazar a sus respectivas víctimas. Eso sí, en 1946 Amelia se ofrece a cambiarse por la mujer para que El Hideputa pueda huir por el armario y Alonso prácticamente le jura destruirlo.

A mí Alonso de Entrerríos me mira así y me hago caquita. No lo querría como enemigo jamás.

El Hideputa parece que va a matar a Amelia, cuando en 1886 el hombre presiona el gatillo... pero el arma no está cargada. Y, en ese momento, Pacino aprovecha para pegarle un tiro y cargárselo, salvando así a la mujer... y a Amelia, ya que el asesino se esfuma de repente, lo que hace que Alonso alucine, aunque Amelia deduce la verdad.

De vuelta en el Ministerio, Salvador y Ernesto están abroncando a Pacino porque ha cambiado la historia desde 1886 y porque les engañó al arrancar la página de la puerta hacia 1946. Admiremos lo sumamente inteligente que es Pacino, joder, este le hace la competencia a Salvador. Me declaro fan, fan, fan, fan de póster y demás.

Los demás no terminan de entender lo que ha hecho exactamente Pacino, así que éste les explica que el padre del Hideputa mató a su mujer delante del Hideputa y eso lo convirtió en El Hideputa. Por eso, si Pacino mataba al padre, impidiendo el asesinato de la madre, impediría también que el niño viajara por el tiempo y se convirtiera en El Hideputa y, por tanto, no habría víctimas y, por tanto, el padre de Pacino no se volvería loco. Así que, claro, sin el traumático asesinato y el viaje en el tiempo, la vida del Hideputa fue normal y, en 1946, ya había muerto y por eso se desvaneció cuando estaba a punto de matar a Amelia.


Vamos, que Pacino es un pro que se las ha apañado para reescribir la historia y salvar a todo quisqui. Bueno, Salvador no está tan convencido, ya que teme que un descendiente de cualquiera de las víctimas pueda liarla parda, pero a Pacino no parece preocuparle mucho esa posibilidad. Por suerte, Alonso sale en su defensa, señalando que, al menos, salvó a Amelia. Yo creo que estos se van a llevar muy bien.

Entonces, Salvador larga a todos del despacho, menos a Ernesto, ya que tienen un trabajo por delante: con la desaparición del Hideputa, también ha desaparecido el dinero al orfanato y pretende compensarlo usando los almanaques.

Por su parte, Pacino le pide disculpas a Amelia por ponerla en peligro, pero le jura que no volverá a hacer algo así, aunque tampoco se arrepiente. De hecho, nosotros vemos como en 1979, en lugar de suicidarse, el padre de Pacino le regala su pistola porque es un buen policía, además de todas las madres que están vivas y con sus hijos. Me imagino que ahora hay dos Pacinos, ¿no? Quiero decir, tiene que estar el que está en el Ministerio, el que fue persiguiendo al Hideputa, además del que sigue su línea temporada alternativa.

Esta es mi cara cuando pienso demasiado y tampoco es que entienda nada.

Seh, la cabeza me va a explotar. Es lo que tienen los viajes en el tiempo.

Para acabar, vemos a Irene reuniéndose con Torres en un coche en un callejón, para informarla tanto de la llegada de Pacino como del hecho de que Julián está en la guerra de Cuba. Porque, sí, Irene lo ha averiguado, pero le ha mentido por el morro a Salvador, porque ella es el topo de Torres. Hija, Irene, ¿otra vez? Mira que te gusta traicionar a ti, ¿eh? Y encima el pobre Salvador está a muerte contigo, creyendo en ti y defendiéndote, ¡vergüenza debería darte!

La verdad es que yo pensaba que el topo iba a ser Ernesto, más que nada porque Ernesto es el recto, el que siempre sigue las normas, que es lo que Torres quiere. Mientras que Irene era la que quería saltarse las normas y de ahí vino su traición anterior. Pero, nada, ahí la tenemos aliada con Torres (y me da la sensación que liada también) para conseguir un Ministerio mejor, pero yo no me fío nada de Torres. Pero nada, nada, nada. A este paso Alonso va a acabar matando a Irene y la vamos a tener, sobre todo como le pase algo malo a Julián porque la tía se ha callado que se ha ido a la guerra de Cuba.

A ver qué pretende la amiga Torres, pero, de momento, el siguiente episodio promete ser épico hasta decir basta porque, ojo al dato, vuelve Walcott, vuelve Miguel Rellán, vuelve el fucker histórico por excelencia, Lope de Vega, y el episodio va a tener juntos a Víctor Clavijo y Pere Ponce. Vamos, que mis ovarios van a explotar. ¡Ay, qué ganas de ver el episodio!

Y que ganas de ver a Pacino siendo parte de la patrulla oficialmente, porque ha sido una gran incorporación. Un episodio y yo ya le quiero y le idolatro y, la verdad, ha hecho que no eche de menos a Julián. Además, Hugo Silva está genial y encaja muy bien en la serie y vuelve a tener esa mezcla de antihéroe y vis cómica que tanto molaba en Los hombres de Paco. Ahora ya sólo me falta que él vaya a ver a Isabel la católica y seré feliz.

lunes, 22 de febrero de 2016

Todo lo que muere

Un día di por casualidad con un montón de libros de oferta y entre ellos descubrí Todo lo que muere, la primera entrega de las aventuras (o más bien desventuras) del detective Charlie “Bird” Parker, así que me lo compré porque siempre me ha gustado la novela negra. Lo malo fue que, cuando empecé a leerlo, acabé con gripe, así que me costó bastante leerlo, a pesar de que me estaba gustando lo que leía y era muy interesante.

Como para no serlo si ya la sinopsis lo es:

Charlie Parker, alias Bird, era un policía que llevaba una vida normal junto a su mujer y su hija. Sin embargo, tras una de las habituales discusiones con su esposa porque ella creía que bebía demasiado, Charlie se va al bar a tomarse unas copas y, cuando vuelve, descubre que su familia ha sido asesinada de una forma realmente grotesca. Charlie no tarda en convertirse en un sospechoso, aunque el caso no llega a ninguna parte y acaba cayendo en el olvido para la policía, no así para Charlie, que se obsesiona con él y con descubrir al Viajante, que es como apoda al asesino de su familia.

Un tiempo después, Charlie vuelve a la ciudad, pero todo ha cambiado. No sólo él es distinto, sino que ha dejado la policía y sobrevive aceptando trabajos de detective privado. Es así como da con un caso un tanto enrevesado que tiene que ver con la desaparición de una mujer, Catherine Demeter, y eso acabará llevándole a hallar un nuevo cabo del que tirar para encontrar al Viajante.

A priori, Todo lo que muere puede parecer ser un cliché hecho novela, sobre todo por su protagonista, que cumple con varios tópicos del género: problemas con el alcohol, pasado traumático, ex policía metido a detective... Y aunque eso es cierto, también lo es que la historia se mueve entre el terreno de lo manido y lo original, así que acaba resultando bastante impredecible, sobre todo porque es una novela bastante bruta.

Tanto las situaciones como las descripciones de los asesinatos son truculentos, incluso podemos tachar las últimas de gore, ya que John Connolly no prescinde de ningún detalle y encima son todas terriblemente retorcidas. Ese aspecto me sorprendió, sobre todo por la fuerza que tenían dichas descripciones y las escenas de los crímenes en general.

Al igual que me sorprendió lo completa que es la historia, que no deja de avanzar en ningún momento hasta el punto de que a mitad del libro ya se ha resuelto la desaparición de Catherine Demeter y la complicada situación que se describe desde el principio. Porque Todo lo que muere no es una novela sencilla, para nada, ya que desde la primera página John Connolly traza un mundo complejo de bandas, mafias y policías, donde todo está un poco embarrullado. De hecho, no sé si se debía a que estaba con gripe o a que el autor confió demasiado en la capacidad de hacerse una imagen clara de su mundo, pero el inicio de la novela me resultó bastante confuso: demasiados personajes, demasiadas relaciones entre ellos y toda una situación política.

No obstante, una vez que avanzas sí que te vas aclarando con todo lo que está sucediendo y la desaparición se resuelve de forma rápida y efectiva. A partir de ahí, la historia se centra en la persecución de Charlie y sus ayudantes del Viajante y, en mi opinión, al autor se le va un poco la pinza en algunas partes con escenas que pretenden ser poéticas, ensoñaciones y demás.

Eso sí, la persecución al Viajante y la resolución de ese caso también está muy bien llevada y, de hecho, yo ni siquiera tenía teorías sobre quién podía ser el asesino en serie que estaban buscando.

En esa segunda parte, además, Charlie se ve ayudado por un trío de personajes, a cada cual más particular, lo que resultó interesante por las relaciones que hay entre todos ellos. Charlie no es un hombre perfecto, no lo era ni cuando su familia estaba viva, pero resulta un buen protagonista y era curioso que luchara contra su alcoholismo, más que nada porque en la novela negra generalmente el detective no lo hace. Charlie tiene unos métodos muy poco ortodoxos, pero también útiles y una moral curiosa, lo que hacen de él un buen personaje, sobre todo porque es alguien que acaba teniendo amigos en todas partes.

Como Louis y Angel, que no dudan en ayudarle en todo lo que pueden. Estos dos me sorprendiendo un montón, ya que son una pareja sentimental formada por un asesino a suelto y un antiguo ladrón. De hecho, de todos los secundarios eran los mejor dibujados, los más memorables y resultaban una pareja que funciona muy bien.

El otro personaje que destaca en el (inmenso) elenco es Rachel, de los pocos personajes femeninos y, encima, resulta útil. Rachel es psicóloga, así que les ayuda a hacer perfiles y también es muy lista. Por eso, resulta clave en la investigación y, de paso, ejerce ese rol de ser la chica de la novela. No es que me volviera loca por la pareja, pero sí que me resultaba interesante ver a Charlie relacionarse con ella, sobre todo porque Rachel sacaba a la luz otras facetas de él.

En lo que respecta al estilo de John Connolly pues me resultó bastante particular, un tanto cambiante. Pasaba de ser muy preciso, casi frío, a emparanoiarse con escenas más oníricas, pero funcionaba a pesar de todo. Quizás, en mi opinión, a veces daba demasiada información en lo que respectaba a los personajes secundarios y su relación con Charlie, pero tampoco era algo que entorpeciera la lectura o el ritmo.

Vamos, que Todo lo que muere me ha gustado, me ha resultado una primera novela cargada de acción, oscura y muy completa, pero tampoco me he metido en ella como en otras del género, como las protagonizadas por Cormoran Strike, por poner un ejemplo. Sin embargo, si puedo hacerme con otra de las novelas del detective Bird Parker, lo haré a ver cómo se desenvuelve el personaje una vez atrapado el asesino de su familia.

El próximo lunes literario estará dedicado a... La elegancia del erizo de Muriel Barbery.

viernes, 19 de febrero de 2016

Sorteo El jinete de bronce

Pues sí, amantísimos lectores, dos años después del primer sorteo en el blog, vuelvo con un segundo y, de nuevo, podéis ganar un libro fantabuloso.


La cuestión es que me he juntado con dos ejemplares de El jinete de bronce (puede o puede que no me haya comprado la edición que pega con la segunda y la tercera parte que me regalaron en Navidad) y he decidido sortear una de ellas por aquí y, de paso, pasarle esta novela tan genial a alguien. Porque, en serio, El jinete de bronce mola un montón y no veáis cómo engancha. Así que este es vuestro premio:

Sólo el libro, ¿eh? Los muñecos varios que tengo por la mesa, sólo están de adorno, xD.

¿Y qué hay que hacer para participar? Pues muy sencillo:

  1. Ser seguidor del blog.
  2. Dejar un comentario en la entrada diciendo que participáis.

Entonces os asignaré un número en orden y dentro de un mes, es decir, el viernes 18 de marzo elegiré al ganador por medio de random.org. Así que tenéis para participar hasta el jueves 17, ¿vale?

https://twitter.com/Andrea_Magik/status/700679751539687425

Además, como extra, si retuiteáis el tuit sobre el concurso que hay en mi cuenta de twitter (tenéis el link en la fotografía) tendréis un punto extra, lo que quiere decir que en vez de un número, tendréis dos. En ese caso, me tenéis que poner en el comentario vuestra cuenta de twitter para que pueda verificar que es así.

¡Mucha suerte a todos! ¡Y participad mucho!

jueves, 18 de febrero de 2016

El cautivador Alec Lightwood y el hierático Jace Wayland

Acabo de ver el sexto episodio de Shadowhunters, Of men and angels, y creo que ha llegado el momento de hablar de ella. Yo estaba esperando porque hay series que tardan en arrancar (pensemos en lo que fue Grimm en su primera temporada y en lo que se convirtió con el tiempo) y porque me gusta dar margen a las cosas. Y es que con su episodio piloto, Shadowhunters no me emocionó como yo quería que lo hiciera y fue bastante desastroso, más por culpa de guión que otra cosa.

Bueno, antes de nada, debería recordaros que he leído los libros y que, de hecho, me encantan. Creo que ya lo dije en la otra entrada que dediqué a la serie, pero prefiero recordarlo porque eso puede ser un arma de doble filo: por un lado, precisamente por lo mucho que me gustan los libros, seguí viendo la serie tras los dos primeros episodios, mientras que, por otro, hay ciertas cosas que no puedo evitar comparar.


Y es que, de hecho, Shadowhunters tiene tanto sus luces como sus sombras.

Pero, antes de hablar de la serie en sí, por si no conocéis de qué trata, yo os lo cuento: Clary Fray (Katherine McNamara) es una chica normal y corriente cuyo único propósito es entrar en la escuela de arte de Brooklyn y pasar un buen rato con su mejor amigo, Simon (Alberto Rosende). Sin embargo, una noche, ayudando a éste a cargar su furgoneta, Clary se topa con Jace (Dominic Sherwood), a quien sólo ella parece ver y lo sigue al interior de una discoteca, Pandemonium, donde lo ve asesinar a una persona... que resulta ser un demonio.

Jace no comprende cómo Clary ha sido capaz de ver todo eso, aunque tampoco es que tengan mucho tiempo, pues esa misma noche la madre de Clary es atacada y secuestrada y, desde ese momento, todos los subterráneos buscan a Clary al creer que ella sabe dónde está La copa mortal, un objeto muy valioso que Jocelyn robó hace tiempo. Clary, entonces, es ayudada por Jace y sus hermanos adoptivos, Alec (Matthew Daddario) e Isabelle (Emeraude Toubia) Lightwood, que son Cazadores de sombras como él. Medio humanos, medio ángeles, que se encargan de cazar demonios y que ahora ayudan a Clary a intentar responder a todas las preguntas que tiene sobre su madre y su pasado.


El primer episodio, como ya he dicho, deja bastante que desear (esa estructura llena de flashback era rara de narices), pero a su favor hay que decir que han sabido mejorar poco a poco y los episodios van fluyendo mejor y, sobre todo, funcionando mucho mejor, a pesar de que tiene sus defectos.

Eso sí, al menos resultan muy entretenidos y los cuarenta minutos se pasan en un suspiro. De hecho, es curioso que tampoco es que hayan metido relleno a saco, ya que quieren adaptar un libro de unas 300 y pico páginas en 13 episodios. Por eso, sí, hay cosas nuevas, hay cambios y les están dando cancha a los secundarios, pero más o menos la historia sigue su curso y no la han liado, así que por ese lado estoy contenta.

Precisamente son los secundarios lo que mejor funciona y lo que está mejor adaptado, al menos hasta el momento. Isabelle, Simon, Alec y Magnus son lo mejor de Shadowhunters, con cuatro actores que están muy a la altura y son lo que tienen que ser. Vamos, que yo veo perfectamente a los personajes que tanto me gustaron en los libros y los cuatro venden muy bien las interacciones con el resto de personajes.


De hecho, las dinámicas de grupo es algo bastante conseguido en general y me gusta mucho que tengan detalles tontos, pero que pegan totalmente con los personajes, como las ganas de Isabelle de aprender a cocinar.

Es curioso porque los guionistas se afanan en ahondar en estos cuatro personajes, en sus motivaciones, en por qué son cómo son y por qué actúan como lo hacen. Vamos, que los tratan como personas con sus defectos y virtudes, pero los cuatro salen bastante reforzados: Isabelle tan guapa y sexual como dura y buena hermana; Simon con su amor imposible por Clary y peleando, sin saberlo, contra la sangre de vampiro; Magnus con la carga que supone haber vivido tanto, pero siendo él con sus fiestas, su fabulosidad y su curiosidad por Alec.

Y, finalmente, Alec, que es el auténtico descubrimiento de la serie.


Es cierto que Harry Shum Jr. roba cada escena en la que aparece con su Magnus Bane. No puede estar más fantástico, con esa elegancia, ese misterio y esa excentricidad propia de Magnus, pero Alec se ha alzado como el mejor personaje de todos. Es curioso porque en los libros, al principio, conocemos muy poco a Alec y es un poco desagradable, pero aquí es adorable y se le comprende a la perfección: lo de querer seguir las normas, el que Clary le ponga de los nervios, su conflicto con su sexualidad...

A mí me da la sensación de que los guionistas son fan de Alec y por eso se están molestando tanto en explorar su persona. Eso sí, por mucho que adore a Alec y me encante el trabajo de Matthew Daddario en la serie, no entiendo por qué denigrar tanto a Jace. Alec no lo necesita para brillar, Matthew Daddario se encarga de ello junto al que la historia tenga tiempo para él y no debemos olvidar que Jace es el héroe de la historia.

La verdad sea dicha: los protagonistas de Shadowhunters son los que peor están saliendo parados (Alec y Jace son la personificación cada uno de las luces y sombras de la serie) y creo que cada uno por un motivo.


Por un lado, creo que Clary es más víctima del formato que otra cosa. Es cierto que Katherine McNamara no es una gran actriz, aunque también diré que va mejorando poquito a poco. Al menos en estos últimos episodios no daba la sensación de estar interpretando una obra de instituto, pero el papel de Clary en la serie queda deslucido.

Quiero decir, en los libros es cierto que la única prioridad de Clary es saber qué ha pasado con su madre y salvarla y se tira de cabeza a cualquier cabo que pueda tirar, sin importarle nada más. Sin embargo, al leer tanto sus pensamientos, como sus sentimientos, aunque se la pueda tildar de egoísta, sí que se comprende sus acciones y, de hecho, leemos cómo está agradecida a Jace y compañía y eso que, al principio, Clary y los Lightwood no hacen buenas migas. Sin embargo, en la serie Clary es el motor de la acción, así que se tira a un problema de cabeza y los demás deben ir detrás a salvarle el culo, teniendo que pagar un precio por ello.

Por otro lado, Jace es víctima del guión. Ni más ni menos. Es cierto que Dominic Sherwood no parece que termine de estar cómodo en el papel, pero los guionistas tampoco le dan mucho con lo que trabajar. En los libros, Jace es difícil, sí, está traumatizado y se le nota, pero también es divertido, leal y encantador. En la serie, Jace es un intenso con un palo en el culo, que encima trata a patadas a los demás salvo a Clary, por lo que resulta bastante desagradable.


¿Dónde está ese Jace gracioso que bromea sobre lo atractivo que es? ¿Por qué no pueden escribirlo así? Es que no entiendo por qué han orientado así al personaje y es lo que más me decepciona de la serie, porque en los libros Jace es un personaje genial.

De hecho, las mejores escenas tanto de una como de otro, han sido en las que están más relajados: el vuelo en la moto, Clary con Alec en Moo Shu to go, Jace cuando conoce a Magnus Bane y flipa porque éste prefiere a Alec... Es que el sentido del humor le sienta de maravilla tanto a la serie, como a la pareja principal, por lo que los guionistas deberían relajarse un poco y dejar de forzar tanto la relación entre los dos como la supuesta molonidad de Jace.

Con Alec y Magnus todo fluye mejor y sus escenas son lo más memorable precisamente porque es una historia más relajada, con ese aire divertido y mono. La están armando poco a poco, con Magnus visiblemente interesado en Alec y Alec sin saber muy bien cómo actuar al ser la primera vez que pasa por algo así. Yo es que me muero de amor con sus escenas y espero que nos muestren la primera cita, porque encima Harry Shum Jr. y Matthew Daddario tienen muchísima química.


Por lo demás, me quedaría comentar la trama general y, la verdad, es que ahora mismo no sé muy bien qué pensar. Por un lado, la historia actual, con los chicos buscando la verdad y La copa mortal es bastante entretenida y se agradece el que den tanta acción, mientras van presentando el mundo de los subterráneos. Quizás, a veces, se pasan con las explicaciones (siempre están recordando que algo es peligroso, cuando somos perfectamente capaces de verlo en pantalla), pero últimamente lo controlan mejor.

También se agradece que hayan metido el elemento de la política en la Clave, porque puede dar mucho juego. Y, sí, no me molesta que quieran casar a Alec por conveniencia, sobre todo porque provocó que viéramos distintas facetas de ambos Lightwood y porque un poco de angustia romántica no viene mal en una pareja.

Eso sí, lo que me tiene bastante despistada, incluso decepcionada, es la historia de Valentine. Con lo bien atado que lo tenía todo Cassandra Clare en los libros, no entiendo por qué los guionistas han tirado por la vía fácil y reventado la complicada historia de Jocelyn y Luke. El justificar los actos de Valentine con un corazón roto me parece simplista e infantil, además de tópico. Valentine en los libros es alguien con un plan fijado, un encantador de serpientes que convenció a su generación para exterminar a los subterráneos porque, en su locura, de verdad cree que es lo correcto y no es alguien que dejaría que algo tan mundano como que su esposa se enamore de otro lo vuelva loco.


De hecho, con los cambios introducidos la historia de Jocelyn y Luke mucho sentido no tiene, ni tampoco la situación actual de los Cazadores de sombras. No sé, sinceramente no entiendo por qué han cambiado la historia, ni por qué lo han orientado así. Además, al ver los flashbacks parecía mentira que esa Jocelyn hubiera tenido a un hijo y estuviera embarazada de la segunda.

Pero, bueno, habrá que ver a dónde nos lleva todo esto. De momento, me alegra que vayan mejorando a cada episodio y, aunque el casting de los secundarios deje un poco que desear (Raphael era para reír o llorar y Meliorn más que un hada, parece el cuarto de Ketama), los protagonistas compensan y los efectos aún dan el pego.

Eso sí, por mucho que se estén esforzando, yo no dejo de pensar que Shadowhunters en la MTV en lugar de ABC family (ahora Freeform) hubiera molado mil veces más.

PD: Estad atentos al blog porque mañana tendréis sorpresa ;)

martes, 16 de febrero de 2016

El ministerio del Tiempo 2x01 - Tiempo de leyenda

Me complace mucho escribir esta entrada porque quiere decir que El ministerio del tiempo está de vuelta. Sí, ayer se estrenó su segunda temporada y el episodio no ha podido molar más porque ha sido divertido, emocionante y han continuado con las tramas que se iniciaron en el tramo final de la primera. Y, vamos, que esta serie mola un huevo siempre y el regreso ha estado muy a la altura.


Así que me dejo de enrollarme, que no soy TVE con sus resúmenes pre-episodio, y paso a analizar el episodio... a mi manera, vamos, con tontás a mansalva. Y como este episodio ha mezclado una misión con la situación del Ministerio tras el final de temporada, primero voy a centrarme en la trama principal y luego os resumo la otra parte.

La historia arranca en Valencia en 1000 con un par de encapuchados grabando con una Súper 8 una pelea súper molona de un hombre contra un sarraceno. El hombre gana, pero entonces ve a los dos encapuchados, así que se pone en plan guerrero otra vez y se acerca... con tal mala pata que en ese momento el sarraceno (que no estaba muerto, estaba de parranda) lo atraviesa con su lanza de punta a punta... y, sí, no se me pasa lo mal que suena. Corramos un tupido velo, sobre todo porque uno de los hombres se lo carga con un par de tiros y entonces le echa la bronca al otro por tonto y porque han provocado la muerte del Cid veinte años antes. Seh, eso es liarla parda y no lo de la pava con los productos químicos.

Sergio Peris Mencheta (con voz de niño tapelotas): Ay, que me acerco, que me acerco, que me creo Scorsese. ¡Eres mu' tonto, Ortigosa!
Ortigosa: Eh, jefe, que Scorsese no es de nuestra época...
Sergio Peris Mencheta: Jefe, bla, bla... pues... ¡da igual! Que nos hemos cargado al Cid por tu trabajo de director.
Ortigosa: Jo, jefe, es que normalmente grabo de más cerca y... eh... las peleas quedan mejor...
Sergio Peris Mencheta: ¿Pero tú no la usabas con tu... mujer? Oh, mira el tonto.
Ortigosa: ...

En la actualidad, Alonso está a punto de probar las patatas bravas (cuyo nombre aprueba porque es muy español... y muy él, también. Ay, Alonso, lo que te he echado de menos), cuando aparece Julián que, por lo que parece, acaba de volver al Ministerio. Reencuentro alegre con los demás, un poco raruno con Amelia porque, recordemos (ponedle el tono de voz del narrador de Jane the Virgin) que Amelia vio una foto del pasado y su futuro donde salía con Julián y un bebé.

Velázquez le ha pintado un retrato a Julián y Ernesto y Angustias trollean un poco a Alonso porque las muy españolas patatas bravas le pican mucho. Julián pregunta por Salvador, que está reunido con Torres, pero de eso hablaremos luego. Mientras, me voy a recrear en la cara de Alonso sufriendo el picante porque, para qué mentir, mola mil.

Alonso: Pardiez, esto lo ha debido cocinar Pedro Botero en su caldera.

Liv: Bah, amateur, esto es comer algo bravo... ¡y no soy ni española!

Tras que el recreo acabe, Velázquez les comunica que se va a una charla sobre él y la edad de oro del ejército español, lo que hace que Alonso se apunte con la misma rapidez que una talifan de Justin Bieber se va hacer cola para ir a uno de... ¿lo llamamos concierto? Eso propicia que Amelia y Julián se queden a solas y hablen de cosas importantes: lo de acompañarle a "salvar" a Maite, lo de la nieta de ella, que el Ministerio vuelve a Julián loco pero que es lo único que tiene... La pobre Amelia no deja de recordar la foto, ahí, al borde del ataque de nervios, pero es salvada por la campana cual Zack Morris, ya que la llaman para una misión.

A ella y a Alonso, ya que a Julián le dan con la puerta en las narices... y nunca mejor dicho, que un poco más y Salvador le tatúa su puerta en la cara. Salvador les explica la misión, que tiene que ver con El Cid: en Valencia ha aparecido unos huesos que parecen suyos, pero a su vez (como Ameliapedia señala) hay otros en la catedral de Burgos, que también lo son. Así lo demuestra el ADN. Amelia y Alonso no tienen ni idea de qué es el ADN, así que Salvador intenta explicárselo, mientras Ernesto goza de lo lindo al ver en el jardín en el que se ha metido su jefe.

Ernesto: Bueno, jefe, no puede ser peor que explicar un fuera de juego.

Según Salvador, el ADN es algo que tenemos todos, incluido Alonso, que nunca ha notado nada raro y se mira la mano como si le fueran a salir las letras ADN de repente o algo. Ernesto, entonces, se apiada de todos y le explica lo que es en plan sencillito. Yo voto porque a Alonso le pongan Érase una vez el cuerpo humano y luego Érase una vez el hombre y el resto de las series, que seguro que aprende mucho.

Alonso: ¿Y el tal ADN ese qué pinta tiene? ¿Brilla o algo? ¿Me va a dar poderes?

Salvador también explica cómo consiguieron el ADN del Cid y que lo de los huesos de Valencia no está tan claro porque junto a los huesos hay un anillo que perteneció al Cid y la Tizona. Porque, sí, la de la catedral de Burgos es atrezo comprado el Toledo. Ay, qué me da.

A Alonso no le salen las cuentas con los Cid, ni a Salvador tampoco, así que los envía al pasado... para desesperación de Alonso, que le parece fatal eso de ir a arrancarle un diente a su adorado Cid. Ernesto intenta hacerle ver que es más sencillo, porque está en la saliva (lo de los esputos tampoco convence a Alonso) o en un vaso, lo que ya le deja totalmente descolocado. En serio, chicos, ponedle las series de Érase una vez.

Como Julián está en el banquillo, Salvador les ha buscado un refuerzo de categoría y es entonces cuando aparece... tachán, tachán... el grandísimo Ambrosio Spínola petándolo desde que aparece. ¡Ay, cómo mola que Spínola is back!



Los tres van a Valencia en 1099 y, al salir de un arcón, Alonso ve a un árabe y se china un poco. Se tira dispuesto a cargárselo, apoyado por Spínola, por lo que Amelia tiene que 1) impedir que maten al pobre funcionario-árabe y 2) explicarles de dónde viene el conflicto. El funcionario les da un mapa para que puedan ir al encuentro del Cid y, a cambio, recibe una disculpa de Alonso, que culpa de la situación a su ADN.

La patrulla viaja hasta que es de noche, cuando Amelia decide acampar. Aprovechando que están a solas, Alonso expresa su preocupación por Julián, ya que cree que sigue lleno de ira (y recordemos que, según Yoda, la ira lleva al lado oscuro). Eso sí, es aparecer Spínola y Alonso dar un brinco del quince y cambie completamente de actitud, no sea que Spínola descubra que tiene sentimientos y preocupaciones como todo hijo de vecino. Nada, será culpa del ADN.

Spínola, por cierto, no comprende que una mujer sea la jefa y se pone a soltar lo típico de "las mujeres no saben leer un mapa" (leedlo con tono burlón de bla, bla, bla), por lo que Amelia se rebota. Entonces, Amelia demostrando la ídola magna que es, se pasa por el forro el discurso de Spínola de "yo molo un huevo" y le pega un repaso a zascas que no sólo lo deja temblando, sino que Spínola se ofrece a hacer la cena. Amelia, reina inconmensurable de los zascas, le exige que estén bien hechos.

Amelia en plan "please, bitch". Cómo mola esta chica, por favor.

Spínola sigue enfurruñado por el repaso y Alonso aprovecha para trabar amistad. De hecho, hasta le enseña cómo usar un mechero (o pequeña máquina de hacer fuego, depende de si lo decís en español o en Alonso) y Spínola flipa un rato. Por desgracia, no muestran el momento contar historias de miedo y cantar cumbayás en la hoguera (yo quiero creer que eso pasó) y saltamos a la mañana siguiente, cuando la patrulla es rodeada por El Cid y sus hombres.

El Cid es el hombre que hemos visto al principio del episodio, el que se ha cargado al sarraceno a tiro limpio, pero eso la patrulla no lo sabe. De hecho, todos están bastante emocionados por conocerlo. Aunque, eso sí, la calma dura poco, pues se ven atacados y tienen que luchar, lo que hace que Spínola se nos venga arriba y suelte: yipi ka yei, ideputas. Y yo acabo de pegarme tal jartá de reír que casi acabo como las comadrejas de Quién engañó a Roger Rabbit. Best quote EVER!! Grandeza de frase, en serio.

Total, que el team Cid gana la batalla y vuelven al campamento, congratulándose de lo buenos guerreros que son, mientras la pobre Amelia tiene que aguantar testosterona a destajo. Esa noche, cenan con El Cid y su esposa, Jimena, y los chicos están súper emocionados escuchándole hablar de sus hazañas, mientras que Amelia está un poco mosqueada con el supuesto Cid. Como es muy lista, le pregunta por la jura al rey Alfonso y El Cid 2.0. lo cuenta en verso, citando literalmente El cantar del Mío Cid.

Cuando el matrimonio se marcha, Spínola bebe sin querer de la copa del Cid, así que estropea la posibilidad de coger su ADN. Spínola alucina por el hecho de que el ADN también esté ahí y Amelia está a puntito de estrangularle ella misma como Homer a Bart. Sí, en mi mente esa escena era exactamente así.

Amelia: Te voy a dar yo ADN, Cid, mapas y lo que haga falta y con el cutis perfecto. Que he visto Terminator,tío.

Spínola: ¿Terminator? ¿Eso tiene que ver con el ADN?

Amelia, además, insiste en que deben conseguir el ADN para probar que el Cid 2.0. es un impostor, algo que a los chicos no les entra en la cabeza porque si habla como el Cid, pelea como el Cid y está casado con la esposa del Cid, tiene que ser El Cid. Amelia insiste en que el saberse el Cantar es prueba más que suficiente, pero Spínola no le hace ni caso, aunque Alonso sí que le pregunta por el tema. Amelia explica que hay una diferencia entre el romancero viejo y la realidad, pero Alonso sigue sin estar convencido. Si es que, claro, en un Cidiver, como para aceptar lo que pasa con facilidad.

Amelia, por su cuenta y riesgo, sigue al Cid 2.0. hasta su tienda, donde el Cid 2.0. demuestra que es súper aplicado, pues se está estudiando el Cantar... con un bolígrafo incluido. El Cid 2.0. aprovecha para mirar unas fotografías de una mujer.

A la mañana siguiente, Amelia contacta con el Ministerio para informar y casi es descubierta por Jimena. Amelia sale de paso diciendo que estaba rezando y Jimena la informa de que sus hombres se han ido a luchar con El Cid 2.0. Hay quienes se van de juerga y estos se van a pelear con El Cid, oye. Bueno, Amelia, por su parte, se cuela en la tienda del Cid 2.0. y descubre que tiene un arcón con libros sobre el Cid, fotografías varias y que una de ellas está hecha en el Ministerio.

Al salir de la tienda es vista por Jimena, aunque no se da cuenta. De hecho, bastante tiene la pobre Amelia con abroncar a sus dos compañeros (que siguen tan felices peleando al lado del Cid, pero felices en plan estar en Disneylandia), aunque Alonso le trae sangre del Cid 2.0. Amelia le da las gracias y les informa de su descubrimiento, pero tampoco tienen tiempo de mucho, pues son apresados y encerrados en una mazmorra. Jo, a Jimena le ha faltado tiempo para irle con el cuento a su esposo.

El Cid 2.0. va a verlos a la celda y reconoce que es un funcionario. Eso, más allá de deprimir a Spínola, le impresiona, ya que le dice que debería ser el Cid. Entonces, El Cid 2.0. se da cuenta de quién es Spínola, así que ambos se ponen a fangirlear con el otro, ya que son fans, aunque Alonso le considera un traidor y todos sabemos cómo se pone con los traidores. El Cid 2.0. no consiente que le llamen así, ya que lleva veinte años alejado de su familia por una misión y, claro, no es plan.


El Cid 2.0. y Spínola a un paso de sacarse un selfie. Qué amor los dos.

Tras enterarse de por qué han venido y prometer arreglar el tema del anillo, El Cid 2.0. les cuenta su historia: en 1960 Charlton Heston, por motivo de la película sobre El Cid que rodó junto a Sophia Loren, se entrevistó con Menéndez Pidal, presidente de la Real Academia y experto en el tema. El señor Heston es un lerdo de mucho cuidado, que pone al pobre Menéndez Pidal tan al borde de darle una hostia que lo manda a freír espárragos. Heston, entonces, se cabreó y decidió no rodar la película por no tener suficiente material para interiorizar al personaje.

Menéndez Pidal: Madre mía, con ese nivel cultural podría participar en ese programa de la eitb donde no dan ni una.
 
Como el método Stanislavski les pilla un poco lejos, Alonso y Spínola no entienden nada, pero culpan de todo al ADN. Yo pienso tomar ejemplo y echarle la culpa al ADN cuando pierda algo o haga cualquier pifia, por cierto.

La culpa de todo es del ADN. Spínola lo sabe, Alonso lo sabe y tú lo sabes.

El Cid 2.0. se extraña al oír eso del ADN (que tiene la culpa de todo), pero Amelia le pide que continúe. Cuando a Menéndez Pidal se le pasó el cabreo, le pidió al Ministerio el favor de que rodaran un documental del Cid para que Heston pudiera interpretarlo. Pero, claro, con la cagada El Cid murió 20 años antes de lo previsto, así que El Cid 2.0. vuelve al Ministerio y su jefe, además de echarle la bronca, decide que suplante al Cid para que la historia no cambie. Así que el pobre Cid 2.0. lleva 20 años alejados de su familia, dispuesto a morir por la misión.

Amelia intenta convencerle de que no es necesario que muera, pero El Cid 2.0. juró hacerlo y lo hará, así que, como quedan treinta días para que llegue su hora, les promete que, cuando eso pase, Jimena les liberará.

Al día siguiente, El Cid 2.0. está a punto de ir a la batalla, cuando Jimena le pide que no vaya, pero él la tranquiliza diciendo que sólo va a vigilar. Tras besarse, Jimena le pregunta por sus invitados, pero él vuelve a decirle que todo está en orden. Los invitados/presos están comentando la situación, ya que los chicos creen que El Cid 2.0. es un grande, un valiente y demás, mientras que Amelia sigue emperrada en que es un timo, aunque Alonso cree que es más importante la leyenda que la realidad, ya que la historia es el relato de los vencedores y no la realidad en sí.

En esas, aparece Jimena para hablar con Amelia. Resulta que Jimena siempre ha sabido que su marido era un impostor, porque era mil veces mejor que el anterior: es noble, generoso, cariñoso y lucha por la justicia. Y encima está muy bueno. Ay, omá. Bueno, que se me va la pinza, Jimena sólo quiere que Amelia le rellene los huecos que no se atreve a preguntarle a su marido, por si eso le hacía irse. Así, Jimena descubre que su marido estuvo casado en otro tiempo con una tal Aurora y la pobre se queda afectada y, claro, no ayuda que Amelia le pida que convenza al Cid 2.0. de que no luche, pues morirá. Jimena no quiere ni oír hablar del tema, pero justo en ese momento lo traen seriamente herido.

Jimena: Este es el trato, me consigues el nuevo libro de Harry Potter y os dejo ir. Si no, os dejo en las mazmorras y son muy aburridas, no tienen dragones ni tele ni nada.

Amelia: ¡Oh, no, es una Potterhead desesperada!

El pobre Cid 2.0. se está muriendo y, jo, se me rompe la patata porque yo aún esperaba que inventaran algo para salvarlo. Total, que el hombre pide ver a la patrulla para decirles que no va a poder cumplir la misión y que va a atacar Yusuf y que se le ha ido la historia de las manos porque no va a morir cuando debe y así nadie montará su cadáver en su caballo. Entonces Alonso le jura que él luchará en su lugar, así que El Cid 2.0. le cede el título junto con el anillo. También les dice dónde están los huesos del verdadero Cid para que todo se haga como dice la historia.

Amelia, entonces, le pide a Alonso que no haga nada, pero él lo ha jurado y está más que dispuesto a hacerlo por un compañero. Alonso le pide su bendición a Amelia para luchar más tranquilo y ella se la da, aunque se la ve muy preocupada. Total, que Alonso y Spínola van a luchar, pero antes Spínola le habla a Alonso de cómo va a acabar su vida y de que acabó sin honor, ni reputación y vilipendiado por su rey, así que le da igual morir en batalla por El Cid 2.0.

Mientras Alonso ejerce de Cid 3.0., el anterior está en su lecho de muerte, dándole las gracias a Jimena por no haber despreciado a un impostor, pero ella le dice que él es su auténtico marido. Entonces, el pobre Cid 2.0. cree ver a Aurora, su mujer de 1960, y Jimena le dice que así es. Y yo casi me deshidrato porque, jolín, que El Cid 2.0. molaba mucho y ella le quería y es todo muy triste y la escena es súper bonita y sentida. Ay, y yo que esperaba que lo fueran a salvar en el último minuto. Qué tristeza más grande.



Al final, vuelven al Ministerio a dar el parte a Salvador y él les felicita. Spínola, entonces, dice que ha sido un honor servir con la patrulla y que espera que le llamen de nuevo. Yo también lo espero, Spínola, que molas mucho. En ese momento, Angustias entra en el despacho con una carta de Julián despidiéndose de todos y ahora es cuando os cuento la otra parte del episodio.

Se ha centrado más en el Ministerio y en las consecuencias de todo lo que había sucedido en el final de temporada. Y como esto me está quedando larguísimo, voy a intentar ser más concisa. ¿Recordáis que Salvador se ha reunido con Torres? Pues bien, ésta le dice que está perdiendo el control del Ministerio, pero Salvador pasa de cambiar de método, incluso pasa de llevarle la contraria al llamarla zorra muy sentidamente, algo que ella sabía que iba a hacer.

Salvador: ¡ZORRA!
Muy fan de esa escena, la quiero en gif, por cierto.

En este episodio, por cierto, vemos que es un jefe bastante enrollado y que se preocupa por todos ellos, hasta el punto de que le devuelve el puesto a Irene sin dudar, una vez ella ha vuelto de terapia dispuesta a asumir lo ocurrido y a hacerlo lo mejor posible.

Salvador tiene a Julián alejado de la acción y lo deja a cargo de la enfermería del Ministerio, donde ve a todo tipo de pacientes, incluso recibe una visita de Irene. Sin embargo, Julián es Julián e intenta, de nuevo, viajar a su propio pasado, pero no se lo permiten más. Salvador, entonces, le hace saber que conoce cada renuncio de todos ellos y que los cubre y, de paso, le hace ver que es un intenso de la vida y que se cree que es el único que sufre.

Por un lado, le explica que, cuando su mujer murió, quedó destrozado, pero que no volvió a través de las puertas con la medicación actual porque no le dejó hacer eso a Leiva. Por otro lado, le dice que tanto empeño con salvar a Maite lo único que traerá son más muertes: si Maite no está muerta, él no entra en el Ministerio y no salva a sus compañeros. Y que lo que él no permitirá nunca es que Julián ponga en peligro a éstos, algo que ya ha hecho antes.

Esto, junto a una conversación con otro funcionario en la enfermería sobre el mismo tema (los compañeros están por encima de todo), hace que Julián acabe marchándose del Ministerio a un tiempo donde nadie le conozca. En realidad, todos sabemos que se ha ido a Campoamargo a investigar el crimen de los viveros, porque la cosa está muy mala y el pobre está pluriempleado: poli de día, funcionario de noche.

Habrá que ver cómo vuelve y, sobre todo, cómo se desarrolla la trama con Amelia, pero, de momento, en el siguiente episodio llega Hugo Silva para sustituirle como tercer miembro de la patrulla. La verdad es que el siguiente capítulo pinta muy, muy bien, distinto a lo visto hasta ahora y le tengo muchas ganas porque este episodio ha sido tan genial como siempre. Ay, cómo se les echaba de menos y qué alegría que estén de vuelta.