lunes, 30 de mayo de 2016

C de cadáver

No es la primera vez que os hablo de Kinsey Millhone, la detective que la escritora Sue Grafton ideó cuando, tras divorciarse, consideró asesinar a su marido y luego decidió que era mejor intentar triunfar que ir a la cárcel. Kinsey protagoniza novelas independientes dentro de la saga El alfabeto del crimen y hace poco pude hacerme por fin con C de cadáver, la tercera entrega.

En esta ocasión nos reencontramos con Kinsey yendo a rehabilitación para recuperarse de sus últimas heridas. Es precisamente ahí donde conoce a Bobby Callahan, un joven universitario que ha sufrido un accidente que le ha dejado graves secuelas físicas. Bobby, al saber que Kinsey es detective, decide contratarla porque cree que su accidente no fue tal, sino que intentaron matarlo y cree que puede volver a suceder. Además, Bobby tiene lapsus de memoria y no tiene ni idea de por qué podrían quererlo muerto.

En un principio, nadie toma demasiado en serio a Bobby, ya que su familia lo achaca simplemente a su estado. Sin embargo, cuando Bobby aparece muerto, Kinsey se lo toma como algo personal, sobre todo porque Bobby le caía bien, así que está dispuesta a llegar hasta el final, tenga que hacer lo que tenga que hacer.

Como ocurría con las dos novelas anteriores, Sue Grafton nos regala un caso nuevo y completamente distinto. Y a mí, personalmente, es el que más me ha gustado hasta el momento, ya que al principio no tienes muy claro incluso si hay caso. En ese sentido, la autora lleva muy bien la tensión y resulta muy entretenido, sobre todo porque no me pareció un caso típico y muy incierto. Por eso me lo pasé como una enana teorizando e intentando saber qué diantres había ocurrido para que Bobby acabara asesinado.

Y la resolución, de la cual no hablaré para no estropearos la historia (me parecen fatal los spoilers y en la novela negra, más), me gustó muchísimo y me pareció muy bien orquestada: Sue Grafton fue dejando pistas, pero prácticamente hasta el final resulta difícil tener una teoría clara y acertada, pero luego tiene todo el sentido.

Además, en esta novela volvemos a tener el día a día de Kinsey y de su pequeño mundo, que en este caso explora el personaje de su arrendatario, que ha conocido a una mujer que, desde el primer momento, despierta suspicacias en Kinsey. Y esta parte me ha encantado, ya que no sólo se demuestra que Kinsey es muy buena en parte por su instinto, sino que sus vecinos son muy grandes.

Ojalá en las próximas novelas tengamos más presencia del barrio de Kinsey y sus vecinos, porque encima mola mucho que sea algo más continuado. Al igual que la presencia del detective que la ayuda y que se preocupa por ella y con el que se intuye una especie de tensión sexual no resuelta, lo que también es interesante por la forma en la que Kinsey se relaciona con los hombres y que me parece muy poco tópica. De hecho, otro de los aspectos que han molado de C de cadáver es también esa amistad incipiente entre Bobby y Kinsey, lo que nos permite ver otro aspecto de ella.

Vamos, que me sigue encantando Kinsey y sus aventuras y Sue Grafton se está convirtiendo en una de mis escritoras de misterio favoritas.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Pociones I. Filtro de Amy Alward.

jueves, 26 de mayo de 2016

El ministerio del Tiempo 2x13 - Cambio de tiempo

El lunes terminó la segunda temporada de El ministerio del tiempo con un pedazo de episodio maravilloso que, además, no fue para nada lo que teorizábamos y, en lugar de hacer explotar el tema de las fotos o ir por las relaciones personales, se dedicó a lo más épico que se puede hacer en una serie de fantasía: a salvar el mundo, bitches.

La verdad es que me ha parecido un movimiento súper inteligente, porque no sólo se ha confirmado que, a pesar de lo que pudiera parecer, la patrulla sigue unida, sino que, por un lado, ya ha visto lo que ocurre si cambias la historia y ya no va a haber más dudas al respecto de la labor del Ministerio, sino también para que Julián al fin comprenda que sus compañeros están por encima de todo y que acepte definitivamente que debe dejar marchar a Maite. Porque las reglas del Ministerio en realidad son una forma de decir que tienes que superar el dolor, seguir adelante con él y ha sido la lección que Julián ha aprendido en todos estos episodios. Así que, nada, me dejo de rollos y voy directamente con el análisis:

El episodio comienza en Inglaterra en 1588, donde dos niños ven impresionados la caída de La armada invencible. A continuación vemos como la noticia llega al Alcázar de Madrid, donde el rey, Felipe II, no es que se lo tome con mucha entereza. Vamos, que se china de lo lindo y exige ver a De las Cuevas, que es el secretario del Ministerio del tiempo.

Felipe II: Dile a De las Cuevas que se vea Vis a vis y sepa de qué soy capaz, ¡a chungo no me gana nadie! ¡NADIE!

Por otro lado, en el presente, vemos como siguen las cosas para nuestros funcionarios favoritos: Alonso descubre que Elena se ha ido y ella, mediante una nota, le dice que tiene miedo de él. Mujer, vale que el tema “soy un soldado de los Tercios y viajo en el tiempo” es surrealista que te cagas, ¿pero cómo te va a dar miedo Alonso si es un Oso amoroso? Pobrecito Alonso, ay, ven, que te consuelo.

También vemos que Irene sigue con su ligue del bodorrio y yo que me alegro, que menuda mala suerte ha tenido con las churris. Y que Amelia y Julián lidian con la última confesión de ella, aunque se lo toman bastante bien: por un lado, descubrimos que en parte Amelia se siente culpable por haber cambiado la vida de Julián y, por otro, que él sigue más perdido que Marco el día de la madre, pero que no la culpa por nada. Y a mí que me gusta esto. Si van a estar juntos, tiene que ser porque quieren estarlo ambos, no porque el otro sea una tabla de salvación o uno se conforme con ser el segundo plato.

El hijo youtuber de Ernesto, además, le manda un mensaje para que vea su último vídeo, en el que le dice que quizás se pasó un poco y le invita a celebrar su cumpleaños. Me mata el tema hacerle un vídeo, de verdad, eh, más original que sólo llamar ya es. A Ernesto se le derrite la patata y justo en ese momento aparece Marisa, que se sorprende al verlo de secretario y Ernesto le explica que Angustias sigue ayudando a Constanza en el convento y que todavía no les han enviado un sustituto… ¿En serio? ¡Me ofrezco voluntaria! ¿Dónde he de firmar?

Ernesto: Anda, si Angustias se ha dejado el feisbuk encendido... ¿Tiene a Napoleón como amigo?

Bueno, Marisa va a hablar con Salvador, que está mirando el cuadro de Susana Torres, lo que la sorprende. Salvador, una vez más, demuestra ser todo un señor, cuando le dice que Torres ha sido la primera mujer en llegar al puesto y que no es la primera que comete errores, así que prefiere no ser rencoroso. Después, la felicita y Marisa le dice que quiere mantener una reunión semanal con él, algo que a Salvador le parece bien. Al informarla de que todo está tranquilo, Marisa se pone contenta, pero Salvador debe de ser descendiente de Galadriel o algo, porque cree que una tormenta se avecina. Y, jo, qué razón tiene.

Porque volvemos a 1588, donde Felipe II quiere usar el Ministerio para cambiar la historia, pero el secretario es claro: la reina Isabel decidió que nadie, ni siquiera un rey, podía usar el Ministerio para sus propósitos. El chinamiento de Felipe II va a más y le echa en cara el dinero que les da y el secretario le deja claro que, a cambio, ellos le han salvado la vida varias veces. ¿Le importa mucho a Felipe II? Pues no, porque hasta manda torturar al pobre secretario para saber qué puerta debe usar.

De vuelta al Ministerio, Salvador recluta a la patrulla para una nueva misión: resulta que Agustín de Argüelles, uno de los padres de la Constitución de 1812, se ha alistado para luchar contra los franceses y lo han perdido, así que deben ir a rescatarlo. Evidentemente, Alonso no tiene ni idea de quién es, así que entre todos le explican por qué es tan importante tanto él como la Constitución, que limitaba el poder del rey y el origen de la democracia. Por cierto, qué chulo el recurso de la fotografía en movimiento. Mola muchísimo.

¡El Ministerio es Hogwarts! ¡OMG!

Cuando parten, Alonso comenta que está harto de la democracia y de las modernidades, pero Julián le dice que de lo que está harto es de que le dejen plantado. Amelia, de paso, comenta lo peligroso que es que cuando sólo manda uno, haría cualquier cosa por mantener su poder.

Al parecer Amelia también tiene algo de Galadriel, porque en ese momento vemos en 1588 como el Santo oficio nos está torturando al pobre secretario. Su desaparición, de hecho, no pasa desapercibida para nuestro Ministerio, así que Salvador manda una patrulla para ver qué ocurre.

En 1809, Argüelles se está enfrentando a un pelotón de fusilamiento (no mola ni nada el que hayan recreado el cuadro de Goya, ¡no mola ni nada! ¡OMG!), cuando aparece Alonso en plan Kingsman de la vida y se carga a todos los franceses. La patrulla, entonces, deja que los demás se vayan, pero le dicen a Argüelles que Jovellanos le envía para que lo lleven a Sevilla, algo que Argüelles no entiende mucho, al igual que le sorprende el arma moderna de Alonso.



Argüelles no es el único, ya que, mientras tanto, Felipe II flipa ante otra, que su segundo al mando, Mateo Vázquez de Leca, le ha traído tras encargarse de la patrulla que ha enviado el Ministerio. Vázquez de Leca también se ha hecho con el teléfono móvil de uno de los funcionarios y, claro, Felipe II flipa todavía más, sobre todo cuando recibe una llamada de Ernesto y se acojona de lo lindo, gritando: ¡está vivo, matadlo! Y un soldado empieza a espadazos con él. En serio, la secuencia es arte, ARTE.

Anónimo de atrás 1: ¿Le habrán expulsado del grupo de whatsapp?
Anónimo de atrás 2: Seguro que se le ha colgado el Candy Crush cuando por fin se estaba pasando el nivel que tanto le costaba... Pobrecito.

Felipe II también tiene el libro de las puertas, así que decide usarlo para ir al Ministerio actual, armarse y conquistar el mundo, básicamente. Es que Felipe II no se conforma con ser rey del mundo, lo quiere ser también del tiempo. Ahí es nada.

Así que Felipe II aparece en el Ministerio con sus hombres y Germán avisa a Salvador, justo antes de que Felipe II se haga con el teléfono. Al presentarse como el rey Felipe, Ernesto se sorprende al creer que es Felipe VI, pero Felipe II le dice que se ha equivocado de número y yo creo que nunca he escrito Felipe tantas veces seguidas. Así, como dato que no os interesa. Por cierto, que Felipe II parece un abuelo cualquiera, renegando de la tecnología y achacándolo a que está demasiado mayor, xD.

Felipe II, por cierto, tonto no es y manda a Vázquez de Leca a que busque la biblioteca para que lea en los libros de historia en qué falló. En ese momento, Salvador y Ernesto van al encuentro de Felipe II y éste le pide que le cuente cómo van las Españas. Bueno, digamos que la lección de modernidad de Salvador no es que le entre muy bien en la cabeza a Felipe II, que no sólo se trauma, sino que no entiende la mitad de las cosas: la falta de guerra contra los americanos, los turistas... Ya sabéis, lo normal.

Cuando Felipe II le cuenta a Salvador sus planes, además de poner de vuelta y media a los ingleses (que alguien le ponga Sherlock y Doctor Who, a ver si aprende a apreciarlos, aunque sea un poquito), llega el turno de Salvador de chinarse.

Total, que todo va relativamente tranquilo, hasta que Vázquez de Leca descubre por qué falló La armada invencible y Salvador se niega a que cambie la historia. De hecho, Salvador se marca un pedazo de discurso sobre lo necio que está siendo, la gloria y el poder que es MUY flipante. Cómo ha molado, sobre todo la parte en la que le dice cómo murió. De hecho, es tan bruto que Felipe II acaba todo traumatizado.

 Salvador: No sólo tu muerte va a ser horrible, sino que luego te reencarnarás en Carlos Alcántara...

Felipe: ¡No, eso no!
Vázquez de Leca: Si al menos fuera doña Herminia...

Entonces se lía aún más parda, porque Salvador llama a presidencia para dar el chivatazo y el muy hijo de la gran puta de Felipe II lo mata. ¡Tío, que lo ha matado! ¡Cabrón, a Salvador no se lo toca! Jo, Salvador ha muerto y lo último que ha escuchado es a Rajoy, qué pobre.

Así que, además de asesinar a Salvador (¡sufro!), Felipe II se encarga de cambiar la historia y La armada invencible pues deja de tener un nombre tan irónico. También se encarga de aprender a usar las nuevas tecnologías como los móviles, usar el Excell... Así que, claro, cuando la patrulla vuelve de su última misión, se encuentran con el Ministerio un poquito cambiado y, de hecho, barajan las opciones de que Ernesto haya creado escuela (Amelia) o ahora sean los Men in black (Julián, por si había dudas).

La patrulla no deja de flipar, ya que luego los recibe Ernesto y les felicita por matar a Argüelles, ya que el muy majadero quería que hubiera una Constitución. Acto seguido envía a Amelia a donde pertenece, según él, es decir, administración. Pero, por si no tenían suficiente, aparece Irene de morena para pedirse la tarde libre para celebrar el cumpleaños de su hija.


Alonso ejemplificando el flipamiento que llevamos todos ahora mismo al ver a Irene de maruja gótica.
(¿Se habrá disfrazado de Allison Hendrix?)

Por suerte, Amelia es muy hábil y se pispa de una foto de Ernesto con Felipe II y le sigue la corriente como si todo fuera normal. Así que van a cambiarse y en la cafetería vuelven a flipar de lo lindo entre el parte meteorológico de las Españas y un bonito vídeo en el que un montón de personas de distintos países (chicarrón vasco incluido) dicen "yo soy España". También ven un anuncio sobre su gran monarca Felipe II, así que Amelia deduce que el amigo Felipe II ha cambiado la historia en algún momento.

Como Alonso sabe que está casado y a Julián le llama Maite, que al parecer está viva en esta realidad, Amelia les dice que no se preocupen, que ella investiga sola y que se marchen. Así, Amelia se pasa la noche investigando no solo a Felipe II, sino todas las misiones que han llevado a cabo, mientras Alonso se reúne con Elena (que está embarazada) y Julián con Maite. Por cierto, hace falta mala leche para hacerle esto a Julián, jolín, que así no va a superar el dolor nunca, qué manera de hurgarle en la herida, coño.

Al día siguiente, los dos pánfilos están súper contentos con los cambios, cuando llega Amelia con muy malas noticias: Felipe II hizo que La armada invencible ganara y eso hizo que tanto Londres como Lisboa sean territorio español; además, no existe El Quijote, ni El Lazarillo y gente como Goya o Jovellanos han sido depurados. Pero, esperad, que se pone aún peor: en la actualidad existe La inquisición y sigue haciendo listas de libros prohibidos. Además, España está en guerra contra Estados Unidos y el Islam, porque encima Felipe II vive en todas las épocas y elimina a cualquiera que suponga una amenaza para él.

Con semejante panorama, Amelia ya tiene un plan de acción: mientras ella viaja a la época de Felipe II para hacerse pasar por una profeta para que la detengan y llamar su atención, así los chicos podrían viajar a un momento de su vida en que fuera vulnerable. Así, Amelia podría convencerlo para que lo dejara todo como estaba en primer lugar.

Alonso no tarda ni un segundo en protestar, aduciendo que, quizás, se vean obligados a matar al rey y cambiar la historia, por lo que Amelia se china y le dice que Felipe II es el que ha cambiado la historia. Julián le pide que no grite porque va a menudo a ese bar, que es un poco como: ... really? ¿Estamos hablando de Inquisición y de un rey que mata a cualquiera que le sale de la punta del nabo y te preocupas por eso? ¡Reordena tus prioridades, tío!

Es en ese momento cuando Amelia comprende que no la van a ayudar, ¿porque qué importa el bien común si cada uno tiene a su churri? Julián le pregunta si se han cumplido sus sueños y si sabe algo sobre Pacino y Amelia les informa de que Pacino murió en la nueva realidad. ¿Qué eso les importa a los otros dos? Pues no. Amelia, entonces, les dice que entiende que sea difícil renunciar a sus sueños, pero que ella no puede vivir en un mundo sin libertades y con Inquisición, así que va a seguir el plan la ayuden o no.

La carita de Amelia al ver que ellos pasan de hacer nada, yo de ser ella habría reaccionado así:

Y luego habría hecho esto porque, en serio, ¡Inquisición, genios asesinados!

Y aquí voy a hacer un alto, porque Amelia ha sido un personaje súper criticado en esta segunda mitad de temporada y, aunque creo que ha sido súper borde con Julián, yo no comparto ese odio o decepción hacia ella. Y este episodio ha sido la ejemplificación perfecta de que Amelia, éste más o menos jodida, siempre cumple con lo que es correcto. ¿Qué a veces no lidia bien con sus emociones? Entendible, ya que es alguien inexperto y de un siglo en el que no se tenía la educación emocional de ahora. Además, es una persona humana y ningún humano es perfecto, nin-gu-no.

Sin embargo, pese a todo, Amelia ha cumplido como la que más con las misiones y el bien común (bueno, salvo con Lope) y por eso creo que, ni aún teniendo una vida perfecta en esta realidad alternativa, se hubiera quedado de brazos cruzados. Y por eso también creo que Amelia Folch mola un huevo y, si yo soy ella, les pego tal sacudida a Zipi y Zape que los convertiría en bongos humanos. Joder, que estamos hablando de Inquisición, mujeres sumisas, un mundo de guerra y con un tirano que decide quién vive y quien muere.

Bueno, sigo. Tras dejarles el cuaderno, Amelia vuelve al Ministerio donde se da cuenta de que Irene mira a chica de soslayo, porque evidentemente le gusta. Por eso, Amelia la sigue para pedirle que hablen un momento a solas y acaban en el despacho de Ernesto, donde Irene quiere saber qué se siente estando de misión, aunque no es como si su marido fuera a dejarla.

Amelia, una vez más, hace gala de ese poco tacto tan suyo y va directa al grano. Vamos, que le come la boca a Irene, recreando esa escena tan fantástica del episodio piloto. Irene le acaba devolviendo el beso, aunque después se lamenta porque eso es pecado. Amelia le pregunta si es feliz e Irene le dice que es responsable. La pobre Irene se piensa que Amelia trabaja para La Inquisición, pero Amelia le explica toda la verdad, dejando a Irene flipada no, lo siguiente. Sin embargo, lo único que acaba consiguiendo de Irene es que le guarde el secreto.

El paralelismo con el primer episodio es maravilloso.

Mientras tanto, los dos lechuguinos se lo están pasando pipa en una cena doble, aunque ven cosas raras como que tanto Maite como Elena son súper serviles con ellos. Julián ya empieza a estar un poco mosqueado, pero Alonso no quiere pensar sobre el tema.

Las cosas raras no quedan ahí, ya que Elena dice que si el bebé es niña se llamará Isabel como la madre del rey Felipe y, si es niño, será Felipe como él. Pero es que lo dice con una emoción que me tiene acojonada, en serio. Alonso dice de cenar, pero las chicas les dicen que primero deben ver el mensaje del rey, así que ven a Jordi Hurtado presentando el programa Saber y triunfar. Después, ven el mensaje de Felipe, pero lo que da miedo es lo mucho que adoran las chicas a Felipe, es que están ahí como si vieran... no sé, no tengo comparación, salvo que esto parece una secta y da muy mal rollo.

Prueba irrefutable de que Jordi Hurtado es eterno.

Por la noche, Julián está recordando las últimas palabras de Amelia y Maite le pregunta qué le ocurre, ya que teme que esté pensando en otra mujer. Él le dice que no, que siempre está pensando en ella y como a cabezona no me gana nadie, yo sigo pensando que se siente culpable por sentir cosas hacia Amelia y "olvidarse" de Maite.

Al día siguiente, Amelia cumple con su parte del plan, mientras los chicos están tan tranquilos pensando en que no lo va a hacer porque es inteligente. Estos dos no conocen a Amelia, como no es terca ni nada.

Total, que Amelia es capturada por Felipe II, que le da toda una lección sobre lo mucho que se ha perdido a sí mismo con todo este tema de ser el rey del mundo y del tiempo. Amelia también le pregunta por Salvador y Vázquez de Leca le dice que tuvo un accidente. Sí, ya, lo que tú digas. Amelia también deduce la verdad y a la pobre se le rompe el corazón, aunque no por eso traiciona a nadie o cambia de parecer porque prefiere morir a perder la dignidad. Hija, Amelia, ¡cómo molas, tía!



Como Felipe II no está por la labor de dejar pasar el tema, avisa a Ernesto para que capture al resto de su patrulla. Por suerte, Irene lo escucha todo y les manda un mensaje a los chicos, que están muy ocupados pensando en si lo que están haciendo es lo correcto o no. Y es que Julián se ha dado cuenta de que tanto Maite como Elena no son las personas de las que están enamoradas, por mucho que tengan su voz y su cara. Lo que es lógico porque se han criado en un mundo completamente distinto. Eso sí, eso de que lo importante es la persona es un concepto muy, muy bonito... aunque sigo queriendo pegarles. ¡Inquisición, tíos, inquisición!

Los lechuguinos se reúnen con Irene en un pasillo solitario, que les pide que huyan y les explica lo que ha hecho Amelia, lo que les sorprende. Irene les pregunta sobre si conocen a la Irene de la que habló Amelia y ambos le confirman que ésta no le mintió. Irene, entonces, les suplica que hagan que la Irene que exista sea esa y no la actual.

Parece que al fin se han puesto en marcha, así que Julián llama la atención de Ernesto y deja que lo torture, aunque también intenta que reaccione. Al mismo tiempo, a la pobre Amelia también la están torturando electrocutándola, mientras Alonso viaja por las puertas del tiempo para cumplir el plan de una vez.

Cuando parece que todo ya no puede ser peor, tanto Ernesto como Felipe II reciben una llamada: Alonso está con el Felipe II de 7 años y está dispuesto a matar al niño, sino libera a sus compañeros y le hace caso a Amelia. Como encima Alonso se marca un súper discurso sobre que no será nunca rey y no tendrá gloria, pues no le queda otra que obedecer, no sin antes preguntarle por qué lo hace. Alonso le dice que por honor y porque nunca abandona a un compañero en la batalla y Amelia lo es. Ainss, qué bonito.



Una vez en el despacho de Felipe II, ella le exige que vuelva al punto en que cambió la historia y que deje que suceda como debería. Resulta que Felipe II está súper deprimido con el tema, porque ya no le queda nadie y eso de ser rey del tiempo es muy cansado. En un momento dado, le va a pedir un favor a Amelia y le dice que hay algo que no se ha atrevido a mirar. Ella se adelanta porque sabe que es su muerte, ya que a ella le pasa lo mismo. Entonces, Felipe II le recuerda lo que le dijo Salvador y Amelia no sólo se lo confirma, sino que le dice el cuándo por petición de él.

Total, que volvemos por tercera vez a Inglaterra en 1588 y esta vez todo sucede como debe de suceder, así que el mundo vuelve a la normalidad. Y Salvador vuelve a estar libre y les dan días libres y todo vuelve a ser bonito otra vez, ¡ay, qué feliz soy!

Encima, cuando Alonso vuelve a casa, descubre que Elena está ahí, esperándole. Entonces le besa y le dice que quiere estar con él, pero que no le mienta nunca más y no le diga tonterías de esas de que viaja en el tiempo. Vamos, yo lo interpreto como que prefiere hacerse la tonta y no pensar en los viajes temporales.

También vemos a Julián en su bar de siempre, solo. Hijo, Julián, no te nos vuelvas a deprimir, anda, que mola más cuando eres alegre e ingenioso.

Y, para acabar, vemos cómo Amelia cumple su promesa en una escena preciosa. Amelia viaja hasta 1598, cuando Felipe II yace moribundo en su cama. Felipe II le dice que ya no sabe si cree en Dios y que tiene miedo, así que Amelia le dice que piense en el día más feliz de su vida. A Felipe II no le cuesta, ya que no ha tenido muchos, y vemos un flashback de él siendo niño y siendo arropado por su madre, Isabel de Portugal. Y, jo, en serio, la llorera que me he pegado con el Felipe II repitiendo el diálogo en contraposición con el flashback ha sido brutal. Qué grande es Carlos Hipólito, jo.

Menuda llorera me he pegado con esta escena. No, en serio, esta gente manipula mis feelings muy fácilmente.

Entonces Felipe II muere y vemos que Amelia le ha ayudado un poquito, lo que es muy bonito y, jo, no es justo que yo ahora esté toda compungida por el malo del episodio.

Y con eso llegamos al final de la segunda temporada de El ministerio del tiempo sin saber si la han renovado, así que, por favor, TVE, hazlo. Jolín, es una serie genial y ha tenido una segunda temporada muy arriesgada y molona, así que se lo merece. Encima, se han quedado muchas cosas en el aire (el destino de Lola, el pasado-futuro de Amelia...) y yo sigo queriendo ver esa segunda patrulla con Pacino, Argamasilla y Julia (NO podéis decirle que no a Alexandra Jiménez y lo sabéis). Pues eso gran episodio para cerrar una temporada maravillosa y que ojalá nos den una tercera temporada.

lunes, 23 de mayo de 2016

Flirting with danger

A mí me encantan las historias sobre ladrones, siento debilidad por ellas desde cría, sí que, claro, cuando descubrí la existencia de la saga de Samantha Jellicoe pues no me pude resistir a hacerme con ella. Si no me equivoco, la primera entrega sí que se publicó en castellano bajo el título Coqueteando con el peligro, pero está descatalogado, así que me hice con la edición en inglés, que es muy chula y estaba muy bien de precio.

Como ya he dicho es una saga, pero al menos la primera entrega, Flirting with danger, tiene el final cerrado, así que me imagino que todas sus aventuras serán auto-conclusivas. Bueno, entonces, ¿de qué trata exactamente Flirting with danger?

Samantha Jellicoe es una de las mejores ladrones del mundo y su último golpe es robarle una tablilla troyana al multimillonario Richard Addison. Sam lo tiene todo planeado, es un golpe relativamente sencillo… al menos hasta que, cuando lo lleva a cabo, es descubierta por el señor Addison, que supuestamente no debería estar en casa. No sólo eso sale más, pues justo en ese momento una bomba estalla, matando a uno de los miembros de seguridad y casi al señor Addison, de no ser porque Sam le salva.

Sam no pierde el tiempo y acto seguido huye para no ser descubierta. El problema es que la policía está convencida de que ella es la responsable de la bomba y, por eso, se ve obligada a pedirle ayuda a quien menos le apetece: Richard Addison, el hombre al que intentó robar. Al mismo tiempo, Rick empieza a obsesionarse con la investigación, ya que no le parece lógico que todo fuera orquestado por la chica que le salvó, pero nadie le hace demasiado caso. Por eso, se ve en la tesitura de aceptar el trato de Sam: investigarán el caso por su cuenta, para limpiar el nombre de ella y descubrir quién va a por él. Pero, claro, con lo que no contaban ni Sam ni Rick es con la atracción y la química que no tarda en desarrollarse entre ellos.

Flirting with danger es una novela romántica, sí, pero también tiene acción, misterio y se mete de lleno en el mundo de los robos y del crimen. A pesar de que la historia central es la relación entre Sam y Rick, Suzanne Enoch no deja de hacer avanzar la trama de misterio, con Sam y Rick haciendo pesquisas, lidiando con la policía y también con un montón de problemas, que van surgiendo a su paso.

Por eso es muy, muy entretenida. Y también es muy divertida, sobre todo por el continuo tira y floja de Sam y Rick por un lado y de Sam y Tom por otro.

Sam es una protagonista estupenda, porque tiene mucho sentido del humor, es muy práctica y también independiente, una mujer de recursos que nunca ha necesitado a nadie, ni se ha atado con nada. Así que cuando empieza a sentirse realmente a gusto con Rick, en ella surge un conflicto entre lo mucho que le gusta su vida y su libertad y el querer estar con él, sobre todo porque Rick parece empeñado en que Sam vuelva al camino más honrado. Eso sí, a pesar de que Rick quiere que Sam se vuelva legal, la acepta por lo que es y no duda en introducirla en su mundo, sin dejar de quedar fascinado por su inteligencia y sus múltiples talentos.

Y es que Rick mola mucho. A pesar de ser un multimillonario inglés y obsesionado con su trabajo, es alguien muy normal y espontáneo, alguien que va a casa de sus mejores amigos y babea con sus hijos, a los que adora. Eso sí, si en el caso de Sam su dilema viene con la libertad y lo mucho que la valora, en el caso de Rick es por el control.

Porque Rick necesita tener el control de la situación, en parte porque está acostumbrado a eso, en parte porque su ex mujer lo dejó tocado tras engañarle. Por eso mola tanto el toma y daca con Sam, alguien que es una líder nata, autosuficiente y que conoce mejor el mundo en el que ambos se están moviendo. Al igual que lo son los problemas de confianza, perfectamente lógicos dado que Sam es una ladrona que quiso robar a Rick y que éste podría enviar a Sam a la cárcel con solo declararlo. Sin embargo, a pesar de todo eso, Sam y Rick encajan perfectamente y hacen una pareja muy guay, con mucha química.

Pero, claro, Sam y Rick no están solos, ya que ambos tienen conocidos, enemigos y demás. Desde el policía que está llevando el caso, hasta Stoney, amigo del difunto padre de Sam y su socio, por decirlo de algún modo. Todo eso pasando por Tom, de quien soy muy fan. Y es que Tom no sólo es el mejor amigo de Rick, también es su abogado, así que choca con Sam desde el primer momento, más porque teme que Sam va a herir a Rick que otra cosa. Así que Tom no sólo pone un poco la sensatez en la investigación de los otros dos, sino que tiene escenas grandiosas con Sam, que adora sacarle de quicio.

Es decir, que todos los personajes están muy logrados y resultan como muy humanos. Además, se agradece que Suzanne Enoch vaya mostrando distintas facetas de ellos, sobre todo de los más importantes.

Es la primera vez que he leído algo de Suzanne Enoch y no puedo estar más encantada: no sólo tiene un ritmo estupendo, que combina la acción pura y dura con otros momentos de calma en los que desarrolla la relación entre los protagonistas, sino que su estilo me gustó mucho, sobre todo en los diálogos que tenían mucha chispa.

Como ya he dicho, Flirting with danger tiene un final cerrado (del cual no contaré nada para no spoilear), pero yo estoy deseando leer la segunda aventura de Sam y Rick y ver en qué nuevos líos se han metido y si logran infartar al pobre Tom.

El próximo lunes literario estará dedicado a... C de cadáver de Sue Grafton.

domingo, 22 de mayo de 2016

Los 100 más arriesgados

El jueves terminaba en la CW la tercera temporada de The 100, su temporada más polémica. Ha sido raro el viernes que abrías tuiter y no había hashtags sobre la serie o el blog que no le dedicara de vez en cuando algún artículo. Porque Jason Rothenberg podrá tener sus fallos, pero también está teniendo la gran virtud de no dejar de arriesgar y llevar hacia delante una trama, intentando ni repetir situaciones, ni peligros, ni olvidarse de todo lo que ha pasado hasta ahora.

Y, al menos para mí, ha conservado el nivel, por no decir que en ciertos aspectos ha logrado incluso elevarlo.

Es curioso, eso sí, que esta tercera temporada haya repetido el esquema de la segunda: al principio teníamos una situación más o menos calmada (al menos, en comparación con el último tramo) con los personajes diseminados por distintos lugares y cada uno en una situación distinta para acabar confluyendo todos en una misma trama.


En este caso fue la dedicada a La ciudad de la luz, que no ha podido ser más tensa e inquietante. Así como en la temporada anterior la amenaza era más sencilla de asumir, en esta ha sido terriblemente complicada. En la segunda temporada, los hombres de la montaña inician la guerra mostrando una maldad impresionante (son ellos los que deciden sacrificar a los 48, en lugar de intentar hallar una solución pacífica), mientras que en esta temporada Clarke y compañía se enfrentaban a su propia gente, pero poseía por esa entidad tan inquietante llamada ALIE, lo que les dejaba aún menos margen de maniobra. ¿Cómo derrotar a alguien a quien es inocente y a quien le han robado su cerebro por la fuerza?

De hecho, una vez estalla la trama de La ciudad de la luz y ALIE los episodios se volvieron una tensión constante y, al menos a mí, me inquieta muchísimo ver a los ALIEnados (los llamo así, una que tiene chispa, xD), casi como si estuviéramos en una película de zombies y no supieras qué personaje podría caer a continuación en sus garras.


Porque ALIE ha sido una gran villana y Erica Cerra ha estado increíble interpretándola. Menuda presencia, era verla y odiarla y temerla a partes iguales.

Habrá que ver cómo lidian los ALIEnados una vez han sido liberado del control de ALIE, que les obligaba a hacer cosas realmente horribles: atacar a sus propios amigos, suicidarse para forzar a otros a tomar la llave (espectacular la escena en la que Abby casi muere para intentar doblegar la voluntad de Clarke) y un largo etcétera.


Porque The 100 es también una serie que habla bien de los traumas.

En esta tercera temporada raro ha sido el personaje que no ha acabado arrastrando una serie de traumas. Quizás Jasper haya sido el más evidente, pero no el único: Clarke, Bellamy y Monty ya arrastraban problemas desde la temporada anterior y en esta no les ha ido mejor; Octavia ha perdido a Lincoln, Raven tuvo que enfrentarse a ALIE y sufrir su tortura... Y eso es de agradecer, porque a cada uno le han escrito su camino y todas las reacciones han tenido sentido.

De hecho, en mi opinión, los fallos que ha tenido la tercera temporada de The 100 han sido más de forma que de contenido. Es decir, la idea era buena, pero a veces no la ejecutaban de manera adecuada. Para mí, de eso pecaron tanto con el descenso a los Infiernos de Bellamy como con la muerte de Lexa.

Una vez se ha visto la tercera temporada no se puede decir que la muerte de Lexa fue gratuita, porque no fue así. Quizás vino originada por la ausencia de Alycia Debham-Carey, pero no se puede decir que no le dieran sentido. Con Lexa viva no habrían podido desarrollar la trama de ALIE tal y como lo han hecho y, sinceramente, la forma en la que Clarke y los demás han luchado contra ella ha sido maravillosa. Además, la muerte de Lexa y el posterior golpe de Estado de Ontari con su muerte incluida deja la política grounder en una posición muy curiosa, que podría dar mucho juego: aparentemente sólo Luna es una nightblood, es decir, la única que puede optar al puesto, pero ni siquiera la amenaza de ALIE la hizo reaccionar.

Así que la idea era buena, incluso comprendo que les interesara que Clarke y Murphy vieran cómo funcionaba La llama (algo que ahora vemos que era necesario), pero sí que es cierto que el recurso del tiro al aire no fue una decisión muy acertada. Aunque al final se resarcieran en cierta manera con Lexa acudiendo al rescate de Clarke y la despedida que tuvieron en el último episodio, que sí que estuvo muy a la altura.


Eso mismo les ocurrió con Bellamy. Su descenso a los Infiernos podría haber estado mejor escrito, desde luego, pero sí que tenía sentido, sobre todo visto el último episodio. Creo que les faltó tiempo, que cayó demasiado pronto, pero era coherente con su forma de ser y con la situación que estaba pasando en aquel momento donde todo su mundo se desmoronó en prácticamente un episodio. Además, es cierto que la moralidad de Bellamy siempre ha sido Octavia, algo lógico si recordamos que la señora Blake le instruyó desde niño para que cuidara de ella.

Por eso creo que es interesante (y está bien planteado) los dilemas a los que se enfrenta: el ser líder o el segundo al mando, el hacer algo por Octavia o porque es lo correcto. A fin de cuentas, Bellamy no es Clarke, a él siempre le ha movido más salvar a su gente que tomar la mejor decisión posible (la segunda temporada se basó en salvar a los 48 de Mount Weather, es decir, su gente, no de enfrentarse a los grounders). Pero parece que su alianza con Pike, la culpabilidad posterior y la evidente decepción de Kane (que le hizo ver que tenía que plantearse por qué había entregado a Pike y que salvar a su hermana no quería decir que estuviera en el camino correcto) han hecho que madure y le han preparado para lo que, creo, que va a venir.

Porque en el final de temporada hemos visto a Octavia recorrer el camino de su hermano: el dejar que la ira, el dolor y la venganza le lleven a tomar una decisión que, quizás, en otras circunstancias no habría tomado. Bellamy se ha estado arrepintiendo de haberse posicionado con Pike, habrá que ver cómo le afecta a Octavia el haberlo matado a sangre fría, no en una batalla luchando por su vida.


Ya dijo Bellamy que se había dejado seducir por la visión de Pike porque le facilitaba la vida, era más sencillo verse a ellos como los buenos y a los grounders como los malos. Y creo que a Octavia le ha pasado tres cuartos de lo mismo, que a priori es más fácil y seductora la idea de la venganza y de hacer justicia, pero que puede que luego le pase factura.

Eso sí, qué feliz me hizo que Octavia acabara con Pike, porque le he odiado mucho, mucho, y porque también era justicia poética que Octavia lo matara. En parte, porque se ha repetido el esquema de la segunda temporada (Lincoln matando a Cage, es decir acabando con el enemigo que podía escapar) y, en parte, porque fue Pike quien ajusticia a Lincoln. Mira, ahí sí que escribieron una muerte muy digna, que también sirve de motor y que supieron usar muy bien, a pesar de que, en cierta manera, les vino impuesta porque Ricky Whittle dejaba la serie.

Así que habrá que ver cómo lidia Octavia con lo que ha hecho y qué es de ella, porque me dio la sensación de que iba a seguir la senda de Clarke de exiliarse.


Y es que, en general, yo creo que los guionistas han hecho un buen trabajo, tanto por la trama de ALIE, como por el desarrollo de los personajes. En esta temporada prácticamente todos los actores han tenido sus escenas de lucimiento y sus evoluciones muy bien trabajadas: Raven no tuvo mucho protagonismo al principio, pero Lindsey Morgan ha tenido, además de escenas grandiosas, todo un episodio para lucirse y ha sido clave para derrotar a ALIE; Monty se ha erigido como todo un badass (olé sus cojones, todo lo que ha hecho desde el alzamiento de ALIE) y Murphy ha acabado convirtiéndose en una especie de héroe.

Muy fan de cómo han desarrollado a Murphy esta temporada, ¿quién me habría dicho que habría terminado preocupándome por él y siendo fan suya?


Además, también me ha gustado que en esta temporada no sólo han explorado los conceptos de liderazgo y política, algo que han hecho sobre todo en su primera mitad con Pike siendo elegido a pesar de que era un asesino enloquecido por el odio (¿nos suena eso?), sino que también han realizado un ejercicio de reflexión y crítica sobre la religión. Que sutil, sutil, no ha sido (ALIE vestía de rojo, la llave tenía forma de hostia, la diosa grounder que descendía de los cielos...), pero aún así me ha molado mucho.

Vamos, como toda la temporada.

Pese a las críticas recibidas, pese a que no siempre haya acertado, me parece que The 100 ha tenido una gran temporada y que hay que apreciar lo arriesgada que ha sido. La verdad, prefiero una serie que le echa un par de narices y que intenta no sólo mantener el nivel, sino superarlo, y que a veces falle, que otra que no salga de su zona de confort.

Así que, nada, no habrá nada nuevo sobre The 100 hasta midseason, la espera va a ser larga, pero tengo muchas ganas de la nueva temporada. Y es que el final de la tercera ha sido grandioso, sobre todo porque ha estado muy bien pensado: el que ALIE al final tuviera un buen motivo para su conquista y que ese motivo sea la trama de la cuarta temporada, con los personajes teniendo seis meses antes de un nuevo Apocalipsis nuclear, me ha parecido maravilloso.

No, en serio, qué larga se va a hacer la espera.

jueves, 19 de mayo de 2016

La inercia de Storybrooke

Los season finales están llegando y nos están arrasando, así, en general y yo quiero ir comentando algunos. Y voy a empezar con uno que, aunque ha estado bien, hasta ahora ha sido de los menos memorables... siguiendo la tónica de su segunda mitad de temporada. Sí, hoy voy a hablaros de Once upon a time y lo primero de todo quiero dejar una cosa clara: le tengo cariño.

A ver, yo no soy de dejar series, así, en general (mucho me tengo que chinar yo para dejar una serie, en serio), pero a Once le tengo cariño. Y precisamente por eso la veo esperando que me fascine como lo ha hecho antes e incluso le perdono cosas que en otra serie harían que me tirara de los pelos y quisiera quemar la sala de guionistas. Vale, dejando eso claro, voy a analizar lo que ha dado de sí la segunda mitad de la quinta temporada.


La cuestión es que el primer arco, el dedicado a Camelot, me encantó: había un misterio muy bien llevado, los flashbacks están bien utilizados, el giro de Arthur molaba y Merida estaba súper lograda, incluso se atrevieron a sacar a los personajes de su zona de confort. Así, tuvimos a Emma convertida en el Ser Oscuro, a Hook convertido en otro, a Regina abrazando el papel de heroína, al igual que Rumpel que, por fin, hacía frente a su pasado y comprendía que nunca había dejado de ser un cobarde, pese a todo el poder que tenía.

¿El problema?

Que bastaron dos putos minutos para joderlo todo. Así de finamente.

Esta era yo cuando el final del arco de Camelot.

Los creadores de Once tienen un serio problema, lo que se traduce a la serie: no sé si son los tíos más comodones del mundo o unos cobardes del quince, pero no dejan de repetir el mismo patrón una y otra y otra vez. Once se mueve por inercia y da igual lo que pase que todo permanece igual. ¡Echadle huevos, joder! ¡Cambiad la situación, dejad de ser tan obvios y facilones, cojones!

Como decía, bastaron dos minutos para cargarse todo un arco. De pronto, no importaba las lecciones que habían aprendido los personajes, ni sus evoluciones, puesto que quedaron en el olvido como si no les hubieran dedicado once episodios a llegar a una conclusión. Así, de pronto, Regina volvía a tener paranoias con su oscuridad interior, Emma volvía a repetir el error que había destrozado todo en primer lugar, al igual que Rumpel volvió a lo de siempre.

Todo para embarcarnos a un viaje al Inframundo para rescatar a Hook porque, sí, porque él lo vale. Quiero decir, Bae muere y nadie se inmuta, ni siquiera su padre que creó una maldición para encontrarle, pero Hook muere y todos se van de excursión al Inframundo a tocarle los huevos al dios de los muertos.


Mucha lógica el argumento no tenía, pero, bueno, el conocer el Inframundo y explorar la película de Disney basada en la mitología griega apuntaba maneras. Y, a ver, no me entendáis mal, el arco no ha estado mal, se ha dejado ver y no ha sido esa insufrible ristra de sinsentidos que protagonizaron el terrible arco de Queen of darkness.

Eso sí, el arco del Inframundo ha vuelto a caer en algunos fallos que hacen que la quinta temporada haya retomado el esquema de la cuarta: el primer arco estaba muy bien pensado, era emocionante y entretenido, pero el segundo no estaba a su nivel. En este caso, no ha sido un completo desastre, pero sí que se ha notado el relleno y lo mal que han adaptado algunas cuestiones. Joder, que Megara será una de las mejores princesas Disney y Hércules es una película que mola mucho, pero aquí hicieron una cagada monumental.

De hecho, Once parecía haber mutado en Entre fantasmas, con un caso por episodio que acababa con el fantasma de turno cruzando a la luz. Lo malo era que varios episodios eran relleno puro y duro (curiosamente, centrados en los mismos personajes, hola Snow y Hook), aunque sí que ha habido otros que han merecido mucho la pena.

En primer lugar, lo que más me ha gustado, los que han dedicado a estabilizar la relación familiar entre las hermanas. No sólo ha sido interesante, sino que se lo han montado muy bien, pues les ha quedado muy natural y coherente, a pesar de que era algo que necesitaban "forzar" si querían mantener a Zelena como personaje regular, una decisión de lo más acertada. Zelena le da mucha vida a la serie, ella es tan maravillosa como su hermana y, por eso, tenía que jugar ese rol de personaje con mala leche en el bando de los buenos.


De hecho, ha sido Zelena uno de los personajes clave de temporada entre su relación con Hades, el cómo ha conseguido lo que quería (no sólo a su hija, sino tener una familia y ocupar una posición como la de Regina) y el que fuera otro personaje cuyo final feliz no era una pareja, como le ocurrió a Regina en su día.

Y Zelena precisamente ha sido la que ha dado un paso atrás y que ha ocupado el rol de cínica en el dulcísimo grupo aventurero formado por los Charming, mientras Regina volvía a primera plana, recibiendo una hostia de los guionistas que siguen escribiendo con la misma inercia las dos últimas temporadas. Vale, Robin Hood era un soso, eso no lo vamos a negar y todos sabíamos que era el ficus de Once. Sin embargo, joder, ¿por qué tiene que ser Regina la que sufre, mientras que es Emma la que los pone a todos en peligro por egoísmo constantemente y acabe con final feliz? Es que muy justo no es, porque encima no es la primera vez que Emma jode a Regina por hacer lo que le sale de las narices.

Pero, bueno, ha sido interesante ver a Regina lidiar con la situación que la llevó a convertirse en la reina malvada de una manera completamente diferente. Al menos, con alguien sí que conservan su desarrollo, que es algo que a los guionistas de Once no les gusta mucho, ya que prefieren retorcer a los personajes a favor de la acción.

En cierta manera, eso también lo han hecho con Regina otra vez y todo para volver a lo mismo de siempre. Querían traer a La reina malvada de nuevo, porque les encanta recuperar personajes (y luego nunca les funciona, sobre todo cuando empiezan a liarse a recuperar cosas y meter personajes nuevos, que es un fallo tanto del arco de Las reinas de la oscuridad como del Inframundo), pero no querían tocarle mucho las narices a los fans (luego dirán de otros, pero estos señores viven del fanservice), así que se han sacado de la manga el desdoblamiento de Regina. Un poco cogido por los pelos, pero puede dar mucho juego. Ahora habrá que ver si Regina va a ser la única en tener un doble o si se volverán locos y lo harán con otros personajes.


Sería una buena opción para solucionar el problema que ellos mismos se han creado con Rumpel y Belle, la verdad.

Porque lo de los guionistas con estos dos manda huevos. En serio, yo los shippeaba a muerte (Deep skin será mi episodio favorito por siempre jamás) y no es que nunca me haya bajado del carro (¿cabezona yo?), pero lo han estropeado. Lo peor es que en el primer arco de la quinta me convencieron de nuevo, aunque mi gozo en un pozo.

Y es que con Rumpel y Belle siempre, pero siempre, desechan las cuestiones interesantes para repetir una dinámica que cada vez resulta más insoportable. Hubiera sido interesante poner a Belle en la tesitura de elegir entre su apreciada bondad o salvar a su marido de la oscuridad que le estaba matando, al igual que lo hubiera sido el Rumpel de la 5A luchando por su amor e incluso el que hubieran tirado por explorar el hecho de que, pese a lo que ella diga, la oscuridad de él en cierta manera la atrae.

Pero no, mejor poner a Belle siendo el cliché de personaje femenino más grande del mundo (y que más manía me da): la moralista tocanarices hasta cuando la vida le va en ello. Que manda narices que Hades pueda arrebatarle a su hijo y ella está más pendiente de hacer el bien y mantener su alma intacta que de ser efectiva a la hora de salvar al bebé. Y mejor poner a Rumpel como ese malo que no termina de ser villano.


Porque, claro, es más fácil tenerlo en esa rutina y hacer que estemos hasta las narices, que buscarse nuevos modos de enlazar arcos argumentales. Ahora mismo, sin Rumpel no sabrían cómo hacerlo, ya que ha sido él quien ha unido todos los puñeteros arcos: Rumpel trae la magia a Storybrooke, Rumpel provoca que Zelena vaya a por ellos en la tercera, Rumpel abre el portal temporal al matarla y es él quien tiene a Elsa presa, es Rumpel quien trae a Las reinas de la oscuridad y quien crea, en cierta manera, al Dark swan, es él quien lleva a Emma al Inframundo... Vamos, que podemos decir que Rumpel es el motor de la serie y el que siempre provoca que los demás se enfrenten a lo que sea.

En el final de temporada, además de verlo enfrentándose a todos por despertar a Belle, ha sido quien ha cedido Storybrooke a Mr. Hyde a cambio de salvarla.

Una vez más, hay que hacer concesiones para creer el argumento: desde que el padre de Belle prefiera dejarla (a ella y su futuro nieto) eternamente dormida porque, venga, si tiene que esperar a que un ser inmortal muera pues... eso, que no la despierta; hasta el hecho de que Rumpel vaya a por Henry. Bueno, a decir verdad, la relación entre Rumpel y Henry es algo en lo que prefieren no ahondar mucho, no vaya a ser que sea todavía más descarado que Rumpel vaya a la suya. Pero, venga, un hombre que se siente tan culpable por lo que le hizo a su hijo y que ha hecho todo lo que ha hecho para recuperarlo, ¿va a tratar así al único hijo de éste? Pues mucho sentido no tiene.


Pero, bueno, al menos el season finale ha sido súper entretenido y la combinación de Emma y Regina es la que mejor les funciona y ver al doctor Jekyll y Mr. Hyde ha molado mucho. Al igual que lo han hecho el final de la trama de Camelot (mira, el destino de Arthur sí que tenía sentido) y también el que se salieran de lo habitual con el one true love de Ruby y lo natural que ha sido hablar de su bisexualidad. Además, les quedó una historia muy mona, aunque yo quiero que le busquen una novia a Mulan, ¡ella lo merece, tíos!

Pues, eso, que el final de temporada le ha dado mil vueltas a los diez episodios anteriores, que deberían dejar de traer regresos a mansalva porque nunca les funciona (mucho regreso, pero el episodio 100 fue un cagarro) y tengo ganas de ver qué depara la sexta temporada con Mr. Hyde adueñándose de Storybrooke, La reina malvada buscando venganza y Rumpel yendo a por la forma de salvar a Belle (a lo mejor acaba siendo tomar el elixir y separar a Rumpel del Ser Oscuro y así Belle por fin puede estar con él y, eh, me parece bastante probable porque pinta que la sexta podría ser la última temporada).

miércoles, 18 de mayo de 2016

El ministerio del Tiempo 2x12 - Hasta que el tiempo nos separe

Episodio tranquilito de El ministerio del tiempo esta semana, que imagino que sirve para dejar claro dónde está cada personaje y terminar de situarlos donde quieren de cara al final de temporada (que no puede ser de serie, TVE, que si hace falta me marco un Rory Mick en vuestras oficinas ^^). Bueno, pues eso, episodio simpático con unos cuantos golpes muy buenos, pero ha sido el que menos me ha gustado hasta la fecha.

El episodio comienza con una dama, Constanza, a la que están preparando para su boda porque se va a casar con un señor importante y poderoso, pero la muchacha tiene una depresión que parece que la van a cazar con Barbazul. Por eso, acaba huyendo y, claro, como su futuro esposo se pone a perseguirla y dando voces que equivaldrían al “te vas a cagar” de la época, empieza a desesperarse. Al final, por accidente, acaba descubriendo un pasadizo... que resulta ser una puerta del tiempo.

Lo primero que Constanza descubre en el futuro es a Pepe de Masterchef cocinando. Que digo yo que de haber sido Jordi, la muchacha se habría alegrado más. Ay, Jordi. Uy, se me va la pinza con los ojitos azules de Jordi Cruz... mejor sigo: Constanza sigue corriendo y descubre un cuadro de ella a punto de tirarse de una almena. Muy bonito todo.

Pepe: ¿Qué? ¿Intentando llamar la atención en el casting de Masterchef?
Constanza: Yo... esto... eh... en realidad, estoy harta de mi marido cabrón...
Pepe: Ah, coño, otra que va para Sálvame. Pues Telecinco está por ahí.

Bueno, lo que sí es bonito es que, a todo esto, Amelia está siguiendo a Julián fuera del castillo y se ponen a bailar súper acaramelados. Uh, Amelia ha debido de darle a la barra libre, ¿no? Eso o las bodas le suavizan el carácter. El problema es que aquí Amelia no puede tener un momento de paz, o los guionistas nos estallan o algo, así que los dos acaban viendo a Constanza a punto de recrear el cuadro. Hija, porque ha visto ese, que si ve la maja desnuda, a lo mejor se nos despelota en medio de la boda.

Justo en ese momento, la escena se para, se rebonina y entonces nos encontramos 20 horas antes en el Ministerio. Los chicos e Irene acaban de volver de la despedida de soltero de Ortigosa, que se han ido a los San Fermines con Ernest Hemingway. Macho, qué pasada, yo quiero irme a desfasar con esta gente, ¡qué envidia!

Hemingway, como no podía ser menos, va más pedo que Alfredo, así que Irene se ofrece a llevarlo de vuelta y, de paso, busca a Velázquez que está en paradero desconocido, pero presumimos que pasándoselo bien. Mira el amigo Diego, qué juerguista nos ha salido.

Esto es una despedida de soltero súper mega épica.


Los demás se van y, aunque Germán quiere irse a la Rockola del 81 a ver tocar a Nancha Pop (Germán sí que sabe), Ortigosa prefiere irse para poder estar presentable en su boda. Entendible, que luego tenemos un Resacón en Las Vegas temporal y menudo jaleo... Eh, un momento, ¿por qué no hemos tenido uno de esos? ¡Yo quiero! A ver, ¿a quién casamos en la tercera temporada para que pueda pasar eso?

A todo esto el pobre Alonso tiene los ánimos un poco bajos, así que Julián se lo lleva a tomar un café como excusa para un intercambio psíquico. Alonso le cuenta entonces que, aunque en un principio Elena iba a ir con él a la boda, se ha echado atrás a última hora y, claro, él no entiende nada y encima sufre, por eso cree que es mejor lo de su época: mandabas a una mujer y punto. Ya sabemos, cosas de Alonso, que encima está convencido de que no la quiere. Julián le hace ver que eso no es así, que sencillamente es un paso importante y Elena tiene miedo de comprometerse.

Paralelamente, en 1212 vemos a Constanza diciéndole a Patrick Criado que huya porque a ella la obligan a casarse y su futuro marido la matará, pero Patrick Criado le dice que mejor huyan juntos. Están tan felices, cuando aparece el futuro marido que, claro, no es que esté muy contento con la situación y ordena prender a Patrick Criado.

Mientras, en el Ministerio, Amelia e Irene se están preparando para ir a la boda, mientras que Angustias lo hace para volver al convento de Tordesillas porque, por un lado, lo había prometido y, por otro, no le gustan las bodas... y encima tiene antojo de yemas la mujer (o tiene una cita secreta con Napoleón, es bastante factible, que estamos hablando de Angustias, Abadesa emperatriz).

Angustias (pensando): Uf, menos mal que les he dado gato por liebre y no saben que me voy a ver a Napo, ainss.
Amelia (pensando): No entiendo los escotes del siglo XXI, ¿y si se salen?

Las chicas no son las únicas que se preparan, ya que Alonso se está peleando con la corbata, cuando se le presenta Elena súper guapa. Alonso, para variar, no entiende nada y Elena le explica que quiere estar con él, que le gusta demasiado y eso la asusta porque no le conoce y no quiere que se hagan daño. Entonces Alonso se pone en plan galán y le jura que a su lado jamás tendrá miedo.

Por su parte, Salvador no es que esté muy feliz de ir a la boda porque le trae recuerdos de su difunta mujer, ya que siempre la ha querido. Y como Salvador se nos va de bodorrio, Ernesto se queda a cargo del chiringuito, más que nada porque tampoco es muy amigo de las bodas... y personalmente me gusta imaginármelo bailando cual Hugh Grant en Love actually al quedarse a solas en el Ministerio. Bueno, además, los dos comentan que le van a regalar unos fuegos artificiales a los novios que les ha traído desde 1962 un maestro artificiero valenciano.

Ernesto: No se preocupe, jefe, que deja el Ministerio en buenas manos, que ya sabe lo serio y recto que soy.
Eso dice Ernesto para aparentar, pero a mí no me engaña y sé que en el momento en que se quedó solo hizo esto:


Los funcionarios que van de bodorrio se están preparando para coger el minibús, menos Velázquez que sigue desaparecido, y es entonces cuando Julián ve llegar a Amelia, que no puede estar más guapa y le cae la baba.

De vuelta en 1212, el noble está dándole de latigazos a Patrick Criado, que en su curriculum debería poner “sufridor profesional” porque siempre sufre en pantalla. En serio, ¿cuántas veces le han zurrado en la tele? Pobrecito, si es amor. Total, que Patrick Criado decide retar al noble por el amor de Constanza, pero como era de esperar el enfrentamiento pastor vs. caballero no acaba bien para el primero y el noble le da muerte, pese a las súplicas de Constanza. Hijo, Patrick, que te he visto empuñar una espada desde que eras un enano en Águila Roja, que lo de espadachín lo llevas dentro.

Patrick Criado: Bah, Constanza, tampoco llores, que en Águila Roja me hacen cosas peores. He estado a punto de perder miembros y todos. Y tengo que aguantar a Alonso de Montalvo, eso es lo peor.

En el presente, los invitados a la boda llegan al castillo y Salvador e Irene felicitan al novio... cuando hace aparición su cuñado, que tardamos un segundo en saber que es gilipollas. Después, los dos conocen a Elena y a ambos les parece guapísima. También conocemos a la wedding planner, concepto que a Alonso le suena a chino. Si es que, claro, le habláis en idiomas raros y el pobre se pierde.

La boda llega y la escena está muy, muy chula, ya que intercala escenas entre la boda de Natalia y Ortigosa tan feliz y llena de amor, con la de Constanza y el noble que más parece una tortura. El montaje les queda súper chulo y el contraste entre ambas ceremonias y lo que significan también. En serio, soy muy, muy fan de esta parte.

Tras la ceremonia moderna, la wedding planner va repartiendo pétalos para que le tiren a los novios. Cuando le da el cucurucho a Amelia y Julián, él le cuenta que en su boda le tiraron arroz y ella, que en la ceremonia se ha dado cuenta de que no está siendo fácil para él, le dice que si necesita hablar, es buena escuchando. Julián le da un besito, antes de reunirse con los demás y, en ese momento, Salvador se lo lleva a un aparte para pedirle que, después, encienda el castillo de fuegos artificiales que le van a regalar a los novios.

Éstos salen del castillo y todos les tiran pétalos... ¿Todos? ¡No! Porque El cuñado pesado se encarga de tirarle un puñado de arroz al pobre Ortigosa en la cara, antes de hacer un selfie con todos los invitados, que le envían a Ernesto.

Ernesto ya ha dejado de bailar a lo Hugh Grant por el Ministerio y está disfrutando del despacho de Salvador y viendo el vídeo del unboxing de su hijo (mini Ernesto no es un youtuber muy activo, al parecer), cuando aparece Marisa para decirle que va a ser el nuevo enlace del Ministerio con presidencia, vamos, la sustituta de Torres.

Ernesto le felicita y la invita a champagne para celebrarlo, aunque está preocupado. Pero como Marisa lo conoce, le promete que no está ahí para joder a Salvador, que ella no es Torres y que sólo quiere ayudarlos, lo que alegra enormemente a Ernesto. No sé si me muero más de amor con Ernesto en plan protector con Salvador o con Marisa siendo guay y no una Torres cualquiera.

Ernesto preocupado por si vuelven a joder a Salvador es tan adorable.


De vuelta en el bodorrio, Irene se pasea por ahí, buscando un objetivo hasta que ficha a una chica morena, Rocío, a la que le tira los tejos sin compasión. Irene está en plena conquista, cuando aparece El cuñado pesado a dar por saco, pero Irene es implacable y muy ídola, así que le suelta tal barbaridad que lo acojona y El cuñado pesado sale corriendo, seguramente en rumbo al baño o bien para hacer caquita o bien para llorar.

 Irene: ¿Tú ves Juego de tronos?
Cuñado: Sí, ¡Joffrey era tan molón...!
Irene: Pues estamos en una boda y de ti depende que sea roja.

Cuñado: Hostia, colega, qué chuga... Uh, mis pantalones.

Irene sigue cercando a su próximo ligue, cuando Salvador aparece para decirle que Velázquez se ha perdido, así que ella le envía el mapa que les había dado Ortigosa para acudir al enlace.

Mientras, la patrulla está explicándole a Elena que su trabajo es muy aburrido (sí, ya), cuando ella les comenta que creía que Alonso es agente del CNI (algo que él no entiende) y deja claro que shippea a Julián y Amelia, porque de hecho pensaba que era pareja. Ambos lo están negando fervorosamente cuando aparece la wedding planner porque está ultimando los detalles de una obra de teatro. Por eso, les acaba explicando la leyenda del castillo, que es la historia de Constanza, a pesar de que les va a spoiler la historia... algo que, para variar, no entiende Alonso, ni tampoco Amelia, que sí que sabe que el noble es Fadrique, un héroe de la batalla de Navas de Tolosa. La wedding planner, por cierto, lo vive muchísimo y lo da todo contando la historia. Hasta que llega al final, que se queda sin tiempo y les resume que Constanza se suicidó tirándose de la almena.

Luego, tienen que entrar al banquete (donde Irene ha cambiado los nombres para que su ligue se siente con ellos) y es entonces, cuando, por fin, entra Velázquez en escena en plan fucker de la vida. Encima, resulta que Velázquez va al ladito de Salvador, lo que mata de ilusión a éste último.

 Velázquez: ¡Hala, jefe, que nos han puesto juntos, qué ilu!

Y Salvador se muere de la ilusión, como la captura ilustra.

Velázquez se queja de su migraña, que todos sabemos que es resaca, aunque no tarda ni un segundo en pedir cerveza y preguntar sobre la dote que ofrece la novia, presumiendo de la que ofreció su mujer, para cabreo de Salvador que presume de que la suya le dio 40 años de felicidad. Eso sí, el cabreo le dura poco a Salvador, sobre todo porque entre Irene ligando sin piedad y Velázquez bebiendo sin piedad, se está imaginando que se va a liar parda no, lo siguiente.

Salvador: Esto es como cuando comienzan a dar por culo con Eurovisión: preveo el desastre que se avecina.

Mientras, en el Ministerio, Ernesto por fin se sincera con alguien sobre la reacción de su hijo (a Salvador le ha dicho que está quedando con él) y Marisa le acaba diciendo que, después de él, se lió con otro agente, que se fue de misión con Hernán Cortés y nunca regresó y que, desde entonces, no ha vuelto a tener nada serio. Y todos sabemos que esto es lo típico para que, si pasa algo serie entre ellos, Ramón vuelva para complicar las cosas.

En la boda, Velázquez ya está alcanzado una borrachera más que considerable y empieza a divagar sobre amor, belleza y humanizar mitos en plan brote total. Eso sí, Velázquez no sólo no se calma, sino que su brote va a más y, cuando suena Chaikovski, se viene arriba y besa a Salvador, aunque éste no es que esté muy contento con el giro de los acontecimientos.



A Amelia el baile nupcial le emociona, no así a Julián que sigue afectadillo al recordar su propia boda. Y es entonces cuando juntamos con el comienzo del episodio, con Constanza llegando al presente a través de una puerta y con Julián saliendo del salón y Amelia siguiéndole, mientras los demás bailan, incluido Alonso, que es lo mejor.

Afuera, Amelia decide de una vez confesarse, así que, mientras bailan, le dice a Julián que quería hablar con él y que han pasado tantas cosas... Es en ese momento cuando ven a Constanza en la almena y acuden raudos a pararla. Los dos flipan al reconocerla y ella flipa al creer que son demonios, que pobrecita menudo shock. Entre los dos calmar a Constanza y deducen lo que ha pasado, también el hecho de que Fadrique la debe de estar persiguiendo.

 El súper momento baile...

... y el baile interruptus. Lloro.

De hecho, en 1212 vemos como Fadrique reconstruye los pasos de su mujer, como si fuera un CSI o Aragorn hijo de Arathorn, y acaba en el presente con sus hombres. Éstos están un poco acojonados, pero Fadrique los tiene bien puestos, al César lo que es del César.

Fadrique y sus hombres irrumpen en el salón de bodas, justo cuando se supone que va a dar comienzo la representación de la obra. La wedding planner flipa por el cambio de reparto, se pone farruca, pero Fadrique la quita del medio arreándole un hostión, lo que emociona a la peña, que compra totalmente que es una obra. Fadrique se pone a buscar a Constanza y amenaza con matar a cualquiera que le moleste, mientras Alonso y Salvador se han dado cuenta de que no son actores, sino el verdadero Fadrique. Salvador decide que, por el momento, es mejor quedarse quietos y se pregunta por Irene.

Y es que Irene está en el baño liándose con su ligue. Si es que esta mujer es más efectiva que el cazador de Jumanji, colega. Qué ídola.

Por su parte, Amelia y Julián descubren a los actores inconscientes y oyen a Fadrique, así que a Julián se le ocurre un plan: le pide a Amelia que llame al Ministerio para pedir refuerzos, mientras él ganará tiempo. Dice eso mientras coge un micro, así que podemos ir preparándonos para algo grande.

Amelia saca a Constanza fuera del palacio, mientras llama al Ministerio, cortándole el incipiente polvo al pobre Ernesto. El pobre tiene que ir a llamar a SpínolaSpínola, te queremos!), que está ocupado, aunque Ernesto promete encargarse.

Mientras tanto, en la boda, Fadrique y sus hombres están a punto de entrar en brote porque Constanza no aparece y no se le ocurre mejor idea que ir a por Elena. Alonso se levanta para defenderla y está a punto de batirse en duelo con los malos, cuando Julián aparece con una capa y un micrófono hablando como si fuera el hijo de Darth Vader y Voldemort y le dice que lo sabe todo y que Fadrique no se comporta como manda Dios. Entonces amenaza con que una tormenta de fuego va a romper el cielo y reducirlos a cenizas. Todos se vuelven expectantes a ver qué ocurre, pero Amelia está teniendo problemas encendiendo los fuegos artificiales.



Sin embargo, cuando lo consigue, Fadrique y sus hombres se acojonan de lo lindo y deciden huir... llevándose a Elena para sustituir a Constanza. Oye, tío, eres un consentido de mierda y un inconsciente que va a conocer el método Entrerríos.

Y tanto que lo hace, ya que, cuando están a punto de irse se han dado cuenta de que les falta un tío (Nuño, ahí, con toda la ironía del mundo, jajaja) y, bueno, digamos que Nuño ya ha conocido El método Entrerríos. Tras semejante entrada gloriosa, Alonso reta a Fadrique a un duelo, de nuevo otro paralelismo muy molón. Pero, claro, Alonso no es Patrick Criado y acaba ganando el duelo, a pesar de que Fadrique se aplica y también sabe pelear. Eso sí, a diferencia de en el otro duelo, Alonso no le mata, ya que Fadrique tiene que pelear en la batalla de Navas de Tolosa y, encima, considera que no merece tal honor, así que le arrea una patada en los huevos y listo.

Una vez Alonso ha largado a todos a través de la puerta, le promete a Elena contarle todo y vuelven a la boda con escena súper mega molona a cámara lenta y con música de héroe del lejano oeste. ¿Se puede molar más que Alonso? OMG.



Elena decide esperarle fuera y Alonso va a explicarle a Salvador lo que ha ocurrido, cuando llega Spínola dispuesto a hacerse cargo de la situación... pero es tarde. Eso sí, Spínola es un héroe y, por eso, le acaba soltando un señor rejostio al Cuñado pesado cuando éste va a tocarle las narices. En serio, Spínola, ¡eres mi héroe, te queremos! ¡Uh!

Spínola dice que si no le necesitan se vuelve a dónde estaba y, oye, ya que le habéis hecho venir, qué menos que irse de farra con él. Seguro que Velázquez y Alonso están conmigo. Spínola, al pirarse, se cruza con Irene que no se ha enterado de nada, estando tan ocupada como estaba. Irene es tan ídola que es la única de todo el episodio que no ha tenido un coitus interruptus (cambiemos coitus por conversación en el caso de Amelia y Julián).

Hablando de coitus interruptus, el pobre Ernesto le explica a Marisa que más o menos todo se ha solucionado, cuando ella le da un beso y se marcha. Ernesto la llama y él le dice que, si no hubiera sonado el teléfono, pues eso. Lo malo es que ha sonado y, según Marisa, quizás es lo mejor que les ha podido pasar y que el destino es el que es. Vamos, yo creo que el destino tiene miedo de lo que podría salir si Ernesto tuviera otro hijo.

Bueno, al final, cuando todos vuelven al Ministerio se traen a Constanza con ellos y Salvador, que también es un ídolo magno, tiene una gran idea cuando ve llegar a Angustias del monasterio de Tordesillas: dejará a Constanza en el convento, lo que es maravilloso porque dada la época de Constanza y el trauma con Fadrique, creo que es el mejor lugar para ella.

Y ya sólo queda atar cabos sueltos o, lo que es lo mismo, conversaciones que los personajes deben tener. Por un lado, Elena está afectada por todo lo sucedido y quiere saber la verdad, algo que Alonso está dispuesto a darle.

Por otro, Amelia y Julián están en la cafetería y ella sigue preocupada, pero no por Constanza, sino por todo lo que tiene que decirle a Julián. Y como ya sabemos, Amelia es muy buena para algunas cosas, pero es un desastre en el terreno personal, por eso le suelta todo sin contemplaciones: que ya no conoce su futuro porque la lápida ha desaparecido y la foto (que le enseña) ha cambiado y ya no hay un bebé entre ellos y que lo que ha cambiado es que se acostó con Pacino.



Resumen y definición gráfica de la escena.

Hija, tú también, es que vas de un extremo a otro: o te encierras en ti misma sin compartir nada o tiras la bomba sin delicadeza. Que, a ver, me parece que está bien pensado y tal por cómo es Amelia y esa inocencia que tiene con las relaciones, pero pobrecito Julián, que un poco más y le haces un Once upon a time.

Y hasta aquí llega el episodio, que me ha gustado, pero los demás han sido TAN molones que este se ha quedado un poco deslucido, aunque ha molado el reparto episódico. Yo creo que, como dice Salvador en el avance, ha sido la calma ante la tormenta. Y es que el próximo episodio es el final de temporada y pinta súper potente con Felipe II irrumpiendo en el Ministerio actual con un ataque de cojonitis. Y, eh, yo he visto a Carlos Hipólito en Vis a vis y ese tío es un pro de la vida, la que puede liar.

Vamos, que le tengo muchas ganas, que espero que TVE la renueve de una puñetera vez (otra vez ha vuelto a subir en audiencia y pasar con soltura los dos millones, así que espero que lo hagan) y quiero ver a ver qué hemos acertado en nuestras teorías.